Estrenamos 2016 y encaramos la última parte de las Navidades. Ya se pasó la lotería, Papá Noel, las comidas indigestísimas y las uvas atropelladas, aunque, para los más valientes, todavía quedan los Reyes Magos y el roscón. Bueno, tal vez podamos relajarnos un poco recordando antiguos programas de televisión, como siempre nos permite hacer nuestro Nostalgia TV.
Las series de los 90
En 1990, llegaron las privadas a la parrilla nacional y se revolucionó por completo la televisión. De repente, empezaron a florecer un montón de series patrias que el público recibía con inusitada alegría. En ese panorama, se gestaron un puñado de producciones que hacían del humor blanco su bandera y que recuperaban cierta tradición del teatro filmado con escenarios en casas unifamiliares por las que entraban y salían los personajes en cuestión.
De esta forma, se gestó una de las series más exitosas de esa época para Antena 3. 'La casa de los líos' se vio durante seis temporadas entre 1996 y el año 2000. Sus más de cien capítulos la coronan como una de las preferidas del momento. Producida por Cartel, sobre el argumento de Germán Álvarez Blanco, contó con la producción de Eduardo Campoy.
Una serie para Arturo
Arturo Fernández fue un actor enórmemente popular en el cine español de los 60 y los 70. Su papel, de galán, seductor, hombre atractivo por antonomasia, le valió muchísimas interpretaciones. Además, tenía un estilo socarrón que le servía para apuntar otras facetas en sus personajes. Precisamente, fue este talento divertido y canalla lo que le valió para triunfar en dos series de televisión: 'Truhanes' y 'La casa de los líos'.
En ésta última, Arturo Fernández era la estrella indiscutible sobre la que giraban todas las tramas y argumentos de la serie. Arturo, un caradura de los que siempre saben caer de pie, y sin despeinarse, se mudaba a casa de su hermana Pilar. Por allí, también estaban sus cuatro sobrinas, sus dos resobrinos y un sinfín de acompañantes.
Como decimos, Fernández era el protagonista absoluto y los demás personajes se articulaban en torno a él. En una concatenación muy sencilla de aliados y enemigos, teníamos las relaciones totalmente positivas con su hermana o sus sobrinas y otras mucho más disputadas (pero siempre desde un tono descargado y cordial) con la criada de la casa: Toñi, que a todas horas cocinaba croquetas como si no hubiera un mañana; o con quienes se disputaban el amor de sus sobrinas.
Sencilla y desenfadada
Si 'La casa de los líos' triunfó es porque planteaba una comedia familiar (algo de lo que seguramente se abusó en la época y que ha desembocado en cierto rechazo en la actualidad por este tipo de productos) en la que los roles estaban muy claros. Las tramas eran rocambolescas y divertidas, con un claro gusto por esa picaresca que nos funciona tan bien. La faceta caradura del protagonista nos presentaba, a su modo, a uno de esos antagonistas que tanto adoramos ahora: atractivo, galante... pero tremendamente egoísta e interesado.
Además, circulaban una serie de personajes que hacían las veces de acompañantes cómicos de Arturo Fernández. Muchos descubrimos a Alfonso Lara por primera vez en esta serie, un remedo de heavy al que Fernández llamaba "marginal". Y es que las frases que salían de la boca del actor se convirtieron en otro de los éxitos de la producción. Sus "chatín" se repartían a diestro y siniestro, haciendo de esta palabra uno de esos comodines que nunca fallan.
Y, por supuesto, no podemos olvidar la presencia de algunos actores que daban solera al producto. Teníamos a la estupenda Lola Herrera en el papel de la hermana de Arturo. Su talento no estaba especialmente explotado en esta producción, eso sí. No sucedía lo mismo con la maravillosísima Florinda Chico, a quien esta serie tuvo el acierto de dar a conocer a toda una generación de espectadores. Los enfrentamientos entre Arturo y ella (en el papel de Toñi) eran de lo mejor de la serie.
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