La carrera de Frank Marshall es realmente curiosa. Como productor nos ha brindado maravillas inolvidables de la talla de 'En Busca del Arca Perdida' (y un montón de títulos más dirigidos por Steven Spielberg), 'Gremlins', 'Los Goonies', 'El Sexto Sentido', etc, etc. Como director se estrenó con la más que entretenida 'Aracnofobia', a la que siguió la interesante 'Viven', para luego decepcionarnos enormemente con la espantosa 'Congo'. Con 'Bajo Cero' se acerca bastante a este último título. ¿Qué se podía esperar de una película protagonizada por Paul Walker y Jason Biggs? Lo cierto es que no fui a verla por ellos, faltaría más, sino por el amor que siento por los perros, y teniendo uno, pues me fue difícil resistirme. Evidentemente lo pagué, por lo menos en lo que se refiere a cuestiones cinematográficas.
El guión es bien simple y plano. En una estación de la Antártida deben de evacuar a todo el mundo porque se acerca un temporal de los que hacen historia. Como los humanos somos así, dejan atados a ocho perros, para luego volver a por ellos, cosa que evidentemente no sucede. Los perros logran liberarse de sus cadenas e intentarán sobrevivir en tan duras condiciones, con la esperanza de que vuelvan a por ellos. La historia está basada en la película 'Antarctica' realizada en 1983, y que tenía una banda sonora de Vangelis absolutamente impresionante. A su vez, aquella película reflejaba un hecho real acaecido en 1958 que prefiero no contar por la rabia que me entra en el cuerpo cada vez que lo recuerdo.
Ni que decir tiene que el mayor atractivo de esta película son ocho personajes de cuatro patas absolutamente maravillosos y entrañables, encarnados por 16 actores caninos (dos para cada personaje) que sencillamente deberían de ganar un Oscar. Y es que las películas con animales, casi siempre adolecen del mismo error: los actores humanos que comparten cartel con los actores animales no están a la altura, y claro, la balanza se inclina a favor de lo animal. Lo que los perros hacen en pantalla es sencillamente sorprendente, y se convierten enseguida en las estrellas absolutas de la película, sin importarnos todo lo demás. Sus rostros expresan increíblemente sus estados de ánimo, y la comunicación entre ellos es una maravilla pocas veces vista. Son, en definitiva, unoa actorazos caninos, y al espectador le resulta un poco difícil el aguantar ciertas escenas consideradas "duras", que pueden provocar más de una lágrima.
También podríamos destacar el trabajo de fotografía, obra de Don Burgess, que retrata los impresionantes paisajes helados, de forma no menos impresionante. Claro que, si aestas alturas, una película de estas características, no tiene una buena fotografía, apaga y vámonos.
Todo lo demás no vale absolutamente para nada. La dirección de Marshall es fría (nunca mejor dicho) y no tiene ninguna garra. Está mal montada, que ya tiene narices que una historia tan simple tenga ese fallo tan estúpido. Y lo narrado no tiene ni el más mínimo interés, salvo por lo que le sucede a los perros, donde el espectador se interesa más por ver lo que hacen que por saber lo que les va a pasar. Hablamos de una película producida por la Disney, o sea que la palabra previsibilidad es nuestra compañera en el visionado del film. Algo lógico tratándose de un film destinado mayoritariamente a los niños.
Los actores están sencillamente patéticos todos ellos. Paul Walker pone la misma cara desde el principio hasta el final. Tanto le da que sus perros vivan o mueran. No es capaz de expresar el más mínimo dolor, que es lo que se supone que su personaje siente. Creo que nunca ha estado tan mal este actor, que aceptó hacer esta película para sus hijos y porque su abuela se lo pidió. En fín, yo ya tiemblo al pensar que habrá hecho en el próximo Eastwood 'Flags of our Fathers'. Jason Biggs, que sólo es actor cuando le dirigen, está igual de patético, a parte de que su personaje no es creíble. También aparece Bruce Greenwood, un actor solvente, con cara de ¿qué coño hago yo aquí?. Ni siquiera él ofrece algo digno.
Una mala película llena de momentos ridículos y absurdos, cuyo interés no va más allá de ver a unos preciosos perros haciendo lo imposible por sobrevivir en este perro mundo gobernado por verdaderos animales sin sentimientos.