Ha llegado un punto en el que es difícil discernir si Nacho Cerdá es más conocido en España por su carrera como director de cine o por ser la principal mente detrás de Phenomena Experience, una iniciativa que ha permitido que se recupere, aunque sólo sea ocasionalmente, la magia asociada a acudir a una sala de cine. Nacido en 1969, dio el salto al cine con tan sólo 21 años con el cortometraje 'The Awakening', desarrollando una carrera que le permitió largo tiempo después rodar 'Los abandonados' ('The Abandoned', 2006), aunque entre medias tuvo tiempo para probar muchos otros campos, desde la enseñanza hasta el rodaje de un videoclip de un famoso grupo español.
Hemos aprovechado el cierre de la temporada de Phenomena en Madrid de hoy 7 de julio para charlar un rato con él, tanto sobre su labor y experiencia como cineasta como acerca de su vital implicación en tan particular iniciativa.
Nacho Cerdá, el director
- ¿En qué momento surgió tu pasión por el cine?
Bueno, desde que mi tío me enseñó a proyectar superochos en casa. Un corto de Charles Chaplin que se llamaba ‘Charlot Marinero’ y la copia acabó hecha polvo de tantas veces que le pedí que me la proyectase. Era un corto de diez-quince minutos, seguramente un extracto de una peli más larga que creo que era ‘Charlot emigrante’ ('The Immigrant (A Modern Columbus)', 1917). La descubrí a los cinco años, porque tengo un montón de recuerdos de esa película, creo que sería de las primeras de las que vi.
Fue entonces cuando la fascinación se fue desarrollando durante los años, pues mis padres eran aficionados a ir al cine. Nos llevaban constantemente y cada semana íbamos a ver todo tipo de películas de estreno. En aquella época, pues claro, hablamos de los Bud Spencer hasta los James Bond de los setenta, películas de consumo que me hicieron despertar primero la fascinación y luego una pasión en mi vida por el cine que posteriormente se transformó en una necesidad de convertirlo en mi profesión.
- ¿Y cuál fue tu primera experiencia en la gran pantalla?
Pues no me acuerdo. Lo que te puedo decir es que la primera que me impactó fue ‘Tiburón’ ('Jaws', Steven Spielberg, 1975). La vi, si no recuerdo mal, a los seis años en diciembre del 75, cuando se estrenó aquí en España y tuve una revelación. Como espectador nunca hasta entonces yo recuerdo algo tan imborrable como aquella imagen de Richard Dreyfuss buceando por un barco hundido y que le sale eso. Te puedo decir que esa es la que se me quedó durante años y que fue la que posteriormente recupere en vídeo cuando ya tenía tal vez doce y me dediqué a ponerlo una y otra vez. Igual es que el cine tenía esa capacidad de recuperar las emociones y revivirlas de nuevo, como casi rompiendo una barrera en el tiempo y el espacio, y eso es algo que me apetecía mucho vivir.
Compartir esa película con otros pues hacía que transmitiera esas emociones. Siempre me ha gustado eso de la comunicación vía cine con la gente.
- Debutas en la dirección con los tres cortometrajes que forman la trilogía de la muerte, ¿tu interés por ese tema se remonta también a 'Tiburón' o hay otras películas que te marcaron?
Bueno, yo creo que la fascinación por el fantástico viene del miedo que pasé viendo la película, y me despertó unas sensaciones muy agradables, aunque sea un poco contradictorio decirlo. Te hace pasar miedo y te lo hace pasar mal, pero al mismo tiempo estás en la seguridad de tu casa o de una sala de cine y esta fantasía que vives durante dos horas. Esto me abrió la puerta al cine de terror, al cine más bien de suspense, que fue lo que posteriormente desarrollé como cineasta cortometrajista. Pero durante esos años que separan mi primer corto de digamos mi etapa de formación cinéfila hay montones de descubrimientos: Sam Raimi, John Carpenter, Dario Argento... Directores cuyas películas fueron superimportantes.
