Casimiro Torreiro es conocido en especial por su labor como crítico de cine para El País y Fotogramas, donde firma como Mirito Torreiro. Profesor, ensayista, historiador, forma parte del comité de programación de los festivales de Málaga y de Cines del Sur, cuya última edición finalizó el pasado fin de semana. Como os conté, Torreiro se encargaba de presentar al público algunas de las películas, dando claves que facilitaban el visionado y el análisis, con una mezcla de sabiduría, humor y pasión. No habíamos hablado con él en Blogdecine así que aproveché su estancia en Granada para solicitar la entrevista que tenéis a continuación. Espero que os resulte una lectura amena e interesante.
- Te he buscado en Twitter, hoy casi todos estamos metidos ahí, pero no lo usas, ¿verdad?
No. De las redes sociales me quedo con la posibilidad de recuperar el contacto con gente de mi pasado, pero me parece un instrumento muy invasivo. Invasivo de mi vida y de la vida de todo el mundo. Porque hay una obsesión por la actualidad. Por la actualidad, por lo que está pasando ahora, por lo más inmediato... Hay un proverbio que me gusta mencionar mucho: "Esto también pasará". Entonces, como todo va a pasar, ¿qué prisa hay?
- Esa prisa parece estar marcando la experiencia de ver cine. A mí me molesta cuando estoy viendo una película y noto que hay alguien pendiente del móvil, mirando el correo o tuiteando...
Es algo que está pasando en todos los ámbitos. Hace poco estaba en clase y vi que una alumna estaba tomando notas en el ordenador y escribiendo en el móvil. Paré la clase para llamarle la atención y me dijo: "profe, no se preocupe, tengo abiertas ocho ventanas y puedo atender a todo". Y yo pensé: no, no puedes. Porque tienes como todo el mundo una memoria funcional y una memoria profunda, y solo estás usando la funcional. Dentro de tres días ya se te habrá olvidado todo porque no estás prestando atención.
Cine, Internet y futuro
- ¿Usas Internet para ver cine?
Como programador de festivales no tengo más remedio. Esas nubes que están ahí son como una herramienta de trabajo. Pero veo solo esas películas. No las bajo, no las copio, no participo del pirateo. No tengo ningún programa para descargar películas.
- Una cuestión del llamado pirateo es que Internet nutre al amante del cine, permite el acceso a películas que no se encuentran de otra manera, no llegan a los cines ni se pueden comprar. ¿También te opones a estas descargas, a que se compartan esas películas?
No, no me opongo a compartir. Si alguien me quiere pasar una película por Internet no lo veo mal. Lo que veo mal es que haya páginas que se lucren de un trabajo ajeno que no pagan. Me parece terrible que se robe a los autores. Y los efectos los tenemos ahí delante, ha pasado con la música. Lo que me preocupa es que las descargas gratuitas puedan llevar a una desprofesionalización del cine.
- En España se habla de crisis del sector, se cierran salas, preocupan las cifras de taquilla...
Creo que nos falta perspectiva. Estamos metidos en un progreso tecnológico que va a cambiar la manera de ver películas. Cuando yo empecé a escribir sobre cine, en el año 78, había un corpus más o menos homogéneo. En este momento, cada uno se prepara su propio programa, cada uno elige las películas que quiere ver... Ahora mismo hay blogs que hablan de películas que hasta hace cuatro días eran desconocidas, chavales de 20 años que han visto más cine japonés que un crítico en activo hasta los años 90 en toda su vida. Vamos en una dirección totalmente imprevisible, podemos ver películas en la tablet, en el móvil...
En medio de esta mutación, más que hablar de crisis del cine, quizá habría que hablar de crisis de un modelo de cine. Del cine tal como lo hemos conocido. Cuando Godard dijo hace tantos años aquello de "el cine ha muerto", en su momento se pensó que era una tontería, pero era una verdad incontrovertible. Se terminó la sala de cine. Y lo que vemos son los últimos estertores. En los 90, Roman Gubern me dijo un día: "dedícate a otra cosa, deja la crítica, el cine se va a morir".
- No te lo creíste...
No mucho. Pero Esteve Riambau, que estaba también allí, sí le hizo caso [risas]. Yo creo que hay formas diferentes de hacer crítica, como programar un festival. Tú haz lo que quieras pero yo, que sé un poco de esto, te propongo que veas estas películas. Y está bien que de vez en cuando exista la opción para las almas inquietas de acudir a la vieja costumbre de la sala comunitaria, las luces apagadas, ver las películas sentado junto a gente que no conoce... se establece un vínculo distinto a verlas en casa o en el ordenador.
- Recientemente ha llamado la atención una charla que dieron Steven Spielberg y George Lucas en la que hablaron sobre el futuro próximo del cine. Fueron catastrofistas. Creen que habrá un colapso de superproducciones y cada vez se harán menos películas, que habrá menos cines y las entradas serán más caras, que propuestas arriesgadas comercialmente como 'Lincoln' acabarán en televisión...
