Para cualquier cinéfilo que se precie de serlo el nombre de Tomás Fernández Valentí no necesita presentación de ningún tipo. Su nombre es famoso por pertenecer a ese pequeño gran grupo de escritores que dejan sus textos en esa maravilla de revista que es Dirigido por, que dicho sea de paso le da mil patadas a la edición española de la mítica Cahiers du cinemá. Desde finales de los 80, Valentí nos ha hablado de cine, haciendo entre otras cosas estudios sobre diversos cineastas, siendo curiosamente el último de ellos el dedicado a la figura de Clint Eastwood director. También escribe en la revista hermana de la mencionada, ‘Imágenes de actualidad’, que dicho sea de paso le da mil patadas a cualquier otra revista similar.
En sus críticas destaca la puesta en escena por encima de todo lo demás. Según Valentí, y razón no le falta porque es de una lógica aplastante, es el “lenguaje” del cine del mismo modo que la literatura está definida por la riqueza del lenguaje. No significa ello que descuide otros aspectos como el guión, que evidentemente tiene un gran peso, pero como él mismo dice es la puesta en escena lo que le motiva principalmente a la hora de hablar de una película. Crítico riguroso como pocos, se caracteriza por una prosa sencilla que no impide, sino todo lo contrario, lanzar profundas reflexiones.
Valentí, al que también podéis leer en su blog, ha tenido la cortesía de concedernos esta entrevista, la cual he encontrado muy jugosa en las respuestas.
¿Cómo se hace uno crítico de cine? ¿Vocación?
Por regla general suele ser por vocación. Al menos en mi caso lo fue. Empiezas como simple aficionado, vas ampliando tu interés a base de ver muchas películas, buenas y malas, y de leer mucho sobre el tema en revistas y libros, y vuelvo a insistir al menos en mi caso, empiezas a escribir críticas como hobbie. Ahora bien, sé de otros compañeros que se han iniciado estudiando periodismo, por ejemplo, o que antes de escribir como profesionales primero habían trabajado como críticos o comentaristas de cine en la radio. También existen hoy en día academias que imparten cursos de crítica de cine, lo cual no sé hasta qué punto se puede aprender si no se tiene como base un gran amor por el cine. En ocasiones han llegado a proponerme dar clases o hacer seminarios en estas academias, pero es algo a lo que me resisto porque no tengo la menor vocación docente y creo que ni siquiera sabría por dónde empezar. Asimismo pienso que la forma de hacerse crítico de cine ha ido variando por el paso del tiempo. Para los que ahora estamos entre los 40 y los 50 años, tuvo una importancia decisiva el haber vivido los últimos coletazos de las sesiones de programa doble en cines de barrio y la enorme cantidad de ciclos de cineastas clásicos que se emitieron por TVE en la década de los ochenta, gracias a los cuales muchos pudimos descubrir mucho cine. Para la gente de generaciones posteriores, cuando les hablas de todo esto, carece de sentido, porque han crecido y se han formado como críticos gracias sobre todo al VHS, al DVD e Internet. No creo que un sistema sea mejor que otro, con la diferencia de que los ciclos por televisión eran más compactos y coherentes, al ser monotemáticos (un director, un género, etc.), mientras que el otro sistema es más disperso, al ser más libre, y se va más a saco, a no ser que la propia persona tenga conciencia de ello, sea disciplinada y sepa organizarse bien a la hora de seleccionar lo que ve y lo que no.
¿Consideras, como alguno de tus compañeros, que esta profesión está mal vista por el 90% de la humanidad (espectador normal y corriente)? ¿Realmente es culpa del crítico?
