Este pasado viernes 28 de octubre llegó a las salas españolas 'Que Dios nos perdone', el segundo largometraje dirigido por Rodrigo Sorogoyen escrito por él mismo junto a Isabel Peña. Con motivo de su estreno tuvimos la ocasión de entrevistar a ambos, hablando incluso sobre detalles reveladores de la trama, por lo que más abajo encontraréis un aviso sobre dónde tenéis que dejar de leer si aún no la habéis visto. Sin más que añadir, os dejo con el resultado de nuestra charla.
¿Cómo surge la idea para ‘Que Dios nos perdone’?
Isabel Peña: Pues nace porque teníamos ganas de escribir un thriller, porque nos encanta el género y porque estábamos en un punto profesional en el que, pese a que nadie nos había pedido que escribiésemos ningún guion, nos apetecía mucho volver a escribir juntos después de ‘Stockholm’.
Luego mientras empezábamos a hablar de la película estábamos los dos por cuestiones de trabajo en Madrid en el famoso verano de 2011 cuando el 15M y el JMJ estaban en plena ebullición y lo que surgió como una buena idea de que gran contexto acabó convirtiéndose un poco en casi la carretera que te lleva por los distintos temas de la película. Nos dimos cuenta de que había muchas más conexiones de las que creíamos al principio.
Actualmente se hace mucho thriller en España con un toque muy nuestro, ¿por qué creéis que está sucediendo precisamente ahora?
Rodrigo Sorogoyen: Creemos que no es casual, puede parecerlo, pero no. Algo debe estar pasando en nuestra sociedad y país para que proliferen este tipo de películas donde abundan personajes oscuros, dilemas morales, mundos y ambientes éticamente discutibles. Creo que es un reflejo exacto de lo que el ciudadano de a pie, y el cineasta que también lo es, ve.
Vuestras dos películas están situadas en Madrid. Además de por conocerla al vivir en ella, ¿hay algo en Madrid que os atraiga especialmente?
Rodrigo Sorogoyen: Bueno, en la primera historia es Madrid porque vivimos en Madrid. Si hubiéramos vivido en Barcelona, la habríamos hecho allí. Esta porque ocurrió en Madrid, aunque es cierto que si no hubiésemos vivido allí, no habríamos hecho un thriller así. Podrían haber sido dos policías buscando a un asesino en Finlandia. Sí que hay algo que nos fascina y eso intentamos retratarlo en las películas.
Una cosa que se percibe en ‘Que Dios nos perdone’ es que se centra más en la atmósfera de violencia, que todo está a punto de estallar, que en la violencia en sí misma, ¿cómo abordasteis esto ya desde el guion?
Rodrigo Sorogoyen: Sí, de hecho en ‘Stockholm’ también está. Allí queríamos que la violencia estuviera muy presente, pero de forma muy soterrada y que si estalla, lo haga en un momento muy determinado. Aquí hay más episodios de violencia, porque es un thriller y tiene que haber acción, hay más personajes… pero nos gusta mucho esa atmósfera, la de una olla a presión que se va llenando y calentando antes de explotar.
¿En qué te basaste para elegir a Antonio de la Torre y Roberto Álamo para los dos papeles principales?
Rodrigo Sorogoyen: Bueno, son dos de los mejores actores del cine español. Antonio de la Torre creo que es un camaleón como pocos, sería capaz de hacer también de Alfaro tranquilamente, y quien vea la película verá que lo que hace con Velarde es soberbio. Consigue tartamudear sin que notes que está haciéndolo. Y Roberto Álamo es uno de los mejores actores de este país componiendo personaje y se ha transformado en Alfaro.
Se nota también que los tres personajes principales son, en el fondo, unos psicópatas, pero cada uno de una forma muy diferente, ¿buscabais crear una especie de igualdad entre ellos para que se entendieran mejor?
Isabel Peña: Sí, de hecho el diseño de personajes era una especie de triángulo. A cada uno le sale la violencia por un sitio, pero todos tienen una relación demasiado estrecha con ella. De alguna forma, si ninguno se hubiera cruzado en la vida del otro, sus vidas habrían sido mucho más tormentosas.
Otro aspecto que diferencia mucho a ‘Que Dios nos perdone’ es su enfoque naturalista, sobre todo en los diálogos. Imagino que eso fue muy buscado para alejarla de la imagen de thriller de Hollywood.
Isabel Peña: Totalmente, es que hacer un thriller en España intentando que parezca un thriller de Estados Unidos…
Rodrigo Sorogoyen: Sabíamos que era un error.
