Nacido el 1 de septiembre de 1976, Raúl Cerezo grabó sus primeras cortometrajes antes de alcanzar la mayoría de la edad, alcanzando su primera cima personal con 'Lenguas' (1997). Tras una etapa de su vida centrado en su desempeño profesional en diversas productoras, rueda 'Escarnio' (2004), título que participó en multitud de certámenes, consiguiendo llevarse algún premio en varias ocasiones. Tras esto, Cerezo dio el paso a la dirección de festivales de cortometrajes con ESCORTO, primer paso en su empeño de que existiera un certamen que llegue hasta donde los ya existentes no podían.
Años después, Cerezo rueda '8' (2011), corto con el que muestra una gran madurez en su cuidado trabajo de puesta en escena, algo que no ha pasado ni mucho menos desapercibido, ya que ha participado en más de 200 festivales, consiguiendo casi una veintena de reconocimientos. Tras la desaparición de ESCORTO, no desistió en su empeño de dar mayor trascendencia a este tipo de obras, primero a través de Córtate y posteriormente con Cortópolis, el cual aún sigue activo y goza de muy buena salud. De todo ello hemos tenido la ocasión de charlar con él y éste ha sido el resultado.
* Empezaste a rodar de forma casi incansable a una temprana edad, ¿En qué momento viste que hacer cine se había convertido en una especie de necesidad vital?
Desde muy niño tuve obsesión con el cine. Recuerdo que cuando veía las películas, había dos opciones: o que no me gustara y darle un solo pase o que me gustara, comprarme el vhs y analizarla plano a plano, parando la imagen con aquel pause criminal, fijándome en los diálogos, el atrezzo y hasta, sin conocimientos, el montaje. Pero literalmente, plano a plano. Recuerdo que con Los Padrinos estuve semanas. Por entonces tenía 15 años y a los 17 tenía claro que las aulas comunes me quitaban tiempo para aprender y empezar a pasar por rodajes, así que empecé una diplomatura de un par de años en una escuela y comencé a hacer mis pinitos en ella. Pero aquello estaba demasiado encorsetado y rápidamente fundé mi propia productora con un par de amigos, "Paranoia Producciones", en la cual nos volcábamos los fines de semana, día y noche.
Por aquél entonces, grabamos casi diez cortos que ante la falta de medios se agarraban fuertemente a un humor agresivo, generalmente. Sus títulos anunciaban la línea: 'Felación Forzada', 'Pirulas', 'Dolencias', 'Amor sin lindes', etcétera. También hicimos 'La Redención', que contaba unos días en la vida de dos etarras y también funcionó. Para nuestra sorpresa, la cosa empezó a cuajar en festivales, por allí funcionaban muy bien, creaban mucho ambiente y risas en las salas y conseguimos ganar un millón de pesetas (6.000 euros actuales) en premios. Y entonces, con ese dinero, realizamos el mediometraje 'Lenguas', una parodia sanguinolenta de Al Salir de clase que contenía un canto a la obsesión con el cine que te he contado, pero en clave de humor sexual, violencia y ataques varios. Terminé ese corto con 18 años y me sentí libre haciendo lo que amaba. Y entonces, supe que no pararía jamás
- ¿Hasta qué punto crees que tu experiencia profesional en diferentes productoras te sirvió para que hubiese una evolución formal entre 'Lenguas' y 'Escarnio', tu siguiente cortometraje?
Efectivamente, empecé a trabajar en varias productoras y programas televisivos de manera incipiente, gracias a que por aquella época había menos demanda y mucha más transparencia con las escuelas, pero puedo decirte que no me sirvió de nada en términos cinematográficos, en absoluto. Quizá pueda ser interesante para captar asuntos de logística, organización o producción, pero te diría que incluso ni eso, porque el sistema español establecido en esos términos tampoco es que sea envidiable y quizá la mejor opción sea cambiarlo o fijarte en el de otras geografías.
