Casualidades de la vida, Pasapalabra entrega un bote coincidiendo con su programa número 100 300 en Telecinco (en la imagen la afortunada), y aún me acuerdo de aquel artículo de Manuls en el que ponía en duda la veracidad de la dificultad del concurso. Otro día también nos contó que en Al pie de la letra te decían qué canciones te iban a tocar cantar. Si habéis seguido El gran Quiz habréis podido pillar más de un desliz en las respuestas que daban como correctas. Lo último ha sido lo que nos contaba Andrés Gracia esta mañana a través del correo electrónico referido al concursante doble en Identity y Sabes más que un niño de primaria, programa en el que por cierto también tuvieron su polémica. Para un seguidor de concursos, todas estas historias resultan, como poco, molestas.
Por otro lado, cuando las críticas hacia estas prácticas arrecian o cuando alguien, en esta época de Internet e intercambio de opiniones, cuestiona como espectador las dificultades de los concursos, no es raro recibir algún comentario de la otra parte, los concursantes, que se afanan en defender el concurso en el que participan. Suele ser recurrente la frase que hemos oído tantas veces: "desde casa todo parece más fácil". Como ejemplo, podéis leer los comentarios en esta entrada. Comprendo que un concursante defienda su intervención en un programa pero lo que me escama es que los verdaderamente señalados, cadenas y productoras, no dicen esta boca es mía.
Para un espectador que ve un concurso desde casa lo que le parece verdaderamente atractivo el programa es que parezca difícil, aunque no lo sea. Por ejemplo: dicen los concursantes de El gran Quiz que era más difícil que Saber y ganar pero desde mi punto de vista no lo parecía con lo cual el mérito, el desafío, el verdadero enganche de un concurso, desaparece. Y esto no es culpa de los concursantes, sino de las cadenas y las productoras.
Hace unos mese hablé de un libro que desmenuzaba el asunto del guión en televisión. Como dije en aquel momento, los guionistas de programas, de concursos en este caso, no dejan nada al azar. Si un concursante gusta a la audiencia harán lo posible para mantenerle en el programa, y si no gusta, a la calle. Lógico, pero que no se note porque en el momento en el que un espectador percibe algo de ese teatro la magia desaparece y el concurso pierde prestigio.
También se nos puede decir a los fans de los concursos que a veces parece que nos hemos caído de un guindo porque nos escandalizamos por estos asuntos. Desde mi punto de vista no es cuestión de montar en cólera, pero lo mínimo es que podamos opinar si un concurso nos parece penoso sin que los concursantes se sientan aludidos y, es más, creo que es lógico que se pida a las cadenas y a las productoras que hagan bien su trabajo y escondan el truco. Creo que si lo enseñan, lo mínimo es que lo comentemos.
Imagen | Fórmula TV En ¡Vaya Tele! | El bote de Pasapalabra, ¿un timo?