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Es domingo y toca sintonizar nuestro canal vintage. Si tuviera que representar la serie de la que hoy quiero hablaros con tres iconos, como en aquel juego que os propuso mi compañera Noelius con la imagen de la semana, me decantaría sin duda por estos tres: americana tono pastel, Ferrari Testarrosa y un bigotazo estilo Olmos (Edward James). Y no os costaría nada adivinar que hoy vamos a recordar ‘Corrupción en Miami’ aquella serie que revolucionó el género policíaco y cambió el perfil de cop uniformado y con tendencia al colesterol, por un James “Sonny” Crockett (Don Johnson) que se ajustaba bastante a los cánones de galán de la época y su compañero de redadas, Ricardo “Rico” Tubbs (Philip Michael Thomas). Después del salto, cabecera mítica donde las haya.
No es otra serie de polis
En ‘Corrupción en Miami’ Sonny y Tubbs se introducían en el turbio mundo de las drogas, las armas y la prostitución como policías infiltrados bajo los seudónimos de ‘Sonny Burnett’ y ‘Ricardo Cooper’ (por qué no cambiaban sus nombres de pila es un misterio). Y aunque se movieran por los bajos fondos de Florida, vivían vidas de lujo y glamour: Ferraris, chicas en bikini y ropa de Armani. La serie salió de la factoría NBC, la misma creadora de otros personajes que, de un modo a otro, luchaban porque la ley se cumpliera, como Michael Night (‘El Coche Fantástico’) y ‘Magnum’ (prueba irrefutable de que en los ochenta se llevaban los bigotes grandes y espesos). Se emitió desde 1984 hasta 1989 (amén de posteriores reposiciones; es más, a día de hoy, FOX Crime la incluye en su parrilla). En España, pudimos verla de la única manera posible: en TVE.
De alguna manera, esta ficción venía marcada por su predecesora en el género, ‘Canción triste de Hill Street’, también de NBC. De hecho, ambas contaron con Anthony Yerkovich como guionista. Pero mientras que las tramas de aquella se desarrollaban en la cotidianeidad de una comisaría de policía y tenían una mayor carga personal, la serie de Sonny y Ricardo nos adentraba en un mundo mucho más peligroso y con más acción. Y, sobre todo, los protagonistas se desenfundaban el clásico uniforme azul para convertirse en aladides de la moda.
Creando tendencia
‘Corrupción en Miami’ supuso una revolución en muchos sentidos; no sólo por ser una revisión del género. De alguna manera, se convirtió en “programa contenedor” de modas y tendencias. Incluso su banda sonora se convirtió en un éxito y su tema principal, compuesto por Jan Hammer, se llevó dos Emmys: a la mejor actuación instrumental pop y a la mejor composición instrumental. Y no sólo eso; cada capítulo ofrecía una gran selección musical: U2, Dire Straits, Phil Collins, Police… La serie se convirtió en un escaparate de la industria musical de la época.
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Todo lo relacionado con la serie se convertía inmediatamente en éxito: las gafas de sol de Crockett (Ray Ban aumentó las ventas de ese modelo desde que Don Jonhnson las luciera en la serie), la superposición camiseta-chaqueta (incluso se habla de una publicidad encubierta de Adolfo Domínguez que revertió en el éxito de la marca), la barba de tres días y hasta la arquitectura Art Déco que tanto se estilaba en Miami Beach. Todo ello envuelto en tonos pastel, que tan bien combinaban con el estilo de Don Johnson. ‘Corrupción en Miami’ fue también la responsable de que generáramos una impresión colectiva de Miami como un lugar exótico, donde los flamencos y los loros campaban a sus anchas.
Unos policías singulares
Crockett tenía una vida, cuanto menos, rara. Vivía en un barco con su caimán Elvis. Excombatiente en Vietnam, exfutbolista profesional y ligón por vocación, acaba dedicando su vida a combatir el vicio en Miami. A él se une, ávido de venganza, Tubbs, que perdió a su compañero persiguiendo a un traficante por las calles de Nueva York, al que le siguió la pista hasta Miami, pasando a formar parte del Departamento en el que Crockett trabaja. La rabia y la sed de venganza marcarán su personaje. Tubbs es, como Sonny, un hombre estiloso y un mujeriego empedernido.