Estoy muy agradecido a dichas productoras (estoy en una desde el año 2000 de hecho) porque han sido el pan de cada día y lo que hace que tenga una estabilidad económica y, por ende, mental, para hacer cine, festivales y demás derivados, pero no creo aporten nada en términos cinematográficos. La evolución viene, sobre todo, de crecer como espectador. No sólo cinematográfico, sino también humano. Y, sobre todo, trabajar mucho y no parar de formarte. Pero eso no ha de cesar jamás.
- Dos años después de 'Escarnio' se celebra la primera edición de Escorto, ¿surge el segundo como una consecuencia de la inexistencia de una Festival con esas características cuando tuviste que mover el primero o era incluso una idea que ya venía de antes?
No, no, efectivamente, es lo que dices. De hecho, siempre lo digo. Suelen decirme que hacemos muy bien los festivales porque son muy innovadores, necesarios en sus secciones y que revolucionan el corto por darle otra dimensión, pero los mismos siempre han surgido por la necesidad como cortometrajista. Con Escarnio, tras sus 240 nominaciones y pasando por 1/3 de las mismas (físicamente), vi muchas lagunas (aún no solucionadas) en el mundo de los festivales y, entonces, acudí a unos amigos de El Escorial para celebrar allí Escorto, el cual estuvo durante cuatro años revolucionando sobre todo las siguientes cosas: premios a todas las categorías, la idea de un concurso de spots del propio festival que funcionaran como corto y una selección/palmarés riguros@, sin concesiones.
Habríamos revolucionado otras tantas, pero no nos daban más dinero. Y luego, pues lo de siempre, cuando nos íbamos a consolidar, el ayuntamiento se lo cargó sin demasiado sentido, pero esto es un poco lo de siempre y la historia que te pueda contar se ha repetido muchas veces y, tristemente, no dejará de repetirse jamás.
- En 2012 se celebra la sesión 0 de Cortópolis, ¿Nace este último con una idea de continuismo respecto a Escorto o en esta ocasión buscasteis revolucionar otros aspectos del mundillo del cortometraje?
Bueno, es más bien una evolución. Por el camino creamos otro proyecto, Córtate, pretendiendo que por fin se pagara por ver cortometrajes en una gran sala (la emblemática Capitol, del centro de Madrid) y que por fin los cortometrajistas tuvieran estrenos como los largometrajistas (sin estar metidos dentro de un festival), que tienen todo el derecho y muchas veces más calidad. Ellos ponen un depósito y lo recuperan con la entrada, dándole todo a ellos y teniendo ganancias según la cantidad de gente asistente. Es un proyecto que creé con la ayuda de The House of films y actualmente he abandonado porque es imposible gestionarlo a la vez que Cortópolis, que fue el siguiente paso y esperemos que el definitivo.
Cortópolis es lo que yo siempre he soñado en cuanto a un festival de cortometrajes referente y estamos intentando hacer lo que nos estimula: máxima proyección de calidad, continuo estudio del cortometraje, máxima calidad de selección, pantalla de estreno, encuentro de autores y público y diversas actividades que se consolidan con la creación de la Academia del cortometraje, que ya hemos anunciado pero no hemos dicho aún sus características..., y lo haremos en Septiembre. Pero sí, efectivamente, siempre me ha gustado trabajar en base a lo que ya has hecho, mejorándolo y evolucionándolo. Por eso me gusta embarcarme en proyectos personales y meditados.
- ¿Resulta complicado el compaginar el crear tus propios cortos y moverlos por diferentes festivales con el hecho de ser una de las mentes pensantes detrás de uno de ellos?
Mucho. Lo que más. Conozco a no pocos cortometrajistas que les encantaría hacer un festival y se quitan del medio por este asunto. Es muy complejo el hecho de presentar tu corto a competición y que, a su vez, gente de ese festival o jurados te presenten luego su corto y te digan...¡eh, que yo te cogí el tuyo, recuerda! Por no hablar de los cortometrajistas que se toman a mal el hecho de que no le cojas su corto y son colegas. O bien se enemistan contigo o bien, desde entonces, ya no son fan tuyos porque, yo qué sé, porque tú no te has pronunciado en tu festival como fan suyo, al no coger el corto.
