'Un lugar tranquilo 2' ha llegado como un exhalación a las salas de cine y va camino de superar los 200 millones de dólares en la taquilla mundial, datos para celebrar que indican que la franquicia de Platinum Dunes sigue gustando al público y hay intenciones de convertirla en una trilogía, algo que no es una mala noticia, pero que deja la sensación de que la sorpresa que supuso la primera película en 2018 ha quedado sustituida por una idea más vulgar de franquicia de género.
La idea de un mundo asaltado por criaturas que matan a las personas que hacen ruido es una construcción fantástica a la que no debería dársele muchas vueltas, pero sin embargo, la película original seguía de forma más o menos rigurosa sus cuidadosas reglas de supervivencia, planteando un universo peligroso y complicado para la especie humana, más o menos contenido a un solo espacio y en donde se ponía esmero en la idea del silencio como algo hipnótico, cuya ruptura hacía que la tensión se disparara al máximo.
Su secuela utiliza el truco del silencio y el ruido de formas ingeniosas, hay una dirección notable y un acabado visual estupendo, y cuando se quiere hacer hincapié en los momentos de tensión sensorial, regresa el cuidado diseño del sonido que destacó en la entrega anterior. Sin embargo, si ya se ponía en duda el uso de música extradiegética, aquí tenemos una partitura completa de Marco Beltrami, y la idea del silencio en texturas se dinamita a base de concesiones sin mesura que rompen la delicada línea de verosimilitud del universo.
Corrección formal sin sorpresas
La idea de lo plausible con la que la primera entrega luchaba se abre en canal en ‘Un Lugar Tranquilo 2’ gracias a reglas que ahora se hacen elásticas, personajes que toman decisiones sin lógica interna y un libreto lleno de concesiones que parecen anunciar los elementos necesarios para plantear escenas aisladas en pos de un espectáculo que cambia la suspensión de la incredulidad por un argumento plagado de agujeros y situaciones convenientes para la tensión y la acción, que está ejecutada a la perfección, sí, pero no sin caer en cierta reiteración (incluso el final es... prácticamente el mismo)
Uno de estos síntomas es el propio prólogo, una estupenda presentación del día uno, pero que realmente no aporta demasiado a la película, ni información que ya se nos hubiera planteado con economía narrativa. Está muy bien planificado y ejecutado jugando con los silencios y el espacio, pero lo hace de forma idéntica al de 'Guerra Mundial Z' (2013), también con el protagonismo del patriarca y con vehículos descontrolados, solo que de aquella tenía una escala urbana mucho más impresionante, y una idea de cine de catástrofes que funcionaba mejor hace 8 años.
‘Un lugar tranquilo 2’ es solvente, pero su supuesto virtuosismo no es más que el de un blockbuster competente y clásico, con buena planificación para sus set pieces, pero eso no evita que sea a menudo predecible, con escenas dramáticas telegrafiadas que parecen hechas para extender un capítulo que no quiere desvelar demasiado, como todo ese momento con Regan Abbott llorando a cámara lenta para llegar al mismo punto inmediatamente anterior sin que haya información crucial en la escena, un momento tan artificioso como el anacrónico el uso de los montajes paralelos en varias escenas.
También decepciona ver el papel al que es relegada Evelyn en la secuela, un personaje que parecía la heredera de su marido que pierde el protagonismo por la atención al recién llegado Cillian Murphy, dejando a a Emily Blunt en un mero papel de madre coraje estereotipo decepcionante. Se puede alegar que son sus hijos quienes cobran importancia, con una Millicent Simmonds tomando el testigo del heroísmo, pero es que es Emmett quien recibe todo un arco de redención, un tanto cobarde por otra parte, al no explorar ese punto perverso con el que lleva su viudedad que se apunta brevemente y no vuelve a ser tocado.
Menos terror y más aventura familiar
Es difícil no ver ‘Un lugar tranquilo 2’ como una secuela digna, pero más allá de su pulcritud formal, acaba cayendo en todos los lugares comunes del cine y televisión postapocalíptica reciente. Sin su atención a los elementos sonoros se pierde su efecto de trance, su mesmerismo se cambia por más apariciones de monstruos de CGI y situaciones que hemos visto demasiadas veces en ‘The Walking Dead’, ‘Fear the Walking Dead’, ‘Llega de noche’ (2017) y tantas ficciones de la misma familia que John Krasinski no se molesta en tratar de evitar ni en la estética.
Ahora, echar la vista atrás a cuando los postapocalipsis estaban de moda en el cine, la vilipendiada ‘Soy Leyenda’ (I Am Legend, 2007) transcurre casi como una silenciosa pieza de sala de arte melancólica durante más de una hora de película, ‘La carretera’ (2009) es un poema visual arriesgado y sin asideros complacientes de blockbuster. Incluso la original de estos apocalipsis de “no hacer algo”, ‘Vanishing on 7th Street’ (2020), en la que los supervivientes no podían quedarse a oscuras ni un segundo, resulta una enigmática odisea de ciencia ficción existencialista que podría firmar un director de vanguardia.
Frente a ellas, quizá la idea de la primera no era tan radical como parecía y su forma de resolver su planteamiento salió un poco más singular de la cuenta por aprovechar los pocos recursos al máximo. Puede que después de todo ‘Un lugar tranquilo’ sea una película demasiado corriente a la que se le encumbró pronto por aparecer en un momento inesperado, con lo que su segunda parte tan solo se limita a seguir la senda con corrección y cariño a sus personajes, pero de cualquier manera, su transparencia deja demasiado a la vista que no hay nada demasiado especial en esta saga.
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