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Dirigiendo el Departamento Anti-vicio, otro singular policía, el Teniente Castillo (Edward James Olmos), un hombre parco en palabras y, sobre todo, en expresión facial. Sorprende que aquella interpretación le valiera dos premios Emmy (en 1985 y 1986), teniendo en cuenta su incapacidad para transmitir. Pero no fueron éstos los únicos galardones que se llevó la serie: desde que comenzara su emisión, fue una habitual entre los nominados, incluyendo la categoría de mejor serie dramática. Más allá de los premios, pesa sobre todo el reconocimiento unánime de la crítica, que coincide en reconocerla como una de las ficciones más innovadoras de la televisión; la primera serie, según la Revista People, “que parecía realmente nueva”.
Ficha Técnica: Corrupción en Miami
Es domingo y toca sintonizar nuestro canal vintage. Si tuviera que representar la serie de la que hoy quiero hablaros con tres iconos, como en aquel juego que os propuso mi compañera Noelius con la imagen de la semana, me decantaría sin duda por estos tres: americana tono pastel, Ferrari Testarrosa y un bigotazo estilo Olmos (Edward James). Y no os costaría nada adivinar que hoy vamos a recordar ‘Corrupción en Miami’ aquella serie que revolucionó el género policíaco y cambió el perfil de cop uniformado y con tendencia al colesterol, por un James “Sonny” Crockett (Don Johnson) que se ajustaba bastante a los cánones de galán de la época y su compañero de redadas, Ricardo “Rico” Tubbs (Philip Michael Thomas). Después del salto, cabecera mítica donde las haya.
No es otra serie de polis
En ‘Corrupción en Miami’ Sonny y Tubbs se introducían en el turbio mundo de las drogas, las armas y la prostitución como policías infiltrados bajo los seudónimos de ‘Sonny Burnett’ y ‘Ricardo Cooper’ (por qué no cambiaban sus nombres de pila es un misterio). Y aunque se movieran por los bajos fondos de Florida, vivían vidas de lujo y glamour: Ferraris, chicas en bikini y ropa de Armani. La serie salió de la factoría NBC, la misma creadora de otros personajes que, de un modo a otro, luchaban porque la ley se cumpliera, como Michael Night (‘El Coche Fantástico’) y ‘Magnum’ (prueba irrefutable de que en los ochenta se llevaban los bigotes grandes y espesos). Se emitió desde 1984 hasta 1989 (amén de posteriores reposiciones; es más, a día de hoy, FOX Crime la incluye en su parrilla). En España, pudimos verla de la única manera posible: en TVE.
De alguna manera, esta ficción venía marcada por su predecesora en el género, ‘Canción triste de Hill Street’, también de NBC. De hecho, ambas contaron con Anthony Yerkovich como guionista. Pero mientras que las tramas de aquella se desarrollaban en la cotidianeidad de una comisaría de policía y tenían una mayor carga personal, la serie de Sonny y Ricardo nos adentraba en un mundo mucho más peligroso y con más acción. Y, sobre todo, los protagonistas se desenfundaban el clásico uniforme azul para convertirse en aladides de la moda.
Creando tendencia
‘Corrupción en Miami’ supuso una revolución en muchos sentidos; no sólo por ser una revisión del género. De alguna manera, se convirtió en “programa contenedor” de modas y tendencias. Incluso su banda sonora se convirtió en un éxito y su tema principal, compuesto por Jan Hammer, se llevó dos Emmys: a la mejor actuación instrumental pop y a la mejor composición instrumental. Y no sólo eso; cada capítulo ofrecía una gran selección musical: U2, Dire Straits, Phil Collins, Police… La serie se convirtió en un escaparate de la industria musical de la época.

Todo lo relacionado con la serie se convertía inmediatamente en éxito: las gafas de sol de Crockett (Ray Ban aumentó las ventas de ese modelo desde que Don Jonhnson las luciera en la serie), la superposición camiseta-chaqueta (incluso se habla de una publicidad encubierta de Adolfo Domínguez que revertió en el éxito de la marca), la barba de tres días y hasta la arquitectura Art Déco que tanto se estilaba en Miami Beach. Todo ello envuelto en tonos pastel, que tan bien combinaban con el estilo de Don Johnson. ‘Corrupción en Miami’ fue también la responsable de que generáramos una impresión colectiva de Miami como un lugar exótico, donde los flamencos y los loros campaban a sus anchas.
