Está en Prime Video y es una de las mejores películas de superhéroes de los últimos años: una demencial comedia muy comiquera y romántica que supera la fatiga del género

Tom Hardy vuelve a hacer una exhibición de comedia física para dar entidad a un supervillano más allá de Spider-Man

Desde el año pasado se habla de la fatiga por los blockbusters de superhéroes más que nunca, y puede que ya empiece a ser real. Varias producciones menores con realmente poco factor diferencial, quitando excepciones notables como 'Guardianes de la galaxia Vol. 3' o 'Spider-Man: Cruzando el multiverso', está generando cierta desafección y se va asentando la idea de que no todas son merecedoras de ver en la gran pantalla.

Un formato que al final es donde se ganan realmente el pan, porque tienden a ser producciones caras. Los fracasos de este año llaman claramente a buscar refrescar la fórmula, que ha dejado de maravillar. Quizá el secreto pase por atreverse a abrazar las partes más comiqueras, o incluso yendo de verdad a por apuestas locas, como supo hacer 'Venom: Habrá matanza' ('Venom: Let There Be Carnage').

Es hora de repartir matanza (y amor)

La secuela del simbionte interpretado por Tom Hardy, antiguo archienemigo de Spider-Man, es uno de esos claros ejemplos de cómo identificar lo que funciona de la primera película, que fue inconsistente cuanto menos. Una refrescante propuesta en tiempos de modorra, que no tiene miedo al ridículo ni de ir a por todas, que se puede ver a través de Amazon Prime Video.

Hardy vuelve en su doble rol como Eddie Brock y el alienígena Venom, cuya relación se está volviendo cada vez más insostenible y tóxica. Entre tanto, Brock tiene que ir a prisión por solicitud de uno de los presos, el sanguinario Cletus Kasady (Woody Harrelson), que en su encuentro termina mordiendo al periodista y sorbiendo parte de su sangre con trazas de simbionte. El proceso le transformará también en un simbionte poderoso y sanguinario que destrozará a todo el que se interponga a su camino mientras intenta recuperar a su amor perdido.

El factor romántico que persigue este villano enfatiza la principal influencia buscada por Hardy, que elabora la historia original junto con la guionista Kelly Marcel (futura directora de la tercera película de 'Venom'). La historia de Venom se ha sostenido siempre por la enemistad con Spider-Man, al que una vez habitó, pero en este universo separado de Sony, donde no hay un héroe arácnido, tratan de explorar más profundamente la relación simbiótica que aquí evoluciona a una comedia romántica screwball.

'Venom: Habrá matanza', del screwball al romance tóxico

Andy Serkis, que aquí ejerce de director artesano, busca integrar más organicamente los efectos especiales en la acción y también hacer esa rom-com disparatada y demencial, con guiños a otras películas de antaño y siguiendo juegos paralelos entre los "héroes" y los villanos. El resultado, además de divertido por sus buenos chistes y la excelente comedia física de Hardy, logra ser bastante comiquero por cómo se lanza de cabeza hacia un tono tan extremo.

La violencia logra ser bastante intensa aprovechando que se enfrentan dos alienígenas gelatinosos, esquivando así una calificación para adultos, y puede ir saltando de ahí al absurdo de la comedia sin temor a descolocar al público. Todo en un ritmo frenético y sin relleno, que en hora y media hace lo que tiene que hacer. Claves que han llevado a su éxito ('Venom 3' llega este año) y quizá a marcar un camino para que el blockbuster superheroico se mantenga fresco. Más como esta y menos palmaditas nostálgicas interminables como 'Spider-Man: No Way Home'.

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