¿Cómo se consigue que un formato funcione? ¿Por qué formatos que llegan avalados por el éxito internacional aquí fracasan estrepitosamente? ¿Por qué se compran formatos en lugar de apostar por la producción? En un artículo que han publicado hoy en El País aportan algo de luz a uno de los aspectos más desconocidos de la televisión nacional y resuelven, al menos en parte, algunas de estas cuestiones.
Las cadenas parecen ser las que prefieren importar a producir directamente porque, según parece, es más seguro invertir en un producto que ya está contrastado. Sabiendo la cantidad de formatos que caen de la parrilla (cada vez más), da vértigo pensar qué pasaría si esta teoría fuese cierta y si se produjese más en España. Por otro lado, los formatos se adaptan al “gusto español” así que entramos en una extraña paradoja: compramos de fuera porque ya tiene éxito, adaptamos a lo nacional en lugar de producir aquí y cuando hay un fracaso, ¿de quién es la responsabilidad?
Me llama la atención que en el artículo no se hable de la calidad de los formatos; parece que sólo importa que algo funcione o no. Y es interesante que se destaque el corsé de los formatos y la escasa capacidad de maniobra de las productoras a la hora de adaptarlos. En resumen, una jungla de grandes proporciones en la que parece que se funciona a base de corazonadas, un sistema poco claro en una industria que mueve millones. La fórmula del éxito sigue sin estar inventada y, por otro lado, se acusa cierta indefensión en el aspecto que toca a los creadores, pendientes de que salte un plagio a las primeras de cambio.
Con unas cadenas que no apoyan la producción nacional es difícil que la industria pueda desarrollarse en ese ámbito y es una pena porque a este paso no va a producirse jamás el aprendizaje necesario. Intentos como Rico al instante o La vuelta al mundo en directo, por muy desastrosos que sean, son los primeros pasos en un camino muy largo. su fracaso es una piedra más en el desarrollo en este ámbito y es injusto porque no han fracasado por ser españoles, sino porque no estaban bien acabados.
Sigo sin entender por qué a estas alturas siguen sin producirse pilotos, tanto de series como de programas. El piloto tendría que ser el principio obligado de cualquier proyecto en lugar de verse como un cargo prescindible de cualquier presupuesto. También creo que se busca demasiado el público familiar y esa clasificación ya no responde ni a la realidad social ni a las nuevas formas de ver televisión. Y no podemos olvidar la evidente falta de riesgo, la producción de calcos en todas las cadenas y un miedo irracional al fracaso que sólo hace una cosa: conducir al fracaso.
Vía | El País
En ¡Vaya Tele! | ‘Tienes talento!, el formato calcado
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