Stanley Kubrick soñó que en el 2001 el hombre alcanzaría las estrellas en uno de esos viajes que sólo el séptimo arte permite. En ese mismo año la actriz Bárbara Lennie debuta en el cine con el mismo brillo, su destino, convertirse en una de las grandes. Catorce años, varias películas y un Goya después, acepta protagonizar una película titulada ‘María (y los demás)’, ópera prima de Nely Reguera, en la que la actriz aparece en todos y cada uno de los planos.
La película narra la historia de María (Lennie), una mujer de 35 años que, desde la muerte de su madre, ha sido el pilar de una familia, cuidando de su padre y hermanos y tomando todas las decisiones. Pero cuando su padre –personaje a cargo de José Ángel Egido− se enamora perdidamente de su enfermera, anunciando su compromiso, el mundo de María se desmorona, teniendo que atreverse a cambiar su destino.
El rodaje del film trascurre en tierras gallegas y me invitan al rodaje, allí tengo la oportunidad de entrevistar a Bárbara Lennie para Blogdecine.
Una entrevista en la pausa de un rodaje
Se abre el plano y la puerta de una enorme casa...
Delante del Pazo de Vilaboa, un lugar que no se puede describir, en una enorme casa tiene lugar parte de la filmación de ‘María (y los demás)’. Nunca he estado en un rodaje, nunca he querido, tenía la sensación de que al hacerlo mataría la única magia en la que creo, al lado de la de la imaginación. Me llevan por la casa, enorme, y mi mente cinéfila se dispara, imagino a muchos directores pasándoselo pipa realizando travellings por aquellas estancias y pasillos…
De repente un tipo decidido, con carácter, que responde al nombre de Sergio, me aborda y me pregunta si estoy allí para entrevistar a Bárbara, señalando que es el momento perfecto porque están en un descanso. Dispongo de diez minutos, que al final se convierten en quince; en un amplio salón al que la actriz me lleva, trascurre la entrevista, y mientras nos preparamos le hago la pregunta que mi cerebro, preocupado por el tiempo, me dice que no le haga, si le gusta Galicia, la respuesta es obvia.
Metido ya en materia comienzo preguntándole si es de las que se llevan el personaje a casa, poniéndole como ejemplo a Tom Hanks, que gustaba de vivir las 24 horas del día en la mente del personaje que le tocaba interpretar.
No, la verdad es que no. No, no, no. Hombre, con algunos personajes es más fácil, y con otros más complicado.
Un minuto, dieciséis. Mi siguiente pregunta es sobre los personajes que ha interpretado, muchos con una profundidad psicológica bastante pronunciada, densos, y difíciles. Quiero saber si tiene especial predilección por ese tipo de personajes que suele bordar.
No, la verdad es que no, no especialmente, es algo que se ha ido dando de esta manera. De hecho, para mí, poder afrontar este personaje en esta película es un tomar aire, es como un cambio de género, por primera vez en mucho tiempo, porque esta película no es, en absoluto, un drama ni una tragedia, ni oscura.
Un minuto, treinta y ocho. Insisto en el tema, aunque ‘María (y los demás)’ no es un drama, he leído que su personaje se encuentra en un gran punto de inflexión en su vida.
Sí, pero me refiero al tono de la película. Ella está en su momento importante de su vida pero está tratado con humor, con ironía, es liviano, pese a que lo que ella está sintiendo no lo es absoluto. Es lo más complicado también, encontrar el tono de la película, si te vas demasiado para un lado es una tragedia, si te vas para el otro es una comedia total.
Al preguntarle si es una comedia dramática, me responde que las etiquetas son algo que la gente debe poner cuando vean la película, espectacular respuesta que habría que hacerle escribir a más de uno un millón de veces.
Dos minutos, treinta y dos. Le pregunto si prefiere televisión o cine, me da la respuesta como actriz y espectadora.
Bueno, como espectadora veo de todo. Veo más películas que series, y éstas las vemos casi todos en el ordenador y no son ni actuales. Como actriz, a mí la televisión me gusta, me parece que te entrena mucho, que te hace rápida, te hace conocer el oficio, pero a veces te exige una velocidad que a mí a veces me resulta un poco incómoda. Se va muy rápido, hay que hacer muchas secuencias por día. Y también es verdad que no sabes la serie que estás haciendo hasta que la terminas, porque se va escribiendo sobre la marcha, con lo cual la información te va llegando, entonces es más fácil eso de incorporar, y a veces más difícil.
Tres minutos, cuarenta y siete. Creo que Bárbara Lennie está eligiendo muy bien sus personajes, por lo que le pregunto si elige sus papales con lupa o se deja aconsejar por su agente o quien sea.
Me los pienso bien, sí; me dejo guiar también por el instinto y por lo que me provocan en una primera lectura. Y también me dejo aconsejar, claro que sí, por gente que yo respeto, o considero que tienen un buen criterio, y que me quieren sobre todo, que es importante.