El cine siempre se ha movido sobre lo mismo: propuestas intelectuales y de entretenimiento. Lo que cambian son conceptos. El cine de autor de ahora no tiene nada que ver con el cine de autor de los años 60 o 70. Almodóvar es un autor, y lo que hace es coger cosas de aquí y allá. No es Bergman. ¿Da cuenta de una manera de entender la realidad? Sí. En cuanto al futuro del cine, o si el cine está en peligro... No me preocupa. Antes del cine había otras formas de narrar. Y después habrá otras maneras. Antropológicamente, el hombre es un narrador de historias. Eso es inmutable. Otra cosa es que lo haga en un papiro o con una cámara de vídeo.
Si uno lee las memorias de Adolph Zukor, fundador de Paramount, no por casualidad tituladas 'El público no se equivoca nunca', se encontrará con algo que nunca llegó a producirse. Él llegó a concebir el cine como algo puramente sensorial, que iba a haber películas que se podrían oler y tocar... nunca llegó, y lo dijo uno de los tipos que mejor conocía el cine clásico de Hollywood. No sabemos qué traerá el futuro.
- No sé cuánto tiempo tiene esa teoría de que las películas dejarían de contar con actores, que no harían falta, y hace años empezó la cantinela de que todo el cine será en 3D...
Es una tontería intentar predecir el futuro. Los seres humanos somos extraordinariamente paradójicos. Hasta hace cuatro días había locos que rodaban en 9,5, un formato paleolítico del cine, con la perforación en el medio. No me preocupa. Por otro lado, ellos piensan que Estados Unidos va a seguir siendo la primera potencia del mundo. Probablemente, en 30 años no sea ni una potencia de primer orden. Porque el centro de gravedad de la economía global se está desplazando. Entonces, ¿va a seguir siendo Hollywood la meca del cine cuando EE.UU. no sea la primera potencia? Nadie puede asegurar eso.
Los críticos
- De vez en cuando reaparece el debate de la utilidad del crítico. Si es necesario o no. ¿Cuál crees que debe ser su función?
Un crítico es una voz. Una voz que forma su autoridad a partir de la coherencia. No podemos olvidar que el crítico es un intermediario, entre algo que propone una industria y un público. Debe ser honesto, y pensar que hay películas que no son para él. Debe advertir sobre lo nuevo, sobre lo que viene. También volver al pasado y poner el foco de atención sobre cosas que no se vieron bien. Volver a sacar a la luz viejas películas que habían pasado desapercibidas, o mirar de otra manera películas que solo se habían visto de un modo determinado.
Por otro lado, para mí, un crítico no debe esconder nunca desde donde habla. Desde qué apriorismo, desde qué ideología. Ideología de la vida, del cine... Igualmente debería ser alguien que tiene en la cabeza al menos la historia del lenguaje del cine. Que conoce las grandes tendencias lingüísticas. Que sabe por qué el documental no puede ser visto de la misma manera que el cine. Es alguien que domina la terminología. Que no hable del género documental, algo que a mí me pone de los nervios, es una categoría. Ese tipo de cosas. Y luego que se comunique bien, dependiendo del medio. Y sobre todo una persona que admita sus errores. Que diga: señores, lo siento, aquí me equivoqué. No abunda, ¿eh? [risas].
- Es cierto, y no es raro volver a ver una película que disfrutaste hace años y descubrir que ha empeorado. O al revés. A veces cambia totalmente la percepción que tenemos de una obra.
El ejercicio de ver películas es siempre un ejercicio de volver atrás, de revisar. Dijo una vez José Luis Guerín: "Yo veo las películas pero ellas también me ven a mí". Y tenía toda la razón del mundo, tú no eres quien fuiste cuando la viste. Eso crea una dinámica, una dialéctica totalmente distinta.
- Ahí también entra el componente personal, algo a lo que se resisten muchos que escriben sobre cine...
Yo siempre digo una cosa: tened en cuenta que las películas nos hablan a todos de una manera diferente. Es imposible que una película le hable igual a todo el mundo. Tú la ves desde tu perspectiva, desde lo que sabes, desde tu experiencia... es imposible que veamos lo mismo. Y hay películas que las vuelves a ver y se caen. Es mejor no tocarlas. Quedarte con la idea que tuviste, con lo que te provocaron en su momento, y no volver sobre ellas. Pero también hay películas, y esto depende de tu perspicacia, de cómo te conozcas a ti mismo como espectador, que tienes que decirte: tengo que volver a verlas.
- ¿Algún título en especial que se te haya resistido?
'La aventura', de Antonioni. Hasta que me gustó la tuve que ver ¡cinco veces! Me parecía un horror, hasta que de repente hubo algo que hizo clic, y no me podía creer que nunca la hubiera visto de ese modo. Una vez me pidieron un texto sobre 'En el curso del tiempo', de Wim Wenders. Yo tenía un problema con sus últimos trabajos, me aburrían mucho. Incluso películas que consideraba magistrales en su momento, como 'El cielo sobre Berlín', que me parece muy relamida, muy autoindulgente. Me puse a ver 'En el curso del tiempo' y dije "va a ser que Wenders siempre ha sido un tío vacuo". Pero a la media hora estaba enganchado como la primera vez. Es una de las grandes películas que he visto en mi vida, una de las mejores de Wenders, si no la mejor... Volver a encontrar esa sensación es muy estimulante. Vale por diez películas malas o diez que al volver a verlas se te hayan caído.