Hay otra que me marcó muchísimo, 'La Cosa' ('The Thing', 1982) de Carpenter o también 'Tenebre' (id, 1982) de Argento. Fueron títulos clave para mí. Y 'Posesión Infernal' ('The Evil Dead', 1981) de Raimi, cómo no. Esas fueron las películas que me impactaron más. Luego empecé a descubrir otras que por edad no podía haber visto como 'El exorcista' ('The Exorcist', William Friedkin, 1973), el cine de Lucio Fulci o italianadas de éstas de serie B que pude recuperar en vídeo y me lo pasaba en grande. Yo creo que eso fue el origen de todo.
- Posteriormente estuviste varios años sin rodar nada, ¿nos podrías contar algo sobre los proyectos que se te quedarían en el tintero durante esa época?
Sí, en esa época estuve con una productora en Madrid que no acabó de sacar un proyecto que teníamos entre manos que, curiosamente, ahora hará mucha gracia, pero se titulaba 'Oblivion' y era una película postapocalíptica. Después de ese pequeño inciso en Madrid me fui a Filmax. Durante dos años intentamos levantar ese proyecto que no acabó financiándose y fue cuando acabé haciendo 'Los abandonados', es decir, que hubo un periodo muy largo desde el 98 hasta el 2004, que fue cuando comenzó la preparación de la película, pues pasaron seis años. No estuve parado, ni mucho menos, rodé algún videoclip como uno para El canto del loco, concretamente el de 'A contracorriente', y luego me dediqué durante unos años a la enseñanza en la ESCAC. Y aparté escribí otros proyectos que no salieron adelante, porque esto del cine es complicado. También hay un factor suerte y en ese momento no la tuve.
- Durante esa época también se empezó a hablar de 'Ataúdes de luz', ¿cuál fue tu objetivo al ir alimentando la leyenda alrededor del mismo?
Bueno, también un corto para '99euro-films' (Varios Directores, 2001), un proyecto un poco en la línea de 'The ABCs of Death' (id, Varios directores, 2012), segmentos rodados por directores diversos y a mí me llamaron para hacer uno representado a España con una historia muy sencilla de una chica que se suicidaba. Se llamaba 'Las olas', una película que pudo verse en festivales, pero en un circuito muy reducido y eso fue en el año 2002.
Inmediatamente antes había empezado un documental, 'Ataúdes de luz', que es una visión un poco nostálgica y en tono de homenaje al cine fantástico español de la época de los 60 y 70, es decir, pasando por Paul Naschy, Jess Franco, etc. Personajes que ahora ya están todos muertos, pero que han supuesto un antes y un después en la historia del género en España y a los cuales yo les rendía un tributo. Una de las películas, que antes me he olvidado, que también me impactó de pequeño, aunque viéndola en casa, fue 'El espanto surge de la tumba' (id, Carlos Aured, 1973) que vista hoy podría ser un poco risible, pero en su momento me pareció una película muy inquietante. La vería con siete u ocho años.
Era un tributo que quería rendir personalmente a toda esta gente y aproveché una retrospectiva que se hizo en 1999 en el Festival de San Sebastián en la que invitaron a todos, incluyendo también a Narciso Ibáñez Serrador y, si no recuerdo mal, a Juan Piquer Simón, para elaborar un documental en base a la figura de Sergio del Monte, un cineasta en su época maldito, de los cuales había muchos, sin ir más lejos Iván Zulueta, pero a partir del cual trazamos un pequeño fresco de la época. Película que por financiación y por tiempo todavía estamos trabajando en ella cuando podemos.
- Parece ser que durante la fase previa al rodaje de 'Los abandonados' tuviste ciertas dificultades, ¿qué queda en la película de tu visión original de la misma?
Si solo hubiera sido durante la fase previa... Fue una auténtica pesadilla. Esta película tiene toda una historia detrás, merecería la pena un día rodar un pequeño making of auténtico y sincero de lo que realmente ocurrió. Esa película partía de un guión de Karim Hussain muy interesante, una historia de fantasmas dobles, es decir, el concepto del doppelgänger. Había cosas que me interesaban, por un lado la casa encantada y por otro el ambiente ruso que me parecía muy original.Todas las historias góticas tenían lugar en la Europa más occidental, pero irnos a un ambiente en la línea de Tarkovsky no se había visto hasta entonces.