Isabel Peña: Es una mala idea ya para empezar.
Rodrigo Sorogoyen: Por eso habría sido un error.
Isabel Peña: También tiene un poco de relación con lo que hablábamos antes. Como adoramos Madrid aunque sea hostil, estamos enganchados a todo esto. Al final te sale porque es lo que te interesa.
Rodrigo Sorogoyen: Yo recuerdo que una de las primeras preguntas que nos hicimos de guion era si podría haber aquí un asesino en serie y en muy poco tiempo dijimos que sí, obviamente. Los ha habido históricamente. Ya te anclas a eso. Si ha existido, podemos contarlo.
Isabel Peña: Sí, cada decisión virándola hacia lo que hay aquí, y alejándola lo más posible de lo que pasa en otro continente.
¿Entre vuestros referentes no habría ningún thriller americano?
Rodrigo Sorogoyen: Sí, eso no tiene nada que ver. En cada uno buscábamos ciertas cosas. En ‘Seven’ recuerdo que la vimos, la apuntamos y la estudiamos, no para imitar, sino para decir qué bien funciona que aquí te meten vida privada, pero nosotros dijimos que queríamos mucho más. La estudiamos para intentar saber los mecanismos, a veces para diferenciarnos y otras para seguirlos.
Isabel Peña: La estudiamos para entenderlo, porque nos daba respeto, pero también para alejarnos, que ya se ha hecho muchas veces y se ha hecho muy bien. Luego recuerdo ‘Memories of Murder’ que había algo en el ambiente, un costumbrismo coreano, que nos encantaba que por ejemplo están todo el rato comiendo.
Rodrigo Sorogoyen: Sí, con ‘Memories of Murder’ nos dimos cuenta de que funcionaba un thriller costumbrista y, obviamente, nos lo llevamos a lo español. Es lo que hemos intentado un poco.
En el guion, ¿cuál creéis que es la principal aportación del otro, sin la cual la película no sería como ha acabado siendo?
Isabel Peña: Qué difícil. No lo sé, es que creo que somos una especie de monstruo de dos cabezas. Yo ya no recuerdo qué es de quién.
Rodrigo Sorogoyen: Yo creo que tú hilas más fino y que yo tengo una visión más global de la peli o de lo que estemos haciendo. Creo que veo mejor qué funciona y qué no funciona, pero creo que a la hora de escribir una escena va a ser más rica contigo.
Isabel Peña: Sí, es verdad.
Además de los medios a tu disposición, ¿cuál sería la principal diferencia entre hacer ‘Stockholm’ y ‘Que Dios nos perdone’?
Rodrigo Sorogoyen: Es que es eso, los medios. Además, en la industria se sabe de esta película antes y más que de ‘Stockholm’. Aquí hay más exigencia, no podemos fallar. En ‘Stockholm’ estábamos haciendo una película que nadie nos había pedido, entonces hay una libertad brutal y con tal de que le guste a los mecenas, ¿no? Aquí no, aquí respondemos ante mucha gente.
Isabel, ¿nunca te has planteado dirigir?
Isabel Peña: No, y cada vez tengo más claro que no, porque ser guionista es una cosa, ser director otra y ser director-guionista otra diferente. Yo creo que tengo un trabajo muy divertido y cómodo. Para dirigir hay que tener una serie de virtudes que yo no tengo.
¿Qué nos podríais contar de vuestros próximos proyectos?
Isabel Peña: Estamos escribiendo otro thriller, pero en este caso el protagonista es un político corrupto.
¿De algún partido concreto?
Rodrigo Sorogoyen: No, es de un partido que no se dice el nombre.
Isabel Peña: Lo que nos importa es el retrato moral y las aventuras y desventuras de alguien metido en algo tan reconocible.
Rodrigo Sorogoyen: Lo que más nos interesa es cómo se acuesta este tío por las noches teniendo un cargo público y se supone que intentando cambiar para bien la sociedad, pero luego llevándose dinero. Nos interesa saber en que está pensando, ¿lo piensas por las noches o no lo haces y te acuestas?
Isabel Peña: Eso con un traje de thriller para que a la gente le interese más.
Al centraros tanto en la construcción de los tres personajes principales, ¿no tuvisteis problemas para que eso no afectase a la entidad del resto? Pienso, por ejemplo, en la chica de la limpieza del edificio de Velarde.
