Con motivo del próximo estreno de 'Mary Shelley', el biopic centrado en la figura de la escritora de 'Frankenstein o el moderno prometeo' —obra capital del terror gótico y la literatura fantástica—, que llegará a nuestros cines el próximo 13 de julio, hemos tenido el placer de hablar con su directora y coguionista Haifaa Al-Mansour.
Además de charlar con la realizadora sobre su nuevo largometraje y sus futuros proyectos, no hemos perdido la oportunidad de comentar con ella cómo fue la experiencia que la convirtió en la primera mujer de Arabia Saudí en rodar un largometraje en su país, y de charlar sobre la figura de la mujer en el mundo de la cultura y la creación artística a lo largo de la historia.
¿Por qué Mary Shelley?
Creo que el motivo principal es porque es el autor con menor representación del mundo. La gente conoce su trabajo, pero no hay una relación directa entre ella y su obra. Eso es triste, porque si hubiese sido un hombre la habrían aclamado y siempre habría estado presente, hubiese dado conferencias y esas cosas. Me sorprende mucho esta desconexión entre lo grande que fue su trabajo y la omisión que se hizo a su nombre y a su persona. Enlazar ambos elementos es muy importante, y es por eso que quise contar su historia nada más recibir el guion.
¿Cuál es el principal reto al que te has enfrentado a la hora de hacer esta película?
Hubo muchos retos. El proyecto en sí y el guión me parecieron desde el primer momento muy complicados de llevar a la gran pantalla. El primer obstáculo fue decidir qué introducir y qué omitir en la película de la historia de la vida de Mary Shelley para dar forma a una estructura y un guión coherentes, así que me centré en mostrar un paralelismo entre su vida y la creación del libro; y enseñar cómo todo lo que le sucede referente a la pérdida de su bebé o sus tormentosas relaciones con Percy y su padre le impulsó a crear la novela de Frankenstein. Para mi era muy importante demostrar cómo su experiencia directa como mujer resultó en escribir este libro.
Has comentado que recibiste el guión ya escrito, pero en los créditos constas como coescritora. ¿Cuál fue tu aportación al libreto? ¿Qué quisiste cambiar del texto original?
Mis aportaciones están prácticamente todas en el tercer acto, el momento en que Mary se reúne con editores y se encuentra con un rechazo a la publicación de su libro. También quise dar una importancia mayor al personaje de Polidori y escribí la escena de la iglesia; me parecía muy importante que los jóvenes pudiesen retar de alguna forma a las doctrinas de su tiempo. Me gusta construir personajes que son rebeldes. También aporté bastante a la relación entre Claire y Mary.
En cuanto a género, ¿cómo etiquetarías ‘Mary Shelley’? ¿Es un biopic, un drama basado en un personaje real? Hay una pequeña línea que separa ambos conceptos…
Para mi, ‘Mary Shelley’ es un coming of age sobre una mujer joven intentando encontrar su voz. Y, por supuesto, la historia de amor es una parte muy importante, pero lo es porque su relación con Percy es un elemento clave para la búsqueda de esa voz. Era una niña que cayó en los brazos de ese hombre más mayor, rico y famoso que la arrastró a ese mundo, y era necesario mostrar esa historia y cómo la afectó. Creo que esta sería mi definición, pero por supuesto que es un biopic, mezclado con una historia de amor y con un coming of age, todo junto.
Una de las cosas más llamativas de la película es su casting. ¿Cómo fue el proceso de selección de los actores protagonistas?
La verdad es que fue fantástico. Teníamos una lista de actores y la primera siempre fue Elle Fanning, a quien seguía desde que hizo ‘Super 8’. Para mi era importante que el personaje principal pudiese llevar su papel sin caer en la sobreinterpretación y un exceso de dramatismo, porque su personaje ya es lo suficientemente complicado y dramático; sufre muchísimo, pierde a un hijo recién nacido, tiene una relación muy complicada con su marido… el hecho de sobreactuar era una línea muy fina que se podía atravesar en cualquier momento.