Esto lo propuse a Filmax, que en aquel momento querían producir una película conmigo, y aceptaron el proyecto. Lo reescribimos y básicamente la convertimos en una película de zombis en la que había muchísima acción, muchísimo movimiento para arriba y para abajo, en la casa... Era un pan y circo, un
divertimento en la línea de las películas de serie b de zombis y fantasmas que había visto toda la vida. Cuando se preparó, se dio luz verde sobre un guión que finalmente no se pudo producir por falta de presupuesto y se tuvo que reescribir de arriba a abajo tres semanas antes de partir hacia Bulgaria. De partir a Bulgaria para empezar la preproducción y el rodaje, es decir, estábamos a un mes y medio vista del rodaje. Es más, esa película se rodó prácticamente sin guión. Teníamos 56 páginas de guión cuando lo habitual son 95 o 98.
Entonces tuvimos muchos problemas y yo convertí la historia en algo muy conceptual. Quise convertir la película en una pesadilla introspectiva, muy visual y casi surreal. No es estrictamente narrativa para que pudiera conectarse con ese guión que había leído, que era mucho más abstracto, es decir, mas en la linea de una película del este de Europa atípica. 'Los abandonados', cuyo título no era éste, era 'Blood Line' o, para entendernos, 'La línea de sangre', entendido como una línea hereditaria, por lo que cambiamos de título durante la postproducción. Y es que después de haber rodado con un guión que iba a trancas y barrancas por necesidades de producción pues tuvimos que reinterpretar toda la película en postproducción. Algo menos narrativo para convertirse en una especie de pesadilla. Esa es a grandes rasgos la historia de lo que ocurrió.
Yo creo que finalmente se cambió el título un poco como metáfora de lo que nos había sucedido. Nos habían abandonado en Bulgaria a rodar una película dejados de la mano de dios. Nunca tuve una visita de nadie que nos estuviera protegiendo. El resultado yo sinceramente creo que es milagroso por lo que llegamos a pasar. Y milagroso es también que luego se estrenara en salas en Estados Unidos cuando la distribuyó LionsGate, una película de semejante calibre que no es para nada comercial, una película muy extraña y conceptual. Eso sí era lo más extraño y surrealista del mundo.
No obstante, me abrió las puertas y en alguna ocasión he tenido la ocasión de revisarla y tiene momentos muy perturbadores. Entiendo que yo conozco toda la historia y no puedo ser objetivo. Tiene grandes fans, aunque yo no estoy necesariamente entre ellos. Tampoco voy a castigar mi propio trabajo, ni mucho menos. Ten en cuenta que llevo una mochila detrás que me impide desprenderme de todo esto. Es como cuando te han herido, necesitas distancia para poder juzgar tus acciones. Hay mucha gente fan, yo evidentemente lo soy en parte porque creo que se consiguió algo extraño, visualmente muy atractivo, que tiene un poder de fascinación raro. Aunque no sea una película narrativa y que tenga cuatro elementos de trama hilvanados, te mantiene pegado a la pantalla y por eso estoy contento. Hay soluciones visuales que apliqué que me gustan todavía hoy.
- Saltando ya a finales de 2010, casi en paralelo a la primera proyección de Phenomena, se anuncia que vas a encargarte de la adaptación del cómic 'Yo soy legión', ¿qué ha sido del proyecto en estos casi tres años que han pasado desde entonces?
Bueno, esa película ha tenido muchas versiones de guión, hemos pasado por siete hasta que hace un año se subió a bordo uno de los mejores productores españoles, Enrique López Lavigne. Gracias a él ha empezado a moverse un poco más. En febrero de este año hemos terminado una nueva versión que ha gustado mucho a los americanos y están ahora mismo buscando la financiación. Estamos hablando de tal vez trece millones de euros. Necesitas de un tiempo y un desarrollo donde hay además siete productores, cinco franceses y dos españoles. No es algo que puedas resolver en dos días y te aseguro que los inputs de pueden venir de todos los lados. No es un trabajo fácil.