No creo que sea tanto una profesión mal vista como, sobre todo, una profesión mal conocida o malentendida. Creo que, por regla general, se respeta al crítico de cine, hasta el punto de que no son pocas las personas que, por ejemplo, se guían por las famosas “estrellitas” que aparecen en revistas o en la prensa diaria para decidir si ven o no una película. A mí, particularmente, no me gusta que nadie se guíe por lo que escribo, me considero alguien que se limita a dar una opinión, no a dar directrices. Cuando me refiero a que se trata de una profesión mal conocida, quiero decir que se trata de un oficio muy poco o nada glamuroso, o mucho menos de lo que pueda parecer visto desde fuera. Cierto, hay críticos que van a festivales y a lo mejor, es un decir, se hacen fotos con David Lynch, pero eso también hay aficionados que lo hacen. Habitualmente no hablas de tú a tú con las grandes figuras del cine, salvo contadas excepciones. Ser crítico de cine no le abre las puertas a nadie. Tampoco es una profesión bien pagada, salvo excepciones, y has de trabajar en un periódico de gran tirada para sacarte con ello un buen sueldo, tampoco un sueldazo, y por lo general a costa de tener que escribir sobre muchas cosas también relacionadas con el cine pero que no te apetecen tanto como las que particularmente te gustan. Esa es una de las razones por las cuales compagino esto con otro trabajo: trato, en la medida de lo posible, de escribir sobre todo de lo que me gusta, y escribir menos sobre lo que menos me gusta. Ahora bien, el que haya gente que tenga una mala imagen del crítico de cine y considere que es, por ejemplo, un pedante, un creído o un presumido, no depende del hecho de que sea crítico de cine, sino de si la persona en cuestión es un pedante, un creído o un presumido, con independencia de su profesión.
¿En qué situación crees que está la crítica española? ¿Hacen falta más revistas estilo ?Dirigido? o ?Cahiers??
Creo que ahora mismo la crítica española está demasiado dividida entre ciertas posturas excesivamente radicales y opuestas entre sí, las que abogan por un “cine de autor” puro y duro, cuanto más minoritario, mejor, con lo cual ellos mismos se limitan, y las que abogan por una especie de “cine total” que, no obstante, evita lo minoritario, con lo cual también se limitan. Jean-Luc Godard contra Steven Spielberg. David Fincher contra Abbas Kiarostami. Me parece una soberana tontería. Además, es un debate que no tiene nada de novedoso, dado que es tan viejo como el propio cine. “¡Abajo Ford, viva Wyler!”, se decía sesenta años atrás. Otra estupidez. Cada cineasta es un mundo en sí mismo considerado. Hay tantas maneras de ver y entender el cine como personas hay en el mundo. No creo en esas posturas radicales, no creo en radicalismos de ningún tipo. Tampoco creo en que haya que comulgar con piedras de molino, aceptar como bueno o malo lo que te venden como bueno y malo. Creo en la diversidad de estilos, de temáticas, de estéticas; en la experimentación y en lo clásico. Creo, por encima de todo, en un cine que llegue al espectador, y que le llegue de distintas maneras: de una manera intelectual o de una manera emocional. Pero también creo en la opinión personal e intransferible, porque creo en el individuo. Y eso nada tiene que ver con el hecho de que, en muchas ocasiones, uno esté completamente de acuerdo con las opiniones de otros colegas o de amigos, porque lo que valoro es la opinión en sí, no si la opinión es del amigo o del colega. No estoy seguro de si la solución a esa división (suponiendo que esta división sea un problema que haya que solucionar, cosa que tampoco veo demasiado clara porque defiendo la disparidad de criterios y de opiniones) consistiría en que hubiese más revistas tipo Dirigido por… o Cahiers du Cinéma. España, y más teniendo en cuenta, siendo realistas, que se trata de publicaciones minoritarias, pues está muy claro que, si bien a un público masivo le gusta ir al cine, no a todo el mundo le gusta leer sobre cine, que no es lo mismo. Hace poco leí una declaración de Julio Medem que me parece acertada: hay críticos que ven demasiadas películas, están cansados, saturados de tanto ver cine, y con el paso de los años el cine acaba cansándoles. Es como un empacho. Y eso hace perder la perspectiva, la frescura, las ganas de ver y descubrir cosas nuevas. De este modo se generan, paradójicamente, críticos de cine a los que, en el fondo, no les gusta el cine, o ha dejado de gustarles, por rutina, por hastío, por una forma mecánica y rutinaria de entender el oficio…
¿Qué opinión te merece toda esta invasión en Internet de nuevos críticos, ayuda o por el contrario mancilla una profesión destinada a unos pocos elegidos?
