Uno de los estrenos más importantes del próximo viernes en España es 'Hierro', la ópera prima del español Gabe Ibáñez. La película, que podríamos englobar dentro de lo que se suele llamar el thriller psicológico, se proyectó en los festivales de Cannes y de Sitges, donde su protagonista, Elena Anaya, se llevó el premio a la mejor actriz (ex-aequo, junto a Kim Ok-vin, por la fantástica 'Thirst').
Desde luego, la presencia de Anaya es de lo poco rescatable de 'Hierro', que ya os conté en su momento que me pareció muy aburrida, una de las peores películas que vi en el festival catalán. La atmósfera está muy cuidada, ciertamente, y el argumento es interesante, pero todo resulta finalmente demasiado repetitivo, hay muchas escenas que rozan el ridículo y el resto del reparto tampoco es capaz de complementar adecuadamente a Anaya. En pocas palabras, y para que os hagáis una idea aproximada de lo que os podréis encontrar: es como una versión más simple (y menos entretenida) de 'El orfanato'.
Aprovechando que próximamente estará en nuestras carteleras, os dejo la siguiente entrevista con el director y la actriz (muy menuda, todo ojos), realizada el pasado mes de octubre en Sitges. No hay spoilers, podéis leerla sin problemas.
- ¿Qué referencias cinematográficas habéis usado en la película? Parece que hay algo de Hitchcock...
Gabe Ibáñez: Trabajamos con muchas referencias, miles, pero no cinematográficas. Hitchcock no estaba entre ellas, aunque entiendo que es algo inevitable pensar en él, por la trama. Nosotros trabajamos con un libro de estilo, porque era muy importante que todos entendieran cómo iba a ser la película. Básicamente eran referencias de fotografía. No directamente cinematográficas. Eran fotografías capaces de capturar la atmósfera. Me interesaba eso, porque si funcionan, luego en la película puedes incorporar además el sonido y la música.
- Las localizaciones debieron ser muy importantes para crear la historia.
G.I.: Sí, de hecho, empezamos a escribir el guión después de encontrar las localizaciones. Hicimos un poco el trabajo al revés. Evidentemente, partimos de una idea argumental, pero fuimos buscando un lugar adecuado para la atmósfera. Sacamos muchas fotos y luego volvimos a la ciudad para escribir el guión.
- La música también es muy importante en la película, para crear la tensión y el suspense...
G.I.: Es que hay muy poco diálogo. Tiene una tercera o una cuarta parte de lo que suele ser una película estándar. Evidentemente eso no es fortuito, y eso hay que rellenarlo de alguna manera. Además, tiene que ser una música que funcione de forma muy significativa, no que sea como un colchón que está debajo, tiene que estar arriba, porque tiene que ayudar a transmitir la situación psicológica al espectador. La música, el sonido, lo abstracto, es lo más interesante, porque Elena está todo el rato sola en la pantalla, y el único personaje que la acompaña es la atmósfera. Para construirla es fundamental la música.
- Recuerda a veces a Philip Glass.
G.I.: Sí. Es una de las referencias que usamos. De hecho, en la versión que estrenamos en Cannes había una pieza musical que era totalmente Philip Glass. Pero al final decidimos quitarla. Eso y un par de escenas, que tampoco eran muy relevantes. Es que llegamos a lo justo a Cannes, todavía con cosas por terminar.
- Hay un toque clásico en tu película, ¿fue a propósito?
G.I.: Desde luego. Desde la atmósfera a los símbolos, como los pájaros o el agua. Queríamos usar elementos clásicos, que quizá están en desuso hoy día, pero que para nuestra historia nos parecían esenciales.
- ¿Cómo entra Elena Anaya en el proyecto?