Cuatro minutos, treinta. Para preguntarle algo tan sencillo como las diferencias, y preferencias, a la hora de aceptar una película, entre la gran producción y la pequeña, me lío de tal forma que la pregunta casi no la entiendo ni yo, pero ella lo arregla.
Es que yo nunca pienso, cuando me meto en un proyecto… mi decisión no depende del dinero que haya en la producción. Creo que hay películas que necesitan de una gran producción, y que sin eso se resienten, y otras películas no. Tiene que ver con la historia que están contando, y con cómo se cuenta esa historia. Y en el fondo, lo que importa es el grupo humano que se encuentra detrás del proyecto, tenga diez millones de dólares o no. Se intuye. Lo vas viendo. Esta película es, en ese sentido, una película con una producción pequeña, pero con una productora que cuida lo que está haciendo, que tiene detalles con su película, que tiene sentido cómo ha ordenado la preparación y el rodaje. Y eso sí que se ve. Creo que lo fundamental es tener lo que uno necesita para contar la historia. Y a veces no necesitas tanto. Lo que sí es verdad es que ahora es complicado levantar cualquier tipo de película, cualquier tipo de proyecto y que lo normal es que todos pongamos parte de nuestro sueldo para sacarlo adelante, o que sea con cooperativa, yo mismo acabo de hacer ‘Murieron por encima de sus posibilidades’ de Isaki Lacuesta, que es enteramente por cooperativa.
Siete minutos, treinta. Le pregunto por la diferencia entre trabajar con alguien novel, que se estrena en la dirección de largometrajes y hacerlo con alguien que lleva años dirigiendo.
Las hay, pero a mí me parece que hay algo tan especial y único en rodar tu primera película, que poder ser partícipe y estar presente en eso, me resulta muy bonito ¿sabes? Porque también es gente que ha peleado bastante por sacarlo adelante, es una historia que quieren contar, que digamos no están quemados del oficio, no están como de vuelta de nada, al contrario. Es una energía que enriquece, siempre, lo creativo.
Ocho minutos cincuenta y cuatro. Le pregunto si “Bárbara Lennie directora” es algo que puede sonar algún día. Mi cerebro me dice que le pregunte por Hollywood, pero creo saber la respuesta.
(Se ríe) A mí me encantaría, pero… no lo he pensado tanto en cine como en hacer una pieza para el teatro, porque a priori me resulta que es más manejable, que necesito menos cosas, no hay tanta infraestructura que montar… porque sí que me apetece mucho trabajar con actores y con actrices.
Nueve minutos, treinta. Le pregunto por sus historias de amor preferidas en el cine, mi parte preferida de la entrevista en la que descubro que también admira a François Truffaut. Esa parte está recogida en un proyecto personal que verá la luz en septiembre.
Una secuencia
Llaman a Bárbara desde hace por lo menos tres minutos, pero allí convierten ciento ochenta segundos en trescientos, manejan tempos y esperas a su capricho. Nos despedimos, ella está preparándose para realizar una secuencia, y en un rincón soy testigo de la misma. Se trata de María, saliendo con furia y una pala en la mano, con la cámara delante de ella realizando un travelling hacia atrás, hacia el jardín de una casa para desenterrar… me temo que tendréis que ver la película para saber lo que ocurre en dicha secuencia. Tres pensamientos se agolpan en mi mente al presenciar aquello.
De James Muro, el mejor steadycam del cine moderno, colaborador de Kathryn Bigelow y James Cameron, más tarde convertido en director de fotografía, paso a Max Ophüls, quien sostenía que en el zigzag de un travelling había más tensión psicológica que en el mejor de los diálogos. El interés por ver ‘María (y los demás)’ crece, y la necesidad de hablar con Nely Reguera al respecto de la puesta en escena es imperiosa. Y aquella mujer que tiene un arrebato infantil no es Bárbara Lennie, con quien acabo de estar, no la conozco, es María. Soy testigo de algo que pensaba desde hace tiempo.
Bárbara Lennie tiene esa rara capacidad de ser antes que interpretar, de hacer fácil lo que creo es muy difícil, que en pantalla no vemos el perfecto trabajo de una actriz, sino al personaje en cuestión. Ya no me cabe la más mínima duda, en el futuro, los libros de historia del cine hablarán de ella, y su nombre estará al lado de las más grandes de la historia (poned aquí los nombres correspondientes), dignificando un trabajo por el que han tenido que luchar más que los hombres, haciendo honor a lo que ella misma define como Comedianta.
El tiempo, ese cruel compañero que nos acompaña cual sombra, capaz de elevarnos a lo más alto, también hacernos caer a lo más bajo, de traernos la fama o el más completo de los olvidos, me dará la razón. Me voy de allí en silencio, atravesando de nuevo pasillos y estancias, mi mente mezcla pasado, presente y futuro, e imagino a Truffaut dirigiendo a esta sensacional actriz. Caprichos utópicos de cinéfilo. Salgo por la misma puerta que entré.
Fundido a negro. Continuará.
Gracias a Cecilia, Nela y Vane.
Ver todos los comentarios en https://www.espinof.com
VER 10 Comentarios