Keanu Reeves es, sin duda, una de las claves de este nuevo icono. Sin él, John Wick no existiría tal como lo conocemos
A falta del spin-off femenino con Ana de Armas, la precuela en forma de anime y una quinta parte que, de momento, está en el limbo, 'John Wick 4' es la última película de la franquicia creada en torno al héroe encarnado por Keanu Reeves. Una secuela que, seguramente, los responsables de este universo nunca llegaron a pensar que existiría hace 10 años, cuando se estrenó la primera parte: 'Otro día para matar (John Wick)' (así se llamó en España, donde nos llegó tarde y en televisión).
A fin de cuentas, la original 'John Wick' era un pequeño film de acción que fácilmente podría haber quedado sepultado por las películas de superhéroes u otro tipo de blockbusters con más medios. No fue el caso y su popularidad ha ido creciendo sin parar.
Una de las grandes claves para ello la tenemos en el propio personaje de John Wick, que se ha convertido en el gran héroe de la última década. Creo que es justo decir que hay que remontarse hasta Bryan Mills, el personaje de Liam Neeson en 'Venganza' ('Taken'), para encontrar al último que tuvo un impacto similar, pero eso fue ya en 2008. El personaje interpretado por Keanu Reeves no tiene a nadie que se le pueda comparar durante estos últimos años y ahora vamos a abordar cómo ha sido eso posible.
Las escenas de acción
Menuda obviedad pensarán algunos, pero es que en Hollywood abundan demasiado las escenas de acción en las que se prescinde de una coreografía limpia para dar sensación de espectacularidad a través de múltiples cambios de plano. Eso es algo que la saga John Wick destierra por completo para mirar más al cine asiático a la hora de mostrarnos los enfrentamientos más físicos de nuestro protagonista.
Más letal que algunos de los psicópatas más renombrados del cine de terror y con una notable versatilidad para ejecutar a sus víctimas, John Wick también demuestra un control intachable de las armas de fuego. Las tres películas de la saga no huyen tampoco la sangre ni la contundencia a la hora de despachar a sus enemigos, elevando así la sensación de amenaza del personaje incluso por encima de la altura mítica a la que le ponen ya de entrada.
Y es que es muy fácil decir que se trata del mejor asesino, pero la cosa cambia cuando tienes que mostrar que realmente lo es. A veces puede llevar a algunos excesos -en el tramo final de la tercera entrega ya se sobran un poco siendo capaz de despachar a otros altamente preparados incluso cuando el agotamiento debería haber hecho más mella en él-. Baba Yaga se merece su fama y cada nueva película va dejándonos con la boca más abierta al ver de lo que es capaz. Y nos lo creemos.
El factor Keanu Reeves
Keanu Reeves no ha demostrado ser especialmente expresivo a lo largo de su carrera, algo que se volvía en su contra en varias películas. No es el caso con la franquicia ‘John Wick’, ya que estamos ante un (anti)héroe más metódico que tiene que despachar a sus víctimas sin andarse con demasiados remilgos.
Esa faceta suya era lo que le definía de entrada, por eso también encaja de maravilla cuando se acuerda de su esposa muerta, no teniendo que transmitir tanto como esperaríamos en otro caso, por eso requiere menos esfuerzo para que nos lo creamos como gran motivación suya para seguir adelante.
Además, Reeves comparte con Tom Cruise algo esencial para conquistar al público pese a que ambos ya superan los 50 años: una credibilidad innegable en las escenas de acción. Ambos rondan ya la edad que tenía Liam Neeson cuando fue descubierto como héroe de acción en 'Venganza', pero en su caso todavía son convincentes como héroes algo más jóvenes capaces de hacer algo imposible para la mayoría de la población mundial.
El poder del boca a boca
La cuarta entrega de la franquicia es la más taquillera hasta ahora con unos 440 millones de dólares recaudados en todo el mundo. Una cifra muy llamativa pero tampoco tanto comparando con otras sagas actuales como las de 'Fast and Furious' o el Universo Marvel. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los ingresos mundiales de la primera apenas llegaron a 88 millones y en algunos países como España ni siquiera llegó a los cines (la vamos a ver en cartelera por primera vez con motivo de su décimo aniversario).
'John Wick' es una franquicia que ha ido superando el presupuesto y la taquilla con cada nueva entrega. El primer salto en popularidad se produjo durante el recorrido doméstico de la primera entrega, que permitió al público conocer al personaje. Ahí encontraban una historia de venganza peculiar en su premisa (el detalle del perro resulta esencial) y brutal en su ejecución.
Muchos la recomendaron y eso se repitió con una segunda entrega que amplió de forma notable la mitología de este universo, otra de las claves de que John Wick haya destacado por encima de muchos otros personajes del género.
Una mitología en constante crecimiento
La fuerza de los villanos suele ser esencial para que la aventura de cualquier héroe adquiera la fuerza necesaria, pero la franquicia John Wick ha encontrado la forma de no depender tanto de ello para que cada una de sus aventuras resulte memorable. La primera entrega dejaba con muchísimo curiosidad detrás de todo lo que había del Hotel Continental (sobre el que gira la primera serie de la franquicia) y la segunda película ampliaba de forma notable la mitología alrededor del mismo, condición indispensable para justificar su propia existencia.
En 'John Wick 3: Parabellum' eso es algo que se lleva al extremo, volviendo en ocasiones sobre ideas ya planteadas en la segunda parte para acabar trasladándolo todo a un nivel global. Una suculenta solución para evitar caer en la repetición pero que lleva a la saga a un punto en el que resulta imposible concebir que puedan ir más allá de la cuarta entrega sin acabar traicionándose a sí misma. La miniserie 'The Continental' es un buen ejemplo ya que no ha repetido el éxito de las películas y hasta uno de los veteranos de la saga ha criticado su realización. Todas las miradas están puestas en 'Ballerina' ahora.
La fórmula más es mejor no funciona siempre, pero por ahora ha servido para que John Wick tenga amenazas cada vez más grandes a las que ir haciendo frente. Eso enriquecía las ideas que trataba aunque luego su desarrollo a nivel puramente argumental no fuera siempre el deseado. Pero es que esos jugosos conceptos nunca han dejado de ser un pretexto para ver a Keanu Reeves repartiendo estopa como si no hubiera un mañana.
La escasa competencia
Seamos justos, los héroes de acción pasaron de moda en cuanto los superhéroes pasaron a dominar Hollywood. Hay algunos de largo recorrido que siguen ahí como James Bond o Ethan Hunt ('Misión: Imposible'), mientras que estrellas como Dwayne Johnson o Jason Statham son muy convincentes en ese rol, pero debo decir que ya he perdido la esperanza sobre la posibilidad de que consigan explotarlo con un personaje memorable. Lo más parecido que tienen son sus personajes de Hobbs y Shaw en la saga 'Fast & Furious', pero no es lo mismo, no son John Wick.
De hecho, lo más similar en impacto con varias entregas que podríamos encontrar es 'Kingsman', pero ahí las escenas de acción tienden a estar por encima del héroe. Es verdad que Colin Firth tenía un par de secuencias memorables en la primera entrega, pero la saga de Matthew Vaughn no ha asentado ni de lejos a nadie que pueda competir con John Wick. Y es una pena, porque Taron Egerton está estupendo como Eggsy, pero no es Keanu Reeves.
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