La dinámica del programa era, como digo, trepidante. Los concursantes en plató, ayudados por Isabel Tenaille, tenían que desentrañar un misterio. Y para ello contaban con la inestimable ayuda de Miguel de la Quadra-Salcedo quien, a bordo de un helicóptero, seguía fielmente las instrucciones que le daban los concursantes para dirigirse a distintas localizaciones, preguntar a los lugareños y, por fin (y si había suerte) encontrar el tesoro.
Ahora que se lleva la televisión con "mucho ritmo", me ha venido a la memoria este programa porque realmente lo tenía. Ver a Miguel de la Quadra-Salcedo (un auténtico mito televisivo, por otra parte) jadeando micrófono en mano, con un cronómetro sobreimpreso mientras intentaba obtener las respuestas necesarias era para poner tenso al más pintado.
Me diréis que soy un nostálgico... pero ya no se hace televisión como la de antes.