Unos policías singulares
Crockett tenía una vida, cuanto menos, rara. Vivía en un barco con su caimán Elvis. Excombatiente en Vietnam, exfutbolista profesional y ligón por vocación, acaba dedicando su vida a combatir el vicio en Miami. A él se une, ávido de venganza, Tubbs, que perdió a su compañero persiguiendo a un traficante por las calles de Nueva York, al que le siguió la pista hasta Miami, pasando a formar parte del Departamento en el que Crockett trabaja. La rabia y la sed de venganza marcarán su personaje. Tubbs es, como Sonny, un hombre estiloso y un mujeriego empedernido.

Dirigiendo el Departamento Anti-vicio, otro singular policía, el Teniente Castillo (Edward James Olmos), un hombre parco en palabras y, sobre todo, en expresión facial. Sorprende que aquella interpretación le valiera dos premios Emmy (en 1985 y 1986), teniendo en cuenta su incapacidad para transmitir. Pero no fueron éstos los únicos galardones que se llevó la serie: desde que comenzara su emisión, fue una habitual entre los nominados, incluyendo la categoría de mejor serie dramática. Más allá de los premios, pesa sobre todo el reconocimiento unánime de la crítica, que coincide en reconocerla como una de las ficciones más innovadoras de la televisión; la primera serie, según la Revista People, “que parecía realmente nueva”.

No es otra serie de polis

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<li><strong>Título Original</strong>: Miami Vice</li>
<li><strong>Género</strong>: Policíaco</li>
<li><strong>Cadena</strong>: <span class="caps"></span><span class="caps">NBC</span></li>
<li><strong>Emitida en España</strong>: <span class="caps">TVE</span></li>
<li><strong>Disponibilidad DVD</strong>: Serie completa</li>
<br />
<p></p>
En ¡Vaya Tele! | Nostalgia TV
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10 comentarios
El Señor Lechero
Dejando aparte la estética (que treinta años se notan) la serie sigue siendo visible. Creo que ésta y "Canción triste de Hill Street" aportaron un tono de realismo a las historias de "policías y ladrones". La cotidianeidad y sobre todo, la sensación de que se luchaba una guerra eterna y un poco perdida de antemano. Para el recuerdo el estilo videoclip y la cantidad de artistas musicales que pasaron por su banda sonora.
marat
Sencillamente genial...esos trajes,esa chuleria de Don Johnson,los flamencos que salian en la cabezera...que grande
agustin.lara.14
Pedazo de serie mitica de los 80, Michael Mann estaba detrás de todo esto y fue una pena que años después cuando llevo la serie a la gran pantalla se quedo en un quiero y no puedo. Es que cambiar a Don Johnson por Colin Farrell no era lo mismo.
Hollister
¿Soy el único al que el nombre de Ricardo Tubbs le sonaba ridículo?
Alexuny
Bonita entrada que se echaba en falta rememorando a Corrupción en Miami.
Un apunte: no es Testarrosa, si no Testarossa. Y el Testarossa aunque terminó siendo muy mítico de los personajes, llegó a la serie de rebote por el tema comentado de "contenedor de tendencias". Con el primero con el que se estrenaron y lucieron en persecuciones y redadas fue con el no menos carismático Ferrari 365 GTS/4 Daytona Spyder, que es el descapotable negro de la primera foto del artículo.
Ferrari Daytona no era tal sino una réplica sobre la base del no menos espectacular Chevrolet Corvette C3. Tras conocerse la repercusión de la serie, ya sí que les llegó la donación de la propia Ferrari de un par de unidades del mítico Testarossa blanco, si no recuerdo mal justo para el comienzo de la segunda temporada.
nqsc
La melodia todavía me viene a la mente a veces
krollian
Michael Mann filmaría en 1995 la película Heat, sin duda, heredera del espíritu de Corrupción en Miami.
Serie mítica con cocodrilo o caimán de mascota incluido. Por cierto, la sintonía de la serie siempre me recordó a la canción I'll wait del 1984 de Van Halen:
http://www.goear.com/listen/b6ebe3a/ill-wait-van-halen
daga535
Pedazo de serie, pocas series de televisión se pueden ver después de treinta años, para la época fue todo un éxito. Si bien la película no dio la talla, hay que tener en cuenta que el listón estaba muy alto y que era más difícil sorprender al publico tanto tiempo después.