Pues la opinión que me merece es totalmente positiva, puesto que Internet supone una puerta abierta a la opinión y a la libertad de expresión, y eso siempre hay que celebrarlo. Es lógico que surjan nuevos críticos, y nuevos de todo, pues los que ya estamos dentro no vamos a vivir para siempre; es más, yo también fui en su momento un “nuevo crítico”, tenía 25 años cuando empecé a escribir en Dirigido por…, y, por ejemplo, Quim Casas empezó incluso antes, a los 22 ó 23, creo recordar; además, por algún sitio hay que empezar, e Internet es un sito tan bueno como cualquier otro. Si te refieres a si me siento, quizás, “empujado” o amenazado por los que vienen detrás, en absoluto, pues cuando yo empecé tampoco lo hice con la intención de empujar o reemplazar a nadie: aquí hay sitio para todos. No creo que, a priori, nadie que escriba en Internet mancille una profesión destinada a unos “privilegiados”; creo que si alguien escribe bien, tarde o temprano acaba destacando, lo haga o no en Internet. Vuelvo a insistir en que tampoco creo que esta profesión sea sólo para unos pocos elegidos, en primer lugar porque no somos tan pocos, sino más de lo que parece, los que escribimos sobre cine; y que, como en todo en la vida, las posiciones de “privilegio” dependen del esfuerzo, la dedicación, la tenacidad, las oportunidades y la suerte de cada cual, como en cualquier otra profesión. ¿Que a lo mejor hay “enchufismo” y “comadreo”? Exactamente igual que en cualquier otra profesión, no más. Aclaro rápidamente que a mí no me enchufó nadie ni nunca he enchufado a nadie. Pero, vuelvo a insistir, no creo que escribir en Internet sea algo “inferior” al escribir sobre el papel, dado que en ambos casos se trata de saber escribir y hacerlo lo mejor posible. De acuerdo en que quizá hay mucho nuevo crítico de Internet que a lo mejor “mancilla”, como dices, la profesión, pero si lo hace será porque escribe mal o dice barbaridades, no por el hecho de que se exprese en Internet; los hay que también “mancillan” y dicen burradas entre los que publican en papel, y no por eso son mejores que los que lo hacen en Internet. Papel e Internet no son más que soportes, los cuales no implican juicios de valor a priori, o por lo menos para mí no.
¿Los de la era papel teméis a los de la era de Internet? ¿Ahora algunos huís de la crítica y os pasáis al ensayo fílmico (pregunta con obvia trampa)?
Como más o menos ya he contestado antes, yo no los temo. Por el contrario, más bien me inclino a pensar: pues bienvenidos seáis. Cuantos más seremos, más reiremos. Además, yo también tengo mi propio blog y colaboro en otros portales de Internet, con lo cual también me considero de la era de Internet, ya que me muevo entre los dos mundos y sin problemas. Por otra parte, tampoco temo a los que escriben en papel. ¿Por el temor del que hablábamos antes, a ser “sustituido” o “reemplazado”? Si tiene que ocurrir, ocurrirá, diga lo que diga y haga lo que haga. Y los que ahora “empujan” o “reemplazan” a los veteranos también se harán mayores y corren el riesgo de ser, a su vez, “empujados” y “reemplazados”. Ahora bien, ignoro si hay colegas míos que teman a los que escriben en Internet, lo cierto es que nunca ninguno me lo ha comentado, así que no puedo responder por ellos. En cuanto a la segunda parte de tu pregunta, si te refieres a si alguna vez he tenido la tentación de hacer yo mismo cine, te respondo que ninguna en absoluto; con franqueza, ni siquiera se me ha pasado por la cabeza con un mínimo de seriedad. Respeto mucho a quien lo haya hecho o quiera hacerlo, naturalmente, pero a mí lo cierto es que dicha posibilidad no me ha tentado jamás. Si hay algo, aparte de la crítica de cine, que me atrae hacer algún día, es la literatura, pero hasta ahora tampoco he hecho nada en serio, porque la literatura me da mucho, mucho respeto; pero lo que es hacer cine, de verdad, no me interesa para nada. Eso forma parte de la inquietud o inquietudes de cada cual.
Siguiendo con Internet, ¿crees que puede ser una herramienta que está siendo muy desaprovechada a la hora de utilizarla como promoción de películas?
No creo que esté desaprovechada; es más, muchas expectativas alrededor de ciertas películas se han formado precisamente gracias a Internet. Lo que pasa es que, al menos por ahora, dichas expectativas no han terminado de funcionar, es decir, por ahora no ha habido casos significativos de películas que hayan sido grandes éxitos de taquilla gracias a su promoción previa en Internet. Es el caso de Serpientes en el avión o de la reciente ‘Kick-Ass’, las cuales, al menos en los Estados Unidos, fueron objeto de potentísimas campañas en Internet, y a la hora de la verdad sus recaudaciones, sin ser malas, al final tampoco fueron nada del otro jueves. Así que, más que falta de provecho, lo que quizá hay es una carencia de una estrategia de publicidad enfocada hacia Internet que sea distinta, sin salirnos del mundo del cine, a la que se hace en revistas o en televisión. Hay veces en que la publicidad de cine en Internet no es sino un equivalente de lo que se hace en revistas o en televisión, es decir, poner fotos o poner tráilers, y quizá habría que darle una forma nueva, más específica para Internet. No me preguntes cuál: si lo supiera, ahora mismo no estaría contestando esta entrevista, sino que estaría en mi despacho de mi agencia de publicidad para Internet en Nueva York…
¿Lees blogs especializados, y en general qué opinión te merecen?
