Una de las películas que mejor cogió el pulso al clima político paranoico de inicios de siglo
Desde que el cine de acción se convierte en el arma más lucrativa para los estudios de Hollywood, siempre suele haber una película o serie de películas que marcan la tendencia estética y formal que terminan siguiendo la mayoría, intentando explotar o avanzar el estilo. No tienen que ser necesariamente la película más exitosa, basta con que ofrezca un toque visual refrescante que todos van a querer seguir.
Por supuesto llega a un momento donde el espectador se desensibiliza, y va a buscar otra nueva tendencia capaz de sorprenderle. En algún momento nos cansaremos del estilizado y pulcro preciosismo que ofrecen ‘John Wick’ y todos los que intentan copiarles, de igual modo que nos hemos distanciado de la nerviosa cámara en mano que patentó ‘El mito de Bourne’.
Un mito perseguido
La secuela del increíble éxito protagonizado por Matt Damon, diseñado por el guionista Tony Gilroy, que cimentó una de las grandes trilogías de acción de este siglo. Paul Greengrass toma el testigo de Doug Liman e imprime su personalidad frenética y movida a este blockbuster que cumple 20 años de su estreno en cines. Hoy se puede ver en streaming a través de SkyShowime.
Jason Bourne ya ha conseguido recordar parte de quién es y ha conseguido vivir apartado junto a Marie, aunque fuese yendo de ciudad en ciudad manteniendo siempre su identidad en secreto. Pero un día son cazados por un misterioso enemigo, y Bourne se dará cuenta de que la amenaza del programa Treadstone no ha terminado. Por tanto, deberá enfrentarse a la CIA, que ha puesto la diana en su cabeza, y seguir indagando en ese pasado que decidió dejar atrás.
A pesar de que la obsesión de Hollywood por las secuelas impide mantener una pureza en las propuestas originales que tienen éxito, no era del todo mala la idea de continuar a Jason Bourne. De hecho, iba de perlas para las inquietudes políticas de Gilroy, que diseña un mundo hipervigilado que induce a la paranoia constante, un estado que es sólo una ligera exageración del mundo que vivimos en el siglo XXI.
‘El mito de Bourne’ y la huida constante
Pocas sagas de acción cogieron tan bien el pulso del momento como lo hizo esta saga, especialmente en esta trilogía. ‘El mito de Bourne’ logra acertar en su manera de plasmar cómo las fuerzas de inteligencia operan en la sombra y no cesan en su tarea de recorrer todos los rincones hasta que detecta lo que considera una amenaza.
Y como respuesta crea un héroe que es plausible además de moralmente complejo, con habilidades resolutivas muy por encima de la media pero que no emplea por lucimiento, sino para sobrevivir un día más a la persecución constante. Greengrass realza bien esta sensación con su estilo visual, realizando con ello secuencias mucho más claras y efectivas que las que hacían sus posteriores imitadores. Un ritmo trepidante y su empeño en mantener siempre un pie en el realismo la preservan como una buena expansión del original, y una de las mejores secuelas de este siglo.
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