300 es tan violenta como Apocalypto, y el doble de estúpida.
Así comienza la crítica de 300, escrita por A.O. Scott para el diario estadounidense The New York Times. Este fin de semana ha sido estrenada en los Estados Unidos la adaptación cinematográfica de la novela gráfica de Frank Miller, dirigida por Zack Snyder. Según Variety, el filme va camino a convertirse en todo un éxito de taquilla, ya que solamente el viernes recaudó la "bicoca" de 27.8 millones de dólares. Éxito comercial aparte, la reacción de la crítica resulta, al menos, curiosa. Después de leer unas cuantas, me queda la impresión de que es mayor el número de críticas positivas que el de críticas negativas. No obstante, los argumentos esgrimidos a favor de la cinta, son muy parecidos a los utilizados en contra. Parece haber un consenso en que estamos ante un filme divertido, un largo y caro vídeo juego con un diseño gráfico tan estilizado como empalagoso, un caramelo visual con una propuesta de dirección de arte fashion y un vestuario que recuerda a los Village People, cuya trama, repetitiva y superficial, está cargada de homoerotismo y testosterona. De hecho, FilmThreat la califica como la película más gay jamás filmada.
La intención política ha polarizado las opiniones. ¿Se trata de un panfleto militarista y autoritario destinado a justificar y promover la cruzada en Irak o una posible intervención en Irán, antigua Persia? ¿O es todo lo contrario? No he visto la película aún, por lo que no podría formular una respuesta a la interrogante. Sin embargo, una historia que exalta los valores de la sociedad espartana, militarista y autoritaria, difícilmente podría ser otra cosa que una exaltación del autoritarismo militarista.
Desde el punto de vista de realización, 300 sigue la ruta iniciada por Sky Captain and the World of Tomorrow y popularizada por Sin City: actores filmados contra pantalla verde, que posteriormente es sustituida por fondos generados digitalmente. El método se parece más al de la animación que al de la ficción. Está más cerca de la pintura (o pintura digital) que del cine. O del método usado hasta hace poco por el cine para producir sus imágenes. Según la crítica de Salon.com, el resultado es una película sin vida. Aunque para A.O. Scott, esta falta falta de vida es consecuencia de unas pésimas actuaciones —para él, hasta las marionetas de Team America son actores más competentes que los de 300— y de las imágenes de la cinta, más apropiadas para una van de los años 70.