Siete años después de triunfar con 'No habrá paz para los malvados', el cineasta Enrique Urbizu viaja a la pequeña pantalla con una serie para Movistar de creación propia, 'Gigantes'. La ficción se adentra en el mundo de las mafias y los negocios familiares en una Madrid sucia y corrupta.
La serie se presentó la pasada edición del Festival de San Sebastián, donde pudimos hablar con el director acerca de como se concibió el proyecto, de la importancia de la ciudad de Madrid o la rareza de filmar una serie en 2:35.
- Es interesante como ha cambiado el ritmo desde 'No habrá paz para los malvados'. ¿Cómo ha sido adaptarse a una historia tan vertiginosa como 'Gigantes'?
El material se te dobla y por ello el ritmo tiene que ser más febril, rápido... 'No habrá paz para los malvdos' es una película que intenta explicar el funcionamiento de cierto mundo y en 'Gigantes' parto de la base de que el espectador ya lo conoce. Esta serie quiere ser una máquina narrativa desencadenada: verbo, verbo, acción...
Los personajes se mueven condenados a la destrucción sin alcanzarla nunca, y eso te da un dinamismo que una historia tan tensa como 'No habrá paz para los malvados' no lo permitía. 'Gigantes' es más ágil y lúdica, pero no es voluntad mía, es del material y tú tienes que estar al servicio de un guión.
- ¿Concebiste la serie episódicamente o como una película larga ajustada en postproducción?
No, la serie tiene carácter de serial desde el principio. Teníamos muy claro que serían capítulos de cincuenta minutos y con una estructura que no conocíamos al principio; con un largometraje tienes clara la meta pero aquí no, fuimos explorando capítulo a capítulo.
- ¿Por qué es importante que la historia se cuente en Madrid? ¿No podría haber sido otra ciudad del mundo?
Claro que podría, pero ese es trabajo de otras ciudades y otros cineastas. Los escritores y yo somos ciudadanos de Madrid y es el entorno que conocemos, hay que trabajar con entornos que resulten familiares y cercanos.
Madrid y sus calles son el personaje central de la serie, son calles casi fundacionales en la historia de la ciudad, calles que han hecho mucha riqueza, llenas de submundos y con dos o tres barrios y lugares (Latina, Cascorro o Lavapiés, Curtidores) que definen la esencia de Madrid y su ancla en el pasado. Probablemente ese sea el único Madrid que permita una historia como esta.
- Comentan tus actores que eres una enciclopedia fílmica a la hora de rodar. ¿Cuáles son tus referentes?
Hay incontables referentes, es un saco gigante. 55 años de disco duro y, además, doy clases por lo que sigo estudiando cine. Más allá de lo profesional, la docencia se ha convertido en un gimnasio y al estar en relación con gente de veinte años crezco como cineasta. Nunca manejo referencias explícitas, pero siempre me hago preguntas de por qué los cineastas hacen las cosas como las hacen y esa es la principal enseñanza.
Los cineastas no somos superhéroes. Ni Orson Welles tampoco. Simplemente somos gente creativa que lucha con sus materiales para crecer. Lo peor que puede hacer un cineasta es copiar, la verdad está en la cámara y la cámara se debe poner en el sitio correcto.
- En cierto momento se ve en la casa una figurilla de Kronos devorando a su hijo, hay muchas referencias de este tipo, ¿verdad?
Sí, hay símbolos por todas partes. Está todo lleno de obras de arte, referencias animales: toros decapitados, caballos heridos... Saturno devorando a sus hijos es algo que estaba desde guión y nos ayudó a construir y apuntalar visualmente este mundo. Está todo muy medido y la elección de esa obra fue determinante porque el protagonista es básicamente eso.
- Cuando se anunció el proyecto saltaron las noticias de que estabas teniendo problemas con la cadena porque querías filmar en 2:35 ¿Cómo solucionaste eso?
¡Ahora es noticia rodar en 2:35! Ya ves tú, en donde estamos [risas]. Nos costó mucho convencer a la cadena de las bondades de este formato, pero como la vida es muy sabia, meses después de haberlo conseguido David Fincher presentó Midhunter en 2:35 o Antena 3 estrenó Fariña en falso 2:35. Yo contabilicé más de cuarenta campañas publicitarias en ese formato en todo un verano, es un mito eso de que a la gente no le gustan las franjas negras.
Ahora que está terminado, Movistar me lo ha agradecido porque es una carta de presentación excelente y tiene un pintón la cosa… es un formato que te permite el encuadre del grupo, algo prohibido en televisión, que te permite ver al personaje convivir con el decorado y eso es cine, gente diciéndose cosas en sitios con una escala de valores cromáticos. Un mundo construido de imágenes y sonido único.
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