Leo algunos blogs, por lo general aquellos cuyo enlace tengo en el mío, si bien confieso que no los sigo con la asiduidad que quisiera, y no por falta de interés sino por falta de tiempo. La opinión que me merecen en general es positiva, dado que se trata de personas que demuestran tener un gran interés por el cine y aprovechan Internet como un espacio para expresarse, lo cual me parece perfecto. Vuelvo a insistir en que no veo diferencias entre publicar en papel y publicar en Internet, que eso no debería suponer ninguna valoración a priori ni ningún prejuicio, y que lo que realmente importa es que la persona escriba bien y sepa expresar sus ideas. La única “pega”, relativa, que les encuentro a la mayoría de blogs de cine es que muchos de ellos suelen ser monotemáticos, que abordan parcelas muy concretas del cine como, por ejemplo, el terror (de éstos hay muchísimos), o el exploitation en todas sus formas, lo cual está muy bien en sí mismo considerado pero el lector, consumidor o navegante que entra en ellos y que sienta el mismo interés por el cine que quienes los hacen deben tener en cuenta que los blogs no son verdades absolutas ni nada por el estilo (¡ni siquiera el mío!; es más, el mío menos que ninguno, que es, creo, subjetivo a más no poder), sino lugares curiosos que permiten conocer de primera mano curiosidades de la historia del cine, pero que por eso mismo ofrecen en ocasiones, y salvo honrosas excepciones, visiones parciales y limitadas de áreas concretas del cine, nada más. No son El Cine con mayúsculas. Pero, claro, aquí vuelve a jugar el factor tiempo: quienes hacemos blogs, lo hacemos en nuestro tiempo libre o a ratos, y al menos yo no estoy en esos momentos para dar lecciones de historia del cine, en primer lugar porque no quiero, pues ya hay libros y academias para eso, y en segundo lugar, porque lo hago para divertirme, y esta última acaba siendo la razón principal por la cual se hace un blog. Lo que quiero decir, por tanto, es que los blogs hay que tomárselos como lo que son: más bien un complemento de la cultura cinematográfica general, si nos centramos en los de cine, que no la fuente de la sabiduría ni nada por el estilo. No creo que lo pretendan tampoco.
Como especialista del cine que eres, no me resisto a preguntarte por tus pasiones (géneros, actores, directores, etc.) y cómo no por todo lo contrario, alguien a quien le tengas manía. Mójate.
¡Buf, buf, buf! Ésta es la típica pregunta que, para contestarla con propiedad, tendrías que escribir un libro, y para poder hacer ese libro, haber vivido casi una vida entera como amante del cine. Contestando rápidamente, y por tanto superficialmente, diré que el género que más me ha interesado siempre es el fantástico, en sus acepciones de terror y ciencia ficción, y por una razón muy sencilla y, a la vez, tremendamente complicada: porque es el género que más depende del concepto de puesta en escena que tanto me gusta, porque es el género cuyo sentido nace de la planificación, del encuadre, del montaje, del movimiento de cámara. Me atrevería a decir que, por definición, el cine fantástico es el más rico e intelectual de los géneros, en lo que a concepción teórica se refiere, y a pesar de que, claro, no siempre dé lugar a películas también ricas e intelectuales, sino más bien todo lo contrario (lo cual demuestra que es más difícil y complejo de lo que parece a simple vista). Al fantástico le sigue de cerca el western, que me parece la mayor contribución del cine norteamericano a la cultura universal; echo de menos que no se hagan más westerns en los Estados Unidos, me parece increíble que hayan renunciado o tenido que renunciar, por cuestiones comerciales, a una parcela tan magnífica de su cultura. También me gusta mucho la comedia norteamericana clásica, pero sólo hasta los años sesenta (Jerry Lewis), como mucho. La actual comedia norteamericana, o Nueva Comedia Norteamericana como la llaman algunos, y que a mí no me parece