Creo que además era el momento perfecto en la carrera de Elle, porque había pasado de hacer películas infantiles a películas más adultas y era perfecta para este personaje. Es una persona dócil, trabajadora y lo he pasado genial trabajando con ella.
¿Dónde se rodó la película?
Por todo el mundo. Ha sido una coproducción, así que hemos ido a todos los países en los que nos dieron financiación. Tuvimos que descartar Inglaterra; eran algo snobs y no te dejaba tocar prácticamente nada. No paraban de repetir “no puedes tocar esto”, “no puedes tocar aquello”, “esto es muy antiguo”… Era una pesadilla, todo estaba protegido. En Dublín nos pusieron las cosas más fáciles, nos dejaban rodar donde quisiéramos, aunque no pudimos rodarlo todo allí. También rodamos en Luxemburgo, que no se parece en nada a los lugares en los que suceden la película, así que construimos un plató en un estudio. Era surrealista, tenemos una escena en la que empieza con Elle en los exteriores rodados en Dublin y termina la escena en el estudio de Luxemburgo.
Tienen una norma algo extraña en Luxemburgo: siempre y cuando no te alejes más de treinta millas de la frontera del país durante el rodaje, puedes seguir obteniendo su financiación, así que también estuvimos rodando en Francia durante dos días y medio.
¿Y cómo fue el proceso de documentación para dar forma al personaje?
Fue muy largo, porque si quieres ahondar en ella debes leer todas sus cartas, leer referencias de otras personas, diarios, anotaciones… e intentar conectar hechos y pequeñas cosas. Hubo mucha documentación, y fue algo muy interesante porque no sabía demasiado sobre ella.
¿Ocurrió lo mismo con el personaje de Lord Byron? Es uno de los más impactantes de la película.
Lord Byron es más que conocido y ha sido represntado en películas y otros medios. Es ese tipo de persona que está ahí. Tal vez no conozcas la obra de Lord Byron pero sabes que existe. Es un poeta, es uno de los más famosos y eso es algo que sabe casi todo el mundo, y era muy sexista. Existe un paralelismo entre él y Mary Shelley por esto. Y con Polidori pasa lo mismo, el mito del vampiro es otro fenómeno pop, ahí están ‘Crepúsculo’ y demás para demostrarlo, pero aún así Polidori no es tan conocido como Percy Shelley o Lord Byron.
Podríamos decir que Mary Shelley fue una pionera tan importante como la criatura que creó.
El monstruo es un referente muy famoso en la cultura pop, en el cine, en los dibujos animados… todos hemos crecido junto a este personaje, pero la mayoría no sabe quién lo creó. Curiosamente fue una mujer joven, pero si hubiese sido un hombre blanco de mediana edad todos hubiésemos sabido inmediatamente quién era el creador, pero como fue esta mujer ha permanecido oculta. Las mujeres han sido rechazadas en términos creativos a lo largo de la historia, y eso es algo muy triste que sigue sucediendo. Gracias a Dios las cosas están cambiando, está habiendo un despertar en el mundo y una lucha por la igualdad.
La madre de Mary Shelley fue un icono con un gran impacto en el feminismo. ¿Hasta qué punto ha tenido este personaje peso en la película a la hora de retratar a la protagonista?
Tuve muy en cuenta a la madre de Mary Shelley. Es una auténtica feminista que tenía un estilo de vida muy complicado para la época: era una persona muy libre, tenía muchas relaciones, intentó suicidarse… por aquél entonces todo el mundo hablaba y cotilleaba sobre el tema, y supongo que debió ser muy difícil para ella. Tuve en cuenta cómo afecta todo esto en la forma de ver la vida de Mary. Es muy importante retar esa moralidad y los principios que se nos imponen, y lo estoy diciendo yo, que soy una mujer que viene de Arabia Saudí.