Rodrigo Sorogoyen: Miedo siempre hay, pero sabemos que es imposible dibujarlos a todos. Cuando es un personaje secundario, sirve para explicar al principal. Tienes que partir de esa base. Otra cosa es que, con el poco tiempo que tenemos con ellos, intentemos contar lo máximo. No sé si estás insinuando que están desdibujados.
No, pero sí que tengo ciertos problemas para entender bien a la chica de la limpieza, ¿por qué vuelve después de lo que le pasa?
Isabel Peña: Pues mira, ella vuelve por dos cosas, una que la explica ella y otra que creo que es necesaria. Ella vuelve para pedir una explicación.
Rodrigo Sorogoyen: Sí, pero es que no se cuenta eso.
Isabel Peña: Claro, porque no le abre la puerta. La primera vez que ella vuelve a esa casa es, superado el pánico que me has hecho pasar, ¿cómo es posible que hayamos llegado a esto? No me lo esperaba de ti.
Rodrigo Sorogoyen: Nos llevábamos bien. La primera vez que vuelve no se cuenta nada, simplemente que llama al timbre y que Velarde no se atreve. Tú como espectador, ¿a qué crees que ha ido, porque quiere otra vez que le den una hostia?
Isabel Peña: Además, no es un completo desconocido, es una persona con la que, aunque haya compartido muy pocos minutos, han sido unos momentos muy valiosos y entonces me voy a lo que modela el personaje de Rosario. Vive completamente sola en una ciudad de cinco millones de habitantes.
Rodrigo Sorogoyen: Sí, pero esa no es la explicación.
Isabel Peña: No, no digo que lo sea, pero digo que ayuda a entenderla.
Rodrigo Sorogoyen: Yo creo que es que Rosario es la única persona que ve debajo de la piel de Velarde, que ve que en el fondo hay una incapacidad y que tiene un buen fondo. Otra persona no volvería, pero Rosario sí, y al estar sola se atreve más. Además, a mí me parece muy aburrido que todos los personajes de toda la historia del cine tengan que actuar como yo actúo. A mí me fascina ver a personajes que encarnan a seres humanos que hacen cosas que yo a priori creo que no haría.
Otro punto de encuentro con respecto a ‘Stockholm’ es que el personaje de Javier Pereira vuelve a ser un seductor con un lado oscuro, aunque aquí de forma más extrema.
Rodrigo Sorogoyen: Entiendes el casting ahora, ¿no?
Sí, pero, ¿Qué le veis para pensar siempre en él para este tipo de personaje?
Rodrigo Sorogoyen: Eso. Escribiendo este personaje en la vida se nos habría ocurrido Javier Pereira, pero de repente un día dije, oye, es que es este personaje llevado a una educación castradora y machacado desde pequeño en lugar de ser un tío resuelto de la calle como cualquier otro. Luego además lo potente del casting por un actor al que se conoce por ser simpático y un chico bueno que no ha hecho daño a nadie.
Además de saber que puedo trabajar muy bien con él y que todo lo que le pida me lo va a hacer. Pero me acuerdo de pensar un día es que es ese, el de la segunda parte de ‘Stockholm’, un tío sin empatía.
Antes comentabais que empezasteis a escribirla sin que nadie os lo hubiera pedido, ¿tuvisteis que hacer muchos cambios después?
Rodrigo Sorogoyen: Algunos, pero muy pequeños. Yo creo que teníamos una versión muy buena del guion y que cualquiera que lo leyera diría que estaba muy trabajado, y es verdad que hubo muy pocos cambios.
¿Se os ocurre alguno?
Isabel Peña: Justo ayer lo hablábamos y sí que es verdad que Gerardo Herrero nos comentó que el final era mejorable, y tenía mucha razón. Teníamos uno muy parecido, pero más largo, más anticlimático.
Rodrigo Sorogoyen: ¡Ya sé cuál! Él está en el cementerio, se le van acercando los policías y ahí se acaba. Es verdad. ¿Era otra vez tres años después?
Isabel Peña: Era un año después, en el aniversario de la muerte. Era mucho más dilatado. Estaba la vida del asesino, pero mucho más larga. Había elipsis, pero todo largo, lento y anticlimático.
Rodrigo Sorogoyen: Al final estaba en la tumba de su madre dejando flores y de repente empiezan a aparecer policías.
Isabel Peña: A Velarde le habían ascendido, era un súper jefe. Habría sido media hora más larga para llegar a un punto parecido, pero con menos potencia. Ahí estuvo acertado nuestro productor.
Foto | Warner
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