En fin, muchas complicaciones de intereses creados que me dan problemas porque, de verdad, tengo muchos defectos, pero ése no es precisamente uno de ellos. ¿Quedar bien con un compañero para que luego, según mi criterio, el festival tenga peor programación? No da lugar. Pero luego también tiene sus cosas buenas, como estar al corriente de todo como cortometrajista y ponerlo en práctica como director de festivales. Pero complejo, sí.
- Sólo hace falta ver '8' para comprobar el notable esfuerzo técnico que supondría para ti y tu equipo, ¿que nos podrías contar al respecto?
Siempre he sido un amante de la expresión y del cliente contento. Te explico. A mí me suele gustar el cine más elaborado en todos sus aspectos, sobre todo en lo que respecta a tener el guión como un manual de instrucciones, que no quiere decir que no tenga importancia, pero tanta como ver un producto bien hecho. Primero te trabajas el guión hasta la extenuación y luego, como director, hablas con todo tu equipo, que es el que mueve la máquina, para que cada factor (arte, fotografía, etcétera) dé su máximo exponente.
El espectador, que es el cliente, no creo que esté descontento con un producto que está trabajado a todos los niveles. Kubrick, en alguna declaraciones, se quedaba patidifuso con el hecho de que le criticaran por perfeccionista. Y ésa es mi máxima. La cosa es que yo, de momento, me he movido en el mundo del corto y eso es mucho más complicado, porque en una película hablas con gente que ha aceptado un sueldo por lo que vas a pedirle, pero en el mundo del corto, por regla general, le estás robando un pedacito de vida para tu proyecto. Por eso, mi lema es que tu proyecto es el suyo. Hacérselo ver, sentir y, sobre todo, demostrárselo.
- ¿Cómo están actualmente las fronteras entre el mundo del cortometraje, ampliamente organizado en festivales y premios, y el del largometraje, más vedado para los jóvenes? ¿Qué ha cambiado?
Aunque soy un firme defensor del cortometraje como entidad disoluble del largometraje, es obvio que es un peldaño imprescindible para pasar al largometraje y, por regla general, lugar donde empezar a ver si eso de contar historias se te da bien. La cosa es que se debería tratar como medio per se. Me explico. Un cineasta, si coquetea con el cortometraje, no debería de tratarlo como una escuela de prácticas. Por dos motivos: 1. Degradar el sector y no respetarlo, ni a su público. 2. Cuanto mejor se haga y más se respete, mejor te irá después. Por eso trato el cortometraje como factor cualitativo por sí solo (como demuestra su excelente salud, mejor que la de los largos a día de hoy) y peleo por esa misiva, que es la que grabamos a fuego en nuestros festivales y por la que lucharemos en la Academia del Cortometraje.
Si el cortometrajista funciona con el público, con los festivales y con las relaciones profesionales que le surjan, está forjando su camino como cineasta, así que todo está en su sitio. Por eso creo que cuanto más se cuide el cortometraje de un país, mejor semilla y mejor cine se tendrá. El cortometraje y sus circuito tienen mucha más importancia de la que parece. La tiene toda, de hecho.
¿Qué ha cambiado? Pues que ahora mismo estamos en un período de transición en el que, encima, España va demasiado lento. Hay que adaptar rápidamente los nuevos caminos de distribución y eso hace que haya mucha confusión y, junto a la crisis, esto ha generado que prácticamente la industria del largometraje esté parada. Entonces, el cortometraje, su segunda casa, está lleno de "los de toda la vida" haciendo cortos, que se juntan con los que vienen por detrás y, ahora mismo, me atrevería a decir que lo que estemos avanzando o debatiendo está en el mundo del corto, no del largo. Por eso, ahora mismo el espacio del corto no puede ser más rico e interesante, aunque venga producido por una crisis.