Aunque seguramente lo hayas explicado muchas veces, teniendo la oportunidad de hablar contigo personalmente me gustaría que me hablases sobre cómo fue la experiencia de ser la primera mujer Saudí en dirigir un largometraje en tu país.
Definitivamente fue diferente a ‘Mary Shelley’ —ríe—. En ‘Mary Shelley’ no tuve ningún obstáculo; tan sólo estar centrada en el proceso creativo. Pero Arabia Saudí es un lugar muy conservador, especialmente cuando rodamos hace cinco años; el cine no era legal y el país seguía muy segregado, así que las mujeres no podían ser vistas en espacios públicos sin hombres. Quisimos respetar los códigos del país y no romper ninguna regla y, particularmente, estas convenciones sociales, así que una vez estábamos rodando tenía que estar oculta en una camioneta explicándoles a los actores qué decir, qué hacer y adónde ir, y lo planificaban con mi asistente y mi director de fotografía. Intentar dirigirles desde lejos era como jugar a un videojuego.
Para mi era muy importante centrarme en mi objetivo, que era dirigir una película, y no desafiar a la gente en plan “soy una directora, no puedes obligarme a quedarme en una camioneta”. No iba sobre eso. Era sobre sacar lo mejor posible de aquella situación, hacer una película, hacerla de forma sincera y no preocuparme por los obstáculos, porque esos obstáculos pueden convertirse en oportunidades de un modo u otro.
Me sorprende lo que me has comentado sobre no querer desafiar el statu-quo o romper las normas.
Creo que el cambio no sucede enfadando o desafiando a la gente, especialmente en los países conservadores. Cuanto más enfadas a la gente más más se aferran a sus valores; no quieren escuchar hablar de ti, no quieren ver tus películas, no quieren ayudarte a seguir tu viaje… No quiero ser esa renegada de mi cultura, porque ya soy una renegada; no me cubro la cabeza, hago películas… ya estoy desafiando muchos valores, no necesito regodearme en ello. Es más importante crear ese diálogo sano con los conservadores. No es justo decir que todo el mundo es igual en una sociedad, siempre encontrarás diferentes personas y corrientes de pensamiento, así que es más importante dialogar con ellas que intentar de luchar constantemente.
La madre de Mary era una luchadora y un icono feminista… ¿Te sientes así de algún modo tras tu experiencia en Arabia Saudí?
En cierto modo. Tengo muchos obstáculos a los que enfrentarme al ser una mujer y al dedicarme a un trabajo en el que el reto es mayor al ser una mujer no nativa involucrada en el cine angloparlante. Creo que estamos viviendo unos tiempos fantásticos donde se está cuestionando el tema de la discriminación y tratando de evitarlo. Tiene gracia, porque al rodar mi última película para Netflix fue la primera vez que se anunciaba mi llegada al set entre gritos de “¡La directora está en el set!”; me parecía surrealista, antes era impensable.
¿Se están experimentando cambios respecto al trato hacia la mujer y a la realidad social en Arabia Saudí?
Por supuesto. Está cambiando muchísimo la situación en Arabia Saudí. Ahora se pueden ver películas, las mujeres pueden conducir, se han abierto a la música… He sido nombrada consejera dentro del organismo que regula el tema del cine y las películas, y como mujer es todo un honor y además refleja un gran avance. Lo que más se percibe es la alegría en la calle, la música y, por ejemplo, los colores; antes todas las mujeres iban de negro y ahora hay una sensación de alegría general.
En comparación con rodar en Arabia Saudí, ¿cómo ha sido ser libre para hacer lo que querías en países como Irlanda o Luxemburgo? ¿Planeas volver a trabajar en tu país?
