Koldo Serra acaba de estrenar '70 Binladens', una película que le confirma como uno de los talentos visuales con mayor pulso clásico de nuestro cine. Devoto de los géneros populares, le da un giro al thriller de atracos a golpe de humor costumbrista y un puñado de personajes que se salen de los tópicos. Su película nos encantó en Sitges, nos ha vuelto a maravillar con su llegada a salas y hemos hablado con él para que nos cuente de dónde procede la energía que caracteriza a sus películas.
- Desde hace tiempo querías hacer una película de atracos...
Todo empezó en 2010, yo quería hacer una película de género. No sé si de atracos, pero desde luego sí de género. No conocía personalmente a los guionistas Javier Echániz, Juan Antonio Gil Bengoa y Asier Guerricaechevarría, que son muy prolíficos y tienen muchos guiones escritos aunque estén en un cajón, y les pregunté si tenían algo que encajara con esta idea.
Me mandaron '70 Binladens' con este título tan punki, que yo al principio no sabía de qué iba. Obviamente, luego me enteré de qué significa un "binladen" en argot [nota: un "binladen" es un billete de 500 euros], y después de leer el guión me quedé convencido de que quería hacerlo yo. En 2011 la cosa se paró porque salió 'Guernica'. Pero fue gracias a 'Guernica' precisamente que la película se reactivó después, y la hemos conseguido hacer muy rápido.
- ¿Ha habido entonces, con el paso del tiempo, distintas versiones del guión?
Con los años ha ido evolucionando, claro, pero básicamente la estructura no se ha movido. La protagonista, el escenario y los giros siempre han sido esencialmente los mismos. Antes había algún rehén más, y alguna cosa se simplificó en función de las necesidades de la producción, pero básicamente todo estaba ya en el guión de salida.
- Uno de los elementos más originales de '70 Binladens' es la mezcla de géneros, por ejemplo metes grandes dosis de comedia costumbrista...
Esa es la gran apuesta de la película. Una a la que yo tenía mucho miedo, porque si hay algo que admiro del cine de Corea del Sur es cómo mezcla los tonos con una naturalidad que para nosotros es muy complicada: o hacemos thrillers muy duros y solemnes, o comedias que son solo comedias. Aquí queríamos jugar con el tono, que recordara al cine quinqui de los ochenta, pero a la vez que hubiera momentos de distensión y humor.
La verdad es que en los pases que hicimos con público, la gente se ríe más de lo que yo esperaba. En el pase en el que estuvisteis en Sitges para mí fue una gran sorpresa ver que la gente se reía tanto. El humor siempre ha estado en el guión desde el principio, pero me sorprendió que sucedieran cosas muy interesantes como que la gente rompiera a aplaudir en momentos de gran tensión, como el estallido de una chica ucraniana que sucede durante la película.
- Mencionas el cine quinqui como un referente. Se nota sobre todo en el personaje que interpreya Hugo Silva, el atracador Jonan...
Mi idea era que ya que jugábamos con los tonos, jugar también con las referencias. Por una parte, quería que la película recordara al mundo de los thrillers de los setenta, a Lumet, a Don Siegel, buscando en las imágenes los tonos ocres y mostaza, con una fotografía alejada del estilo actual, que tiende más a los verdes y los azules. Pero a la vez quería jugar con la referencia patria al mundo quinqui: 'La estanquera de Vallecas', 'Deprisa, deprisa', 'Perros callejeros', 'Navajeros'... Los personajes de Lola y Jonan, los atracadores, perfectamente podían haber salido de cualquiera de ellas.
- ¿Cómo ha sido el trabajo con los actores? Buena parte de la fuerza de la película está en la entrega que le ponen a sus papeles...
He tenido mucha suerte de tener un casting como el que he tenido. No se suele dar con un reparto tan impresionante en todos los personajes, incluso en los secundarios están todos estupendos. Pero no hemos ensayado tanto como la gente cree. Trabajé con cada uno por separado, a todos les puse deberes: a Emma le daba un tipo de películas de referencia para que trabajara, que iban de 'Sospechosos habituales' a 'Jackie Brown' pasando por 'Tarde de perros', por supuesto, o 'Casa de juegos' de Mamet.
Y por ejemplo a Dani Pérez Prada, que hace de policía, le dije que se viera 'Plan oculto' de Spike Lee. Y los atracadores se vieron el documental de John Cazale, o vídeos de bandas punk de los ochenta, les puse muchos vídeos de Iosu Eskorbuto en sus últimos días, para que Hugo tuviera la referencia física, la forma de hablar... Todo eso fue un trabajo de documentación individual, y de trabajar la expresión física.
