No cabe duda de que hay películas que te cambian la vida o, al menos, tu perspectiva sobre el medio cinematográfico. En mi caso, una de las últimas producciones que transformaron mi relación con el séptimo arte y se convirtieron en un título de cabecera al que acudir cuando falta la inspiración acaba de cumplir 10 años, es poco menos que un milagro indie y se estrenó en 2010 bajo el título de 'Coherence'.
Si eres un ferviente aficionado al género de la ciencia ficción es muy probable que ya hayas disfrutado de los enrevesados y apasionantes 90 minutos que dieron forma a la ópera prima de James Ward Byrkit. Una pesadilla cuántica que moldeó a golpe de paradoja espaciotemporal una de las mejores representaciones del concepto del gato de Schrödinger que podamos llevarnos a las retinas.
Puro genio
Aunque 'Coherence', que bien podría haber formado parte de 'La dimensión desconocida', deslumbre por la precisión de su narrativa, por sus interpretaciones y por cómo se las apaña para colocar todas las piezas que componen su complejo puzzle sin dejar un sólo hueco sin rellenar, la verdadera magia del proyecto se esconde tras la modestia de su producción y el inteligente método de Byrkit para exprimir al máximo el trabajo de sus actores.
Para materializar este clásico moderno que se ha ganado por méritos propios el estatus de filme de culto, su director sólo contó con un presupuesto estimado en 50.000 dólares, cámaras DSLR Canon 5D, una casa, un reparto compuesto por ocho intérpretes y cinco días de rodaje. Un puñado de recursos que demuestran la realidad oculta tras el dicho que reza que "el hambre agudiza el ingenio".
Para extraer oro de todo esto, llevar el suspense al máximo nivel y trasladar los niveles de tensión y desconcierto al patio de butacas, el realizador prescindió de dar a sus intérpretes un guión al uso. En su lugar, los actores recibieron cada jornada de rodaje un pequeño párrafo en el que podían leerse los objetivos de sus personajes para ese día.
Por poner un ejemplo, en una escena, Maury Sterling —Kevin en la cinta— recibió el objetivo de abandonar la casa, mientras que Emily Baldoni —Em— debía impedir que el personaje de Sterling saliese del edificio. De este modo, Byrkit generó un conflicto básico que, con unos buenos intérpretes capaces de improvisar, dio lugar a momentos potentísimos en cámara.
Por supuesto, el arte de la improvisación puede terminar llegando a un punto muerto pese a contar con grandes talentos, así que el director se guardó un as en la manga. Este fue convertir a uno de los miembros del elenco en una suerte de topo que sí conocía toda la historia al detalle para poder guiar las escenas si el resto llegaban a un callejón sin salida improvisando. Sencillamente brillante.
'Coherence' es una muestra de que no se necesitan presupuestos gigantescos, efectos visuales de primer nivel ni grandes sets de rodaje para dar forma; tan sólo un año dedicado a escribir un libreto tan complejo como inteligente y la valentía para dar el salto.
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