Es increíble. No te tienes que preocupar de nada, le dices directamente a los actores lo que tienen que hacer y lo hacen… es una maravilla tener que preocuparte únicamente de la parte artística. En septiembre volveré a Arabia Saudí para rodar una película titulada ‘The Perfect Candidate’ sobre el viaje que debe hacer una mujer para presentarse a un cargo político en el país. Las cosas han cambiado en Arabia Saudí, de hecho van a ayudarme a financiar esta película y me darán apoyo logístico. Creo que la experiencia será mucho mejor, veremos qué tal.
¿Qué puedes contarnos sobre tu película para Netflix?
La película se centra en una comunidad afroamericana y trata sobre una mujer de clase media que tiene problemas con su pelo, quiere tenerlo liso. Su madre cree que debe tener una carrera, tener éxito, casarse con un médico… ella lo intenta pero las cosas no terminan de funcionar, así que se afeita la cabeza para que su pelo crezca de nuevo, y en ese proceso se encuentra a si misma. Esta búsqueda personal y su relación con el pelo me pareció muy interesante. Tuvimos un momento muy tierno en el rodaje. Tenemos una escena en la que la actriz protagonista se afeita la cabeza y sólo podíamos hacerla en una toma; quería estar al control de la escena y consiguió algo increíble. Todos lo que estaban en el set terminamos llorando; me dio todo lo que buscaba, la emoción, la alegría, el llanto… esto es muy difícil para un actor. Quería que la escena durase unos cuatro minutos pero, por supuesto, no me dejaron.
¿Cuáles son tus influencias y referentes a la hora de crear?
La inspiración siempre la saco de mis personajes, no de los trabajos de otras personas. Intento desbloquear a los protagonistas y encontrar lugares en los que conectar con ellos, incluso si el protagonista es un asesino. Si no puedo conectar a nivel personal con un personaje o no lo entiendo, no lo puedo dirigir. Es la única forma de dirigir a un actor e indicarle lo que siente o las acciones que tiene que realizar.
Las mujeres tienen un peso específico en tu filmografía. ¿Es algo que nace orgánicamente debido a tu pasado o tus experiencias previas o buscas utilizar el cine como una plataforma para dar este discurso tan necesario y poderoso?
Creo que ambas. Como directora conducida por sus personajes, me encantan las mujeres fuertes; conecto con ellas, las comprendo y las disfruto. Cuando leo un guión sobre una mujer fuerte, automáticamente me emociono, comprendo su viaje emocional, así que creativamente me encuentro muy cómoda y creo que puedo conquistar a ese personaje. Pero también es muy importante promocionar a la mujer en estos momentos.
Como creadora, ¿qué hay de cierto en el mito del creador atormentado? ¿Crees que ayuda esta condición a dar forma a una obra de arte, sea una película como ‘Mary Shelley’ o un libro como ‘Frankenstein’?
Sí. Creo que es totalmente real. No diré sufrimiento o miseria, pero tener experiencias reales en tu vida son muy importantes a la hora de crear algo. Las experiencias vitales son básicas para crear arte, y especialmente para gente como Mary Shelley o Byron, que vivieron vidas muy apasionantes y vivieron la vida al límite sin tener en cuenta las convenciones sociales y nos dieron poesía y literatura realmente increíbles.
No soy ese tipo de creadora; vivo una vida sencilla, soy madre de dos hijos —ríe—, aprecio a la gente que va a esos sitios extremos por mi y lucha por la humanidad; creo que experimentar con las limitaciones de nuestro sistema moral ayuda a experimentar con él y a reinterpretar muchas cosas. Es muy importante no ver las cosas como blanco o negro, hay muchos grises entre medias por los que moverse, pero realmente aprecio la existencia de gente que viaje a esos extremos por nosotros.
¿Crees que la realidad de las mujeres creadoras ha cambiado lo suficiente desde la época en la que se ambienta ‘Mary Shelley’?
Está cambiando. Creo que está yendo en una buena dirección. No digo que esté siendo suficiente, pero creo que lo está haciendo. Estamos viviendo un momento muy importante, con mucha gente hablando sobre la figura de la mujer, la igualdad, la representación femenina… Vamos por el buen camino.
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