Es una película en la que todavía estamos trabajando y que espero que algún día pueda ver la luz. Entre medias tuve la suerte de que Rodrigo Cortés me llamase para hacer la segunda unidad de ‘Luces rojas’ ('Red Lights', 2012), en la cual me lo pasé bomba y tuve la oportunidad de ver trabajar a un director que admiro mucho. Es una persona superresolutiva y la verdad es que nos entendimos muy bien en ese rodaje.
El hombre detrás de Phenomena
- Entrando ya de lleno en Phenomena, ¿cuándo surge la idea de que en España hace falta una iniciativa así?
Bueno, no sé si hacía falta o no, yo me basé un poco en mis propias sensaciones como espectador, que al final es a lo que tienes que apelar. Que te quedes algo si haces una película o montas un evento como éste. Eso que quieres ver tú como espectador. Pasaba por una etapa, y creo que aún estoy en ella, un poco aburrida, en la que nada de lo que se estrenaba o, para ser justos, muy poco de lo que se estrenaba me interesaba. Entonces, decidí trasladar a un formato un poco más amplio la afición que tenía de pequeño de coleccionar superochos y pasárselos a los colegas cuando venían después del cole, convirtiendo esas sesiones en una fiesta aunque fuera con gente que no conociera.
Entendía que esa experiencia colectiva de varios amigos que quedábamos el viernes o el sábado para ir a ver una película de estreno se estaba perdiendo. Esto a lo mejor ya sólo sucede en los festivales donde te encuentras con gente conocida, pero el cine se está convirtiendo en un acto bastante individual. Se comparte poco, y entonces hay un poco esa necesidad de ir a Phenomena a recuperar películas de los 70. Bueno, todas las personas que sean de esa época, que es la que yo viví en primera línea, pues todas estas películas fueron las de mi infancia. Quería recuperarlo en pantalla, cosa que no podía hacer excepto quizá de vez en cuando en el Festival de Sitges de forma anual, pero yo quería hacerlo mucho más asequible, es decir, estar haciendo cada mes un pequeño evento de estos.
Empezó como algo surgido de una pasión y poco a poco ha ido ganando adeptos y se ha convertido en una alternativa a la exhibición. No quiere decir que sustituya para nada a lo que ante te comentaba de los estrenos que hay hoy porque me siguen interesando películas, sigo viendo determinadas cosas, pero soy más selectivo. Es verdad que hace unos años había esa parte de estrenos y otra de reestrenos que es la que de alguna forma he querido recuperar, ya que ahora esa oferta no existe. Si miras una cartelera, no sé, de Barcelona de hace 30 años, verás la cantidad de películas diferentes que había, una oferta no tanto en salas, que había muchos cines, sino en diversidad de títulos, y eso hoy es muy escaso. Ha sido un trabajo tremendamente difícil en cuanto a conseguir las copias y programarlas con cierto cariño, porque no puedes poner cualquier cosa. Ha sido un trabajo fruto de mi pasión por el cine y de todos los que trabajan conmigo.
- ¿Cuál sería el proceso a seguir para la elección de las películas que dan forma a cada sesión?
Pues mira, a veces no es lo que queremos poner, sino lo que podamos poner y al mismo tiempo queramos, es decir, hay títulos que se nos han resistido y todavía no se pueden programar por una falta de material en condiciones. Por ejemplo, ‘Superman’ (id, Richard Donner, 1978) pudimos programarla al cabo de ocho meses de intentarlo, pero al principio no había manera humana de conseguir una copia que estuviera bien en 35 milímetros, porque desde Phenomena hemos rechazado siempre la proyección en cualquier otro formato que no sea el 35 milímetros o como máximo el DCP digital. No estamos hablando ni de dvds ni de blu-rays, aunque eso es algo que nos consta que algunos exhibidores han hecho y siguen haciendo, pero a mí personalmente me parece una aberración y un insulto al público, porque un formato casero no puedes venderlo como una experiencia completamente diferente para ir a verla al cine y pagar por ello.
