Antonio Banderas y Leonardo Sbaraglia tienen posiblemente los dos papeles más importantes en la nueva película de Almodóvar, la altamente autobiográfica 'Dolor y gloria'. Banderas da vida al alter ego del director manchego, Salvador, un cineasta atormentado por terribles dolores crónicos que vivió el éxito en los ochenta pero que lleva tiempo sin poder rodar y crear algo nuevo.
Sbaraglia es, por otra parte, Federico, un argentino con quien Salvador tuvo una larga relación en los ochenta llena de problemas, desengaños y marcada por las adicciones y los abusos. El reencuentro entre ambos será el motor de muchas cosas en el film. Hemos hablado con ambos para que nos cuenten cómo es la experiencia de participar en una película tan definitoria e íntima para Almodóvar.
- Antonio, ¿fue este reencuentro con Almodóvar distinto al de hace unos años en 'La piel que habito'?
AB: Yo lo vi en términos de oportunidad, porque cuando hicimos 'La piel que habito', que es una película que adoro, y que sacó resultados de mí que ni siquiera yo esperaba, yo llegué a ella con una mochila llena de mentiras, de todos los años que no habíamos trabajado juntos, y venía con ganas de decirle "Mira todo lo que he aprendido". Y me dijo "Pues nada de lo que traes me sirve". Fue muy doloroso porque había que sacarse costras que había ido acumulando con los años y que yo creía que me servían, y que lo único que hacían era llevarme a ir salvando las situaciones, pero sin crear nada nuevo.
No lo entendí en ese momento y me puse en estado de confrontación con Pedro, así que cuando me llamó para esta película vi la oportunidad de ir de soldado raso, de quitarme los galones, escuchar mucho e intentar entenderle a él, que es el personaje que tenía que interpretar. Una oportunidad de volver a los años ochenta y volver a situaciones que habíamos vivido juntos, y así ha sido esta colaboración que ha sido la más bonita de todas las que hemos hecho.
- Los años ochenta tienen importancia como trasfondo para esta película, como lo tuvieron para vuestras carreras...
Los años ochenta fueron también muy bonitos, pero también más locos, éramos como los Rolling Stones: llegábamos a los festivales con una mano delante y otra detrás, lo ganábamos todo, y era como "¡Guau!"... Esto es distinto, pero la verdad es que no había visto a Pedro tan feliz, tan sincero, y con tantas ganas de confesar, de reconciliarse consigo mismo, con la soledad, y yo creo que nos entendimos bien.
- Con esta película el espectador descubre cosas de Almodóvar que no sabía. ¿Qué descubriste tú que no supieras ya de él?
AB: Lo que más me sorprendió fue descubrir qué fue todo aquello que siempre quiso decir y nunca dijo. Me llamó la atención porque yo conocí mucho a a su mamá, la queríamos mucho... ¡y era muy buena actriz! Y yo sabía la relación que él tenía con ella, pero aún había cosas que había que decir sobre ella, algunas muy dolorosas, y de hecho en entrevistas recientes él ha dicho que esa situación dura con su madre que se produce en la película nunca sucedió en la vida real. Cuando hicimos esa escena fue muy difícil, él intentaba leer ese personaje y le costaba leer, no le salía la voz. Y esa fue la mejor dirección que me podía dar, porque entendí la carga emocional que tenía para él.
Y ese es el nivel de sinceridad y de verdad con la que Pedro se ha enfrentado a esto, eso fue lo que más me sorprendió, porque de todo lo demás, de las anécdotas yo ya conocía historias con actores. El personaje que interpreta Asier Etxeandia, por ejemplo, no es una persona en concreto, sino que está compuesto de retales, hay actores y actrices que él ha conocido, yo incluso reconozco palabras y líneas concretas de según qué personas reales. Incluso hay pequeñas cositas que las veo y que son mías.
- ¿Crees que aún hay cosas que nos quedan cosas por descubrir de Almodóvar?
AB: Todas las personas somos seres muy complejos, y todos guardamos secretos. Pero las cosas van cambiando, el tiempo nos hace cambiar, hay películas que hizo Almodóvar en los ochenta con total libertad que a lo mejor en la situación política y social actual no serían posibles. Nosotros no planteábamos con '¡Átame!' que hubiera que atar a una mujer a la pata de una cama para ser feliz, era una reflexión sobre las relaciones, el amor, el deseo, la pasión, pero ahora sería interpretado de otra forma.
Por eso lo que va sacando cada uno de sí mismo, en fragmentos, también corresponde al tiempo que está viviendo, y Almodóvar ha encontrado ahora el momento de confesar una serie de cosas, Y posiblemente haya muchas más que le queden por confesar y que quizás no lo haga nunca.
- Leonardo, tú llegaste a la película tras una larga búsqueda de Almodóvar de un actor para dar vida al personaje. ¿Cómo fue este encuentro?
LS: Tengo entendido que mi personaje está basado en alguien real, que por supuesto no es argentino, tengo el privilegio de que eso lo han cambiado por mí. Creo que Pedro buscó mucho a un actor para este personaje por la importancia que tuvo en su vida y la importancia que tiene en la película y cómo cambia Salvador después de encontrarse con él.
Yo había hecho una entrevista para un papel en 'La mala educación', pero finalmente no prosperó, no hubo mucha química. El año pasado yo estaba trabajando en una serie y lo dejé porque empecé a no entenderme con los guiones. A los veinte días de tomar esa decisión me escribieron de El Deseo, me hablaron de este personaje, que era español, pero no encontraban al actor, era un personaje que podría haber estado en Argentina...
Pero querían verme y hablar conmigo, me enviaron el guión y unos días después me entrevisté con Pedro. No sé si son imaginaciones mías, pero me dio la impresión de que se emocionaba cuando leíamos mis partes del guión, además me di cuenta de que él leía las partes de Antonio, pero en realidad era con él con quien hablaba mi personaje.
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