que tenga realmente nada de nuevo, me deja indiferente, y lo que es peor, no me hace reír… Pero, por lo general, cualquier película de cualquier estilo, clásico o moderno, muda o sonora, me puede gustar por sus valores artísticos intrínsecos y con independencia de su género. Si tuviese que decir un género que nunca me ha entrado del todo bien es el bélico, a pesar de que hay en él películas que me encantan; pero me encantan películas concretas del bélico, no el bélico en sí. ¿Directores? Aquí nos podemos morir todos… De los clásicos de toda la vida, los de cabecera son dos: Alfred Hitchcock e Ingmar Bergman. Pero, claro, hay muchísimos más: Murnau, Dreyer, Mizoguchi, Ozu, Kurosawa, John Ford, David Lean, Andrei Tarkovski, etcétera, etcétera, etcétera. ¿De los modernos? Depende de a partir de cuándo consideremos a un director “moderno”. ¿Años setenta para acá? Sin duda, la generación de Coppola, Scorsese, Spielberg, De Palma, etcétera. Y los dos “Davids”, Lynch y Cronenberg, aunque sus últimos trabajos, si bien interesantes, no me convencen tanto como los que hacían antaño. Y, de los europeos de esta época, sin duda Werner Herzog, que siempre me ha parecido el mejor cineasta alemán de su generación, mejor que Wenders o que Fassbinder, el cual nunca me ha entrado bien. ¿Los modernos-modernos…? Actualmente, dentro del cine americano, destacaría a Todd Haynes, David Fincher, M. Night Shyamalan, Christopher Nolan (si bien es británico); Haynes me parece mucho mejor que Gus Van Sant, por ejemplo, que tampoco me disgusta pero me parece sobredimensionado. Quentin Tarantino, lo mismo: todavía hoy sigo quedándome con Reservoir Dogs y más o menos un 60% de Malditos bastardos, nada más. Europeos modernos-modernos: unos cuantos franceses que me interesan, como Arnaud Desplechin (éste, creo, es el mejor), Assayas, Ozon…; de los británicos, Mike Leigh; Lars von Trier me parece un hombre muy listo que se dedica a hacer el tonto para impresionar a los más tontos, con la excepción de Anticristo, que ésta sí es magnífica. Los orientales, que hay que citar forzosamente para que vean que eres “serio”: sobre todo Zhang Yimou, pero también cosas de Wong Kar-wai, Hideo Nakata, Hirokazu Kore-eda, Johnnie To; alguna cosa de Hou Hsiao-hsien, no todas; nunca me ha gustado mucho John Woo, y creo que tiene cosas realmente horribles; Jia Zhang-ke, de momento, me deja frío. ¿Manías? Si te refieres a cineastas que no me entran de ningún modo, la mayoría de los españoles, con Pedro Almodóvar a la cabeza: nunca me ha gustado ninguno de sus trabajos, y los que hace ahora me parecen aburridísimos; al menos, al principio de su carrera, era divertido, si más no. No quiero alargarme con el cine español porque, salvo honrosas excepciones, me parece una pérdida de tiempo. Tampoco me entran demasiado bien ni Manoel de Oliveira (a pesar de que me gustan El valle de Abraham y El convento) ni Abbas Kiarostami (de quien sólo aguanto El viento nos llevará); dentro de los iraníes, sin ir más lejos, me parece mucho mejor Majid Majidi, del cual no se habla tanto porque no está “de moda”. El problema que tengo con muchos “autores” o que “van de autores” del cine más contemporáneo es que los comparo con Bergman, y al momento todos ellos quedan anulados por un cineasta más antiguo en el tiempo pero a la vez más moderno, innovador, vanguardista, profundo y trascendental que todos ellos juntos. Teniendo a Bergman, o a Tarkovski, o a Dreyer, ¿por qué tengo que conformarme con medianías? Que los superen, si pueden. Que no pueden. Finalmente, ahora que no nos oye nadie (je, je), confieso una auténtica fobia: Juliette Binoche. ¿A nadie más que a mí le parece que Juliette Binoche es la actriz más insoportable, arrogante, creída y relamida de la historia del cine? Si tuviese tiempo, haría un blog titulado Odieamosajuliettebinoche.com.
Yo siempre me refiero al ?western? como el género puramente cinematográfico, como el mejor de todos. ¿Estás de acuerdo?