Hay películas que se nos han resistido como ‘Superman’ que finalmente cayó. Otro ejemplo es ‘Mad Max, salvajes de la autopista’ ('Mad Max', George Miller, 1979), que hoy por hoy no podemos conseguir copia y que estamos tras ella desde el principio de los tiempos.
- Habéis creado diferentes sellos como uno dedicado a películas inéditas en cines en España y otro al cine infantil, ¿tenéis previsto crear alguno más en el futuro o tenéis al menos alguna idea de lo que os gustaría abordar?
Bueno, hemos empezado a programar también películas inéditas en España con el Phenomena Premiere, que es un sello si quieres llamarlo así, para poder presentar esas películas que nunca podremos ver en pantalla, salvo si vas a un festival, que comercialmente no es estrenan al no tener distribuidor y quedan relegadas a un limbo o, si tienes suerte, aparecen en dvd o blu-ray. Queremos programar una serie de películas no necesariamente nuevas, las hay que datan a lo mejor de 1980 o 1950, pero que nunca han sido estrenadas o a lo mejor no han sido estrenadas en su montaje original o en el montaje posterior que ha hecho el director. Cualquier primicia en este aspecto es bienvenida, y eso es el Phenomena Premiere. Hay películas que me encantaría poder programar como, por ejemplo, ‘Redada asesina’ ('Serbuan maut', Gareth Evans, 2011) , ‘Equilibrium’ (id, Kurt Wimmer, 2002) o ‘La cabaña en el bosque’ ('The Cabin in the Woods', Drew Goddard, 2012).
- ¿Tenéis además la idea para otro sello como por ejemplo uno dedicado al cine clásico?
Bueno, hemos programado cine clásico, por ejemplo en la Muestra Syfy de Madrid de 2012 pusimos ‘Ultimátum a la Tierra’ ('The Day the Earth Stood Still', Robert Wise, 1951). A mí me interesa muchísimo el cine clásico. El Phenomena va mucho más allá de los blockbusters. De hecho, el Grindhouse es un homenaje a todo el cine de serie b de barrio, desde el Santo hasta Chuck Norris o Bruce Lee y cosas que para mí son muy divertidas de verlas en comunión con gente porque te lo pasas de puta madre aunque no fueran en su momento grandes éxitos de taquilla. El cine de Bud Spencer era cine de serie b o, si me apuras, incluso de serie z, pero son películas que forman parte de mí, de mi formación, y que quisiera seguir programando. Hay una idea un poco equivocada, tal vez porque sólo se ha visto una parte de Phenomena, de que todo ha de ser Indiana Jones, ‘Regreso al futuro’ ('Back to the Future', Robert Zemeckis, 2005) o ‘La princesa prometida’ ('The Princess Bride', Rob Reiner, 1987), que me parecen películas extraordinarias, pero hay más cine ahí fuera.
Ese tipo de cine que yo pude descubrir a través del vídeo, de los videoclubs, que había muchos, de la tele con Chicho Ibáñez Serrador o incluso viéndolas en un cine de barrio. Este cine que para mí me supone un valor añadido para Phenomena. Por tanto, sí, diré que a mí cualquier clásico y cualquier película que a nosotros nos parezca interesante o que forme parte de nuestro entorno. Yo que sé, pues a lo mejor un día podemos programar ‘Diabolik’ (id, 1968) de Mario Bava sin ningún tapujo. Esto a mí me resulta más divertido y menos obvio.
- Vuestro éxito no ha pasado desapercibido y en Cinesa hace poco lanzaron Cinesa Rewind, donde da la oportunidad de ver en pantalla grande títulos que encajarían perfectamente con vuestra programación, ¿crees que hay suficiente espacio para esto o que se corre el peligro de que se industrialice y se pierda la magia como está pasando, como ya comentabas, con el hecho de ir al cine?