- ¿Qué consideras que es lo que hace falta para que el cortometraje pueda competir quizá no en igualdad de condiciones con los largometrajes, pero sí al menos en una posición en la que por parte de buena parte del público no sea visto como algo de segunda o que directamente no merece la pena?
Interesante pregunta. Pienso que sería cosa imprescindible para todos, porque mejoraría la oferta cultural y la calidad del contenido de proyecciones. Deberían volver por imperativo a ponerse en los cines antes de cada película (pero por imperativo del gobierno, tal cual), también debería haber un tramo obligado en las televisiones (públicas y privadas), igual que les obligan a subvencionar ciertas cosas. Y luego también habría que invertir más en dvds recopilatorios, se debería dar más espacio en medios de comunicación, unos premios oficiales (en eso estamos con la Academia que hemos creado), etcétera. Pero, ante todo, te diría que el primero que tendría que apoyarnos es el gobierno con una campaña.
Devolver un poco lo que hace el cortometraje por España, que es exportar la cultura de este país por todas las nacionalidades, ya que el cortometraje español no para y su recepción es mundial. Sería buena forma de devolver la moneda, sin duda. Campaña de marketing y de espacios, que realmente a ellos les supondría poco del presupuesto e, insisto, la gente se lo agradecería, porque conocer el corto y su salud es mejorar tu vida y tiempo libre.
- Además, no sólo es el público quien ve con cierto menosprecio a los cortometrajes, ya que hay algunos realizadores que lo ven como un simple peaje para intentar dar el salto al largo lo antes posible, ¿qué habría que hacer para combatir esas ideas tan nocivas en lo artístico?
Aparte de lo que te digo en la pregunta anterior, habría que coger a ese realizador y decirle que crea más en su carrera posterior y en los cimientos que la sujetan. No conozco ningún director con un recorrido "envidiable" que pegue la patada al corto tras usarlo como kleenex, porque eso suele ser una manifestación tan ignorante como absurda. ¿Pegas la patada a algo porque dura menos que tu película? A lo mejor tu película no está todo lo cuidada que debería por hacer ese tipo de manifestaciones. A lo mejor tu película es peor y se hace más larga que el corto.
Y sí, Mikel, yo eso lo he oído mucho pero, sinceramente, se lo he oído a mucha gente que luego no saben por dónde se andan, aunque salten al largo. Deberíamos, para empezar, a grabarlo a fuego en las escuelas. Esto es un problema de raíz y hay que sanearlo desde las aulas. O más allá, desde la propia educación. Cargarse un formato entero así es igual de necio que cargarte todo el género del western porque las del oeste "son un coñazo". Son generalizaciones en las que todos caemos alguna vez, sí, pero que no se le deberían dar más crédito ni credibilidad que a las de un eructo silencioso en un bar.
- Ya cuentas con una dilatada experiencia tanto creando cortometrajes como en la organización de festivales dedicados a los mismos, ¿cuál va a ser tu siguiente movimiento profesional?
Pues ahora mismo hemos dado un gran paso que nos ilusiona y veremos cómo transcurre. Hemos creado la productora Harmonica Films, que va a proponer un modelo de negocio para hacer película a bajo coste, con rapidez y calidad de acabado. Su primer proyecto es "Los Ancianos", lo que sería mi ópera prima. Si funciona, seguiríamos haciendo cosas, tanto nuestras, como de otras personas. Asimismo, somos una empresa que nace para comprometerse con el cortometraje.
También presentaremos en Septiembre tanto la Academia del cortometraje como Cortopatía, festival que nace para suplir la falta de financiación de Córtate y ayudar a que el cortometraje tenga un estreno digno en España. Y mantener lo que tenemos, claro. Esos son los proyectos más inminentes.
- Gracias por tu tiempo, Raúl.
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