Ya te he comentado que el western está entre mis preferencias. En cierto sentido, sí, es el más puro de los géneros, dado que admite contagios de otros géneros, como el de aventuras, el melodrama, el musical y, en raras ocasiones, incluso el cine de terror, sin por ello dejar de ser un western. Es una especie de macro-género capaz de englobarlo todo sin dejar de ser él mismo. Aprovecho la ocasión para añadir que el western europeo, o eurowestern, tampoco me entra demasiado bien, aunque reconozco que lo he ido apreciando más con los años. Todavía estoy aprendiendo. Ésa es una de las claves del crítico de cine, o debería serlo: nunca terminas de verlo todo; nunca terminas de saberlo todo; siempre tienes que estar abierto a nuevas cosas… En caso contrario, te vuelves un cretino arrogante.
Con la actual manía de cine de consumo rápido y olvido aún más rápido, ¿no crees que algo se está perdiendo en la forma de hacer determinado tipo de cine?
Veamos, es una cuestión compleja. Si te refieres a pérdida de calidad, sí, creo que el cine actual es peor que el de décadas atrás, haciendo una valoración del nivel medio de calidad. Si te refieres a que la velocidad con que se estrena y salta de cartel todo impide apreciar las buenas películas porque se mezclan con las malas, también estoy de acuerdo; hay buenas películas que son redescubiertas más tarde, vistas en DVD o Blu-ray, porque cuando se estrenaron no hubo tiempo material para ir a verlas. ¡A mí me pasa cada dos por tres! En Barcelona, donde vivo, se estrena cada viernes una media de seis u ocho películas. ¿Crees que las veo todas? En absoluto. Y, como decía antes citando a Medem, creo que también es contraproducente pegarse empachos de películas, acabas aburriéndolas. Pero, yendo un poco más allá, es posible que incluso cierto cine no tan comercial está empezando a contagiarse de ciertos tics del cine comercial. Hoy en día se lleva un montaje muy corto y rápido, y a veces tienes la sensación de que ese sentido del montaje está empezando a impregnar a películas teóricamente más “serias” (es una forma de hablar, tampoco creo en lo que se conoce como “cine serio”), porque el espectador se ha acostumbrado a esa rapidez y ya no hay opción a “saborear” unos pocos segundos más una determinada imagen: las imágenes nos ametrallan. Vivimos en una sociedad líquida, como la define el filósofo Zygmunt Bauman, una sociedad que es como el agua, que cada día está cambiando y se nos escurre entre los dedos y no nos deja tiempo para apreciar nada, entre otras muchas cosas el arte y la cultura en general y el cine en particular. Y por eso se hace, también, un “cine líquido”, que a la que te descuidas ya se ha ido río abajo…
Y terminando de nuevo con la crítica, ¿Ángel Fernández Santos o Carlos Boyero?
Pues la verdad es que ninguno de los dos es santo de mi devoción, si bien prefería a Fernández Santos que a Boyero. No tengo absolutamente nada personal contra Boyero, es una mera cuestión de si te gusta lo que escribe o no, nada más. Seguro que mucha gente se aburre con lo que yo escribo, y me parece bien: no puedes contentar a todo el mundo, ni lo pretendo. Quien no quiera leerme, que no me lea: seguro que hay cosas mejores que leer. Y Boyero, lo mismo. ¿Te irrita lo que escribe Boyero? No lo leas. Y, si a pesar de todo, lo lees, pues será que en el fondo te gusta, o por lo menos te divierte, y además le estás siguiendo el juego. Nada obliga a leer a nadie. Ahora bien, me parece una soberana estupidez la recogida de firmas que hubo contra Boyero por sus comentarios en el Festival de Venecia de hará un par o tres de años, ya ni me acuerdo. Que personas que van de cultas, progresistas y demócratas recojan firmas contra otra persona que se ha limitado a expresar libremente su opinión me parece justo lo contrario: inculto, reaccionario y antidemocrático. ¿Qué no os gusta Boyero? ¡No lo leáis! No me leáis a mí tampoco, si no os gusto. ¿Quién os obliga? ¿O qué? ¿El hecho de que Boyero escribe en un periódico de gran tirada? Pues entonces leedlo, y luego rebatid las opiniones de Boyero con argumentos, no con recogidas de firmas. Estas historias no son honestas. Cuenta les tendrá a los que firmaron. Yo no sé por qué lo hicieron, ni quiero saberlo. Además, ¿hay alguien tan tonto como para creerse que Boyero dejará de escribir lo que escribe porque hayan recogido firmas en contra de él? Todo eso no son más que poses de cara a la galería.
Muchas gracias por tu tiempo, Tomás.