Bueno, vamos a ver, Phenomena no es sólo programar películas, nosotros hacemos otras cosas. Intentamos tener un contacto con el público muy cercano, ponemos tráileres de las películas e incluso invitamos a directores, productores o actores que hayan participado en esa película para montar un debate. Fue el caso de ‘Superman’, que trajimos a Pierre Spengler, su productor, y que hubo una hora prácticamente de debate en el que se sometió a las preguntas del público. A mí me pareció muy interesante y la gente lo disfrutó mucho. Vino también Andrew Robinson, protagonista de ‘Harry, el sucio’ ('Dirty Harry', Don Siegel, 1971), y en Sitges hicimos una sesión con Dee Wallace presentando la remasterización de ‘E.T., el extraterrestre’ ('E.T. the Extra-Terrestrial', Steven Spielberg, 1982) en 4K con el montaje original.
Yo creo que por mucho que otras cadenas de exhibición quieran poner sus películas, que también habrá que ver en qué formato y de qué manera las programan, son dos cosas totalmente diferentes. Nosotros hicimos una primera experiencia con Cinesa a raíz de la cual consideran que esto lo podían hacer y han programado una serie de películas que me parece completamente aleatoria, pero vamos, que cada uno haga lo que le dé la gana. Yo ahí no tengo nada que decir y, desde luego, yo quiero proteger la singularidad de Phenomena, que sea especial y no algo industrializado. En el momento en el que se convierta en un producto más, entonces lo dejaré estar. Ya te digo que para mí es fundamental esa pasión y estoy muy lejos de las intenciones puramente mercantilistas de Cinesa. Ellos a lo mejor quieren que vengas al cine para encasquetarte luego los cinco euros de la Coca Cola. Yo con eso no estoy de acuerdo y tampoco seré quien lo defienda.
- Phenomena nace en Barcelona y ha pasado por multitud de ciudades españolas, consiguiendo asentarse en Madrid, ¿sería viable que se convirtiese también en cita fija en otras ciudades?
Bueno, en Madrid este año hemos hecho un esfuerzo por instalarnos un poquito más de manera habitual. Nosotros somos una estructura pequeñísima y tampoco quiero convertir esto en una franquicia. Iría en contra de lo que te comentaba antes. Para mí es un poco llevar la ilusión del cine y compartirla con otras personas. El hecho de que se creara en Barcelona y posteriormente hubo una gran demanda en Madrid pues hizo que lo trabajara allí e incluso intentáramos copiar algunas de las sesiones y llevarlas.
Físicamente somos dos-tres personas que lo estamos haciendo todo con colaboradores aquí y allá y eso imposibilita esta experiencia en todas partes y para todo el mundo. Además iría en contra de lo que he creído siempre, que fuese una cosa muy inédita, que sale una vez o dos o incluso en un momento determinado que pudiera haber una programación habitual como hay en otros países. Eso sí que lo he considerado, es decir, que así como hay una filmoteca pues tener también una programación de reestrenos, ¿por qué no? Pero de ahí a llevarlo a todas partes me parece que no.
- El cine Urgel de Barcelona fue, por así llamarla, vuestra sede durante mucho tiempo, ¿el cambio de sede fue una avanzadilla del cierre que se acabó produciendo o se debió a otros motivos?
La falta de acuerdo fue precisamente porque quería cerrar el cine. Nos dijeron que no podían mantener ese cine abierto únicamente para hacer Phenomena allí, y que si queríamos continuar, teníamos que pagar los gastos anuales de ese cine. Nosotros no somos ninguna compañía y no pudimos hacerlo, tuvimos que irnos con la música a otra parte. Lo lamentamos mucho porque es un cine que tratamos de levantar y yo creo que le dimos una cierta vida, estaba casi en coma y lo pudimos revivir durante dos años y luego se murió. Nosotros no hubiéramos salido nunca de un local que nos acogía como si fuera nuestra casa, eso es obvio.
- Muchas gracias por tu tiempo, Nacho.
Imágenes de Nacho Cerdá | Martí Fradera
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