Constantino Romero se puso en 1987 al frente de 'El tiempo es oro', un concurso de televisión para la cadena pública en el que los participantes debían buscar información en el menor tiempo posible, evidenciando la premisa que tenía por título el programa. Se recogía así una máxima que ha perdurado en nuestra televisión, que siempre ha estado presente en todos los espacios que han pasado por la pequeña pantalla. La característica principal de estos programas ha sido el aprovechamiento máximo del tiempo, una directriz condicionada a los programas que se sucedían en la parrilla.
Así, los programas de televisión deben ajustarse al tiempo que se les otorga en la parrilla, ofreciendo sus contenidos con la idea de la hora en la que tienen que decir adiós. Esto provoca que los contenidos que vemos en los programas queden condensados, ofreciendo solo lo principal y explotando las claves del entretenimiento con las que entusiasmar al público. Sin embargo, esta premisa no se cumple hoy en día, en un período en el que vemos que los programas de televisión se alargan hasta la eternidad, ofreciendo una buena cantidad de momentos de relleno, que hace que pensemos que el tiempo en televisión ha terminado devaluándose.
Para entender esta idea solo basta con que nos situemos en la actual franja del prime time. Hace años este horario estaba condicionado por el comienzo de los programas de late night, que empezaban en torno a la medianoche y que hacía que el prime time quedase reducido, provocando a su vez que los espacios de máxima audiencia tuvieran una duración razonable. No solo se ajustaba la duración, sino también los momentos que veíamos en en pantalla, que se sucedían manteniendo la premisa de que el tiempo era un material preciado que no se podía llenar de cualquier tipo de contenido.
Esto ha cambiado en la actualidad, en un momento en el que el late night ha desaparecido de las grandes cadenas de televisión de nuestro país y el horario del prime time se ha alargado en exceso. Esta extensión hace que, por ejemplo, un programa de prime time pueda durar desde las 22:00-22:30 horas hasta las 02:00 horas, casi cuatro horas de duración que hay que rellenar como medianamente se pueda. El problema surge cuando el contenido que vemos es una consecuencia directa de tener que rellenar de cualquier manera, un hecho que hace que presenciemos contenidos que carecen de interés o que pecan de repetitivos y que se evidencian sobre todo en dos tipos de programas: los realities y los talents shows.
El relleno en los talents show
La excesiva duración de los programas de entretenimiento provoca que vivamos escenas sin importancia que se incluyen como relleno absoluto. Un ejemplo de este hecho lo vivimos en la final de 'Tu cara me suena', en la que después de las actuaciones, las bromas durante las valoraciones y la aparición de los invitados se dio paso a la entrega de los premios de la edición. Se trataba de una manera de recordar los mejores momentos y premiar a aquellos que no habían pasado a la final, pero se convirtió en un momento de relleno para alargar la elección del ganador hasta las 01:30 horas.
Es solo una de tantas otras maneras que ha utilizado 'Tu cara me suena' para alargar su emisión hasta bien entrada la madrugada, en la que el share se altera fácilmente de cara a las audiencias del día siguiente. Pero la consecuencia directa para el espectador es el seguimiento de momentos tediosos, que no hacen más que aumentar las ganas de que el programa elegido para pasar la noche acabe de una vez. El mismo sentimiento hemos visto en las ediciones de 'La Voz', un programa que también se ha acostumbrado a esto de terminar a horas inadecuadas.
Si analizamos las fases finales tanto de 'La Voz' como de 'La Voz Kids', observamos que las actuaciones de los concursantes se han sucedido sin importar que se entrara en cierta saturación. Hemos visto al concursante cantar solo, cantar con su coach, cantar con el artista invitado o con sus compañeros de equipo... y mientras tanto los minutos seguían pasando hasta lograr el objetivo: terminar lo más tarde posible. Estas decisiones hacen que el interés vaya descendiendo a medida que transcurre la gala y que haya espectadores que decidan marcharse a la cama hartos de la escaleta diseñada. Decisiones que juegan en contra del programa aunque no parece que afecten en audiencia, ya que normalmente a la semana siguiente ese espectador vuelve a conectar con el espacio que le tortura a base de relleno.
El relleno en los realities
El relleno en los realities es incluso más descarado que el que encontramos en el talent show, ya que estos se basan en las vivencias y experiencias de los concursantes y no se pueden "maquillar" con actuaciones musicales. Esto no ha sido un problema para que el reality se extienda sin remedio por la televisión, no solo al terminar en un horario indecente, sino emitiéndose varias veces durante una misma semana. En la actualidad, podemos observar este hecho con 'Supervivientes', un programa que se emite los lunes por la noche y que también cuenta con un sucedáneo emitido los miércoles por la noche a modo de debate.
Es frecuente que encontremos contenidos repetidos, peleas y disputas que se alargan sin remedio o momentos en los que los concursantes permanecen en primer plano contando anécdotas que no tienen interés alguno para el desarrollo del programa. Recurrir a estos momentos relleno puede hacer que incluso a veces la escaleta se vaya de las manos y se olvide de lo principal, algo que pudimos ver el día del estreno de 'Supervivientes', en el que un grupo de concursantes se quedó sin nominar debido a la falta de tiempo. Curiosamente esa falta de tiempo vino después de que el espectador asistiera a repeticiones de los vídeos de presentación de los concursantes, algo que se sucedía sin que nadie pensara que el espectador pudiera hartarse de ellos y cambiar de canal.
El caso 'Sálvame'
Pero si hay un programa que explota sin ocultarlo los momentos de relleno ese es 'Sálvame', que ha hecho de su extensión por televisión una odisea que demuestra cómo aguantar el tirón, a veces sin que ocurra nada de interés. Sus cuatro horas de duración cada tarde, más otras cuatro los viernes por la noche, no son un impedimento para que el programa de Telecinco siga cosechando audiencias sólidas, mostrando que al espectador no parece que le importe las conversaciones de relleno, las peleas de mentira o las noticias en las que realmente no ocurre nada.
'Sálvame' suple los inconvenientes de su excesiva duración creando una tensión constante donde sus propios colaboradores se han convertido en eje central de los hechos, aunque a veces estos estén muy lejos de aportar algo verdaderamente interesante para la audiencia. De nuevo estamos ante un ejemplo claro de lo que se ha conseguido a la hora de amaestrar a los espectadores, fieles a un espacio que mantiene la idea de explotar un momento de tensión aunque para llegar a él asistamos a muchos minutos de contenidos de relleno poco estimulantes.
El tiempo ya no es oro en televisión. Sobre todo porque ahora no se busca condensar los contenidos y destacar lo más importante o lo que más fascine a la audiencia, sino porque hay que buscar maneras para alargar un programa de televisión hacia lo eterno. Repetir lo que ya hemos visto, buscar falsos momentos de tensión o explotar instantes en los que no ocurre nada son algunas maneras para conseguirlo. Se suele tirar de un relleno del que no se libran ni las series de televisión con sus 70 minutos por bandera, y que nos hace reflexionar sobre la profunda crisis que vive la televisión española en la actualidad.
En ¡Vaya tele! | El horario del prime time, en contra del late night
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