Estoy muy contento de que todos ellos se hayan alejado de la imagen que tenemos de cada uno de ellos. Pero lo único que ensayamos como tal fue el plano secuencia del atraco en sí, porque era importante que marcara el tono de cómo iban a hablar los actores y de cómo se iban a definir los rehenes. Pero no quise ensayar mucho para que no se perdiera la naturalidad.
- De hecho, da la impresión de que muchas líneas y momentos ha sido improvisados...
Todos los personajes son como son desde el guión, pero por ejemplo a Nathalie le dejé bastante libertad. Ahora me amenaza porque dice que no va a poder quitarse el personaje de encima nunca. Se metió en Lola y no salía de ella en todo el día. Decía "¡Silencio, vamos a rodar!" y ella gritaba "¿¡Por qué!?". Estaba completamente poseída por su personaje, que es lo que le permitía darle esa energía especial. Por eso hay muchas morcillas y frases inventadas de Lola que se dejaron: los apodos de los rehenes (Maestra, Pijita...), lo de llamar a la recortada "su cachorrita", y luego frases específicas que se han quedado en montaje porque le dan mucha vida.
- Es interesante la relación que se plantea entre los dos atracadores, completamente tóxica. ¿Cómo la formulaste?
Hablaba con los actores de que aunque haya dos mujeres protagonistas en la película, el personaje clásicamente "femenino" es Hugo, es Jonan, que tiene una relación de dependencia tanto con la droga como con Lola, que le manipula como quiere. Es una relación diferente a la habitual de este tipo de películas, donde el atracador es el tío duro y su compañera le sigue.
- Ya tenías otro proyecto que bebía del cine quinqui con Hugo Silva, 'Perros muertos'. ¿Qué fue de él?
Es curioso porque cuando anunciamos '70 Binladens', en IMDB alguien debió confundirlas y de repente apareció en la web que estábamos preproduciendo 'Perros muertos', y se renovó el interés en ella. Luego lo aclaramos y apareció que está en preproducción, pero no es así. A mí me encantaría, estos días obviamente he vuelto a hablar mucho de ella con Hugo, porque esa sí que tenía relación directa con el mundo quinqui de los ochenta.
Hugo, además, es muy fan del género, porque se crió en un barrio donde los yonquis campaban a sus anchas, había mucha heroína e iban a su barrio a pillar droga, y puteaban a los chavales que estaban allí jugando. 'Perros muertos' es un proyecto que mezcla terror, humor y western, y estamos intentando insuflarle vida y que no esté tan muerta como el título.
- Hay un mensaje algo amargo en la película al definir a todos esos personajes desesperados, de ambigüedad y de alejarte de buenos y malos...
Yo quería hacer una película en la que los personajes fueran como es la gente de verdad, ni blanca ni negra. Lo que más me gustaba del guión es que no juzgaba a ningún personaje, es decir, todos tienen algún punto moralmente reprochable. Muchos de los personajes secundarios tiene algún momento en el que intenta beneficiarse de algún modo de la situación, hasta personajes como el de la rehén que sale a buscar unas pizzas, y lo que hace es salir corriendo en vez de pensar en el resto. Tanto los atracadores como la protagonista, que debe mucho dinero, son producto del momento que vivimos. La película no es un drama social, ni mucho menos, pero sí que tiene una carga crítica sobre lo que estamos viviendo.
- Finalmente, y ya que eres un director que cuida muchísimo las formas, que hace películas incluso "clásicas" en ese sentido, me gustaría preguntarte qué piensas de las nuevas plataformas y de su choque con el cine tradicional...
Como dices, yo siempre voy a defender las cosas en pantalla grande. El diálogo entre el espectador y la película en el cine es muy distinto a cuando lo hacemos en casa. Yo tengo una pantalla de tres metros y un proyector, pero aún así, no es lo mismo estar en casa, estás pendiente del móvil, te levantas... cuando vas al cine hay algo de proactivo: sales de casa, pagas la entrada, te sientas en una sala... Pero por otra parte, estoy contento en que haya plataformas que levanten proyectos que de otra manera no se harían, como la última de Scorsese. Hay que evolucionar, cuando apareció el VHS la gente creía que se acabaría el cine en las salas...