Elena Anaya: Bueno, me llegó el guión de manos de Gabe, y me interesó, pero más que por la historia, por la manera en que Gabe la iba a contar. Me parecía que sería muy fresco para mí, muy nuevo, un reto enorme, un personaje muy difícil. Sobre todo, me apetecía mucho trabajar con él, que no lo conocía en nada. La primera charla fue de cinco minutos, la siguiente ya fue de horas. Y cuánto más me hablaba del proyecto, más ensayábamos, y más me contaba él detalles de la película, más me implicaba... Es algo que echo mucho en falta cuando me presentan proyectos. La dedicación, la entrega, la delicadeza de un director para poner en tus manos lo que quiere contar. Porque por supuesto, yo estoy a sus órdenes, pero también debería hacer un ejercicio de generosidad por su parte y comunicarse. Es que de verdad, a veces hay que perseguir a los directores para que te cuenten algo, para que te den información, tienes casi que amenazarles con algo. Por qué te quieren, por qué te han llamado, y qué quieren que hagas. Con él me pasó todo lo contrario. De entrada me pasó un montón de material, y a contarme con imágenes lo que quería en la película...
G.I.: De hecho, te puse deberes.
E.A.: Sí, me pusiste un montón deberes [risas]. Hacer fotos, buscar la extrañeza en las fotos...
G.I.: En este tipo de películas, la actuación es complicada. Porque todo depende de la atmósfera, y eso es algo que se añade luego, no está en el momento de rodar, el actor no la ve. Así que con ella lo que quise hacer fue que entendiera cómo iba a ser la película, qué colores íbamos a usar, qué elementos estarían ahí con ella, para que supiera cómo reaccionar. Al final, sabía de la película tanto como el director de fotografía o como yo, lo que es guay porque tiene un aliado más.
- ¿Te inspiraste en algún personaje para construir a María?
E.A.: No, yo normalmente no me suelo inspirar en nadie. De hecho, cada personaje lo creo desde lugares distintos. Me encantaría tener una técnica exacta para fijarme en un personaje e inspirarme en él para crear otro, pero no... Es decir, siempre hay alguien a quien puedes recurrir para empezar a componer una actitud, pero no para crear un personaje entero. No conozco a nadie como María, y la verdad es que me alegro que sea así... [risas]. Mira que la quiero, a María, pero no... Gabe me dio algunas referencias, me dejó un libro, que es totalmente maravilloso, durísimo. Me lo llevé para leer en mis vacaciones, y quedaron totalmente ensuciadas por este drama tremendo que le ocurre al personaje... Se llama 'El año del pensamiento mágico'. Es la historia de una mujer que pierde a su marido y su vida cambia por completo en un segundo. La manera que tiene la mujer de contar su estado anímico, me sirvió mucho para mi personaje, para ponerle palabras a algo que es tan difícil de expresar.
G.I.: Yo creo que es bueno que cuando trabajas en un medio, utilices referencias de otros medios. Es decir, que si trabajas en cine, no utilices referencias del propio cine. Nosotros nos fijamos mucho en fotografía y en literatura. Libros de Jim Thompson, en los que hay un deterioro del personaje, en el que descubres que el protagonista es un loco o un asesino. Creo que es más interesante hacer esto, que mirar en el cine. Hemos visto muchas películas, las tenemos en la cabeza, pero es mejor evitarlo.
- Elena, ¿puedes contarnos algo de tu participación en 'Van Helsing'?
E.A.: A mí me gusta meterme mucho en el personaje, vivir lo que le ocurre. Me acuerdo que un día estábamos en el set, yo llorando de forma desconsolada... y mis compañeras de reparto, las otras vampiras, me miraron extrañadas y me preguntaron: ¿pero qué te pasa? Y yo les respondí: ¡¿Qué me pasa?! ¡Qué se me han muerto mil quinientos hijos! [risas]. Yo ahí llorando como loca, con las lentillas que se me caían, y ellas tan tranquilas, esperando a rodar la escena. Para mi personaje era un momento muy duro, había perdido a todos sus hijos, quería transmitirlo.