- Esto me hace pensar en lo que decías al comienzo sobre la inmediatez y no prestar verdadera atención. He comprobado en festivales, incluso en uno como Cannes que es como un templo, el uso de móviles y portátiles durante las proyecciones, y nada más terminar los ya se están publicando comentarios en Twitter. Hay una necesidad de soltar la opinión al momento, hasta cuando no se tiene claro lo que se ha visto...
Yo creo que la crítica contemporánea está demasiado unida a las prisas. Reposa poco sus contenidos. Reflexiona poco, vuelve poco sobre lo que ha visto. Me refiero a la crítica convencional, no a la gente vive dentro de lo que se llaman las comunidades de usuarios. Por lo general, no sé por qué, me encuentro con gente mucho más reflexiva en el terreno del documental que en el de la ficción. Quizá porque requiere una actitud distinta frente al hecho fotográfico que la que tiene un espectador de cine normal, al estar el documental tocando la realidad, la cotidianidad, lo que vivimos... obliga a un determinado posicionamiento.
Documentales y Cines del Sur
- Entiendo que ocurra eso, hay una resistencia a ver documentales porque se asocian con algo denso, serio, y aparecen excusas como "yo voy al cine para entretenerme".
A mí eso me parece bien, muy listo, vaya por delante, creo que se pierde una parte importante del cine y una parte importante de la vida, pero es su problema. La grandeza del cine tiene que ver con esto. Es un medio de crecimiento intelectual y un medio de entretenimiento. Lo que pasa es que el mayoritario es entretenimiento. Pero si alguien está cansado de trabajar, o está sin empleo y necesita evadirse, tiene todo el derecho del mundo a ver cualquier tontería, como una de esas comedias románticas cuya fórmulas de enganche del espectador eran viejas ya en el teatro romano. O sentarse a ver un partido de fútbol, que es lo que a mí más me relaja.
- Lo curioso es que hay toda clase de documentales, los hay muy entretenidos. Y luego hay documentales que parecen ficción, o que juegan a recrearla...
Un año ganó en Cines del Sur 'Jogo de Cena', de Eduardo Coutinho, que me parece un documental modélico. Empieza con un casting para hacer un documental, dos ideas que en sí mismas son contrapuestas. Aparece una chica y empieza a contar su vida, pero hay algo raro, su última frase la recupera otra persona que sigue con la misma historia. Entonces te das cuenta, una es la mujer a la que le pasó y la otra es una actriz que lo interpreta. Lo que Coutinho pone sobre la mesa es: ¿qué es lo que hace viable una historia para el espectador? ¿Qué es más auténtico, la realidad o su reconstrucción? ¿A quién te crees más, a quien le ocurrió o a quien lo está representando? Es la historia del cine.
- ¿Puedes contar, a grandes rasgos, cómo es el proceso de selección para un festival como Cines del Sur?
Siempre hay un criterio de territorialidad. Tienes que intentar que las grandes zonas geográficas estén representadas. Ahí ya tenemos un primer corsé. Luego intentamos que sean películas que hablen de la realidad, de lo que está pasando en el mundo. No despreciamos el cine de género pero tenemos una especial predilección por el cine de autor. No porque sea el cine más propio de un festival sino porque es el menos socorrido por la distribución comercial, y con un certamen como Cines del Sur hay que tener en cuenta que se está programando un cine que nunca se va a exhibir comercialmente en esta ciudad, ni probablemente en España.
- ¿Quieres hacer una valoración del comportamiento del público?
El festival se ha hecho en unas condiciones de precariedad tan grandes, que me parece sencillamente un milagro que exista. No tenemos dinero para poner información en el periódico. No tenemos dinero para publicidad en los autobuses o poner banderolas en las calles. En segundo lugar, que habiendo renunciado porque tenemos dinero, a una de las señas de identidad, que era proyectar cine gratis en la plaza de Las Pasiegas... que todavía haya público para un festival así, con películas raras, de directores y actores desconocidos, sobre temas bastante crudos, es un milagro. Mi valoración, por tanto, solo puede ser muy positiva.
- Pinta mal entonces la edición del año que viene...
No, no, puedo confirmar que el festival el año que viene se hace. Ya estamos trabajando en él y todo va a funcionar mejor que este año.
- Me alegra oír eso. ¿Hay alguna película que quisiste traer pero que al final no pudiste? Por dejarlas mencionadas y si el lector quiere buscarlas.
'Avanti popolo', de Michael Wahrmann, es muy peculiar. Y 'Fill the Void', de Rama Burshtein, se cayó a última hora por un problema con el formato.
- Y para terminar, ¿algún título reciente que te haya sorprendido mucho? Al margen del festival, claro.
'Mapa', de León Siminiani. Me gustó muchísimo, es una de las grandes sorpresas cinematográficas de este año en España.
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