Por si no estáis al tanto de lo que pasa en Argentina con las subvenciones al cine, os hago un breve resumen: entre todas las polémicas en las que anda metido Mauricio Macri, presidente del gobierno, una de ellas es la del más que probable recorte del 60% a las ayudas al séptimo arte, o hasta su desaparición. Todo comenzó con la destitución de Alejandro Cacetta, presidente del Instituto Argentino de Cine (INCAA).
Una destitución que las personalidades del cine argentino consideran "injustificada", ya que no existen pruebas evidentes de los enlaces de Cacetta con la corrupción de que se le acusa, ya que se trata de un personaje bastante respetado en la industria. Dicho así, tal destitución es una señal de alarma para los profesionales del cine y el actor Viggo Mortensen, criado en Argentina, lanza a Macri un mensaje muy contundente.
Y es que, exactamente, el despido de Cacetta y el nombramiento de Ralph Haiek -especializado en televisión- da a entender que hay otras intenciones detrás de este cambio, como un cambio en la Ley de Cine que supondría fatal para la industria. Y es que como bien dice Mortensen, el cine argentino, al igual que el francés, se autofinanza y su modelo es uno de los más coherentes del mundo.
Así, con el régimen actual, el INCAA se autofinancia de dos formas: por un lado, con un impuesto del 10% a las entradas de cine y otro en los servicios de comunicación audiovisual "que obliga a los licenciatarios de señales públicas al pago del 0,5% de sus ingresos publicitarios", representando el 60% de los ingresos del Instituto.
Pero Mortensen no es el único que se protesta antes los más que posibles cambios con ese "déjense de joder" o "fanfarrones neoliberales" que lanza a Macri y Jorge Avelluto, ministro de cultura. Juan José Campanella, Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia, son sólo algunos de los que defienden la honestidad de Cacetta y reclaman su regreso. Este último, también quiso que la ciudadanía entendiera que el cine argentino recibe subvenciones, sí, pero no como se cree:
“Mucha gente cree que el cine le quita presupuesto a los jubilados, la educación y las obras públicas. No es así: el cine argentino se financia de una manera muy buena y eso hizo que tenga la sustancia, consistencia, presupuesto y posibilidad de crecer. Si esto no fuese así muchas películas, la mayoría, no serían posibles, porque son muy pocas las películas argentinas que tienen la posibilidad de contar con una gran distribuidora o productora que puedan sostenerlas y garantizarles un financiamiento”.
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