El actor Miguel Ferrer falleció ayer víctima de un cáncer de garganta. Tenía 61 años. Uno de esos actores que llevaban la interpretación en la sangre, era hijo de José Ferrer —el inolvidable protagonista de 'Moulin Rouge' (íd., John Huston, 1952)— y primo de George Clooney.
Ferrer debutó en la mítica serie de televisión 'Magnum P.I.' (1980-1988) y su primera interpretación cinematográfica fue en el drama 'Truckin' Buddy McCoy' (Richard Demarco, 1982), a la que siguieron más apariciones televisivas, un pequeño papel en 'Star Trek III: En busca de Spock' ('Star Trek III: The Search for Spock', Leonard Nimoy, 1983), hasta que le tocó participar en 'Robocop' (íd., Paul Verhoeven, 1987), uno de sus papeles más recordados.
A partir de ahí Ferrer se especializó, tanto en la pequeña pantalla como en la grande, en personajes secundarios de toda índole. El actor, de innegable carisma, podía hacer del mejor amigo del mundo o del cabrón más grande bajo las estrellas. En los noventa apareció en films como 'Revenge' (íd., Tony Scott, 1990), 'La asesina' ('Point of No Return', John Badham, 1993) o 'Cheque en blanco' ('Blank Check', Rupert Wainwright, 1994).
Con la oscarizada 'Traffic' (íd., Steven Soderbergh, 2000) precede a una década en la que realiza sobre todo trabajos televisivos. Una de las últimas películas en la que le vimos fue 'Iron Man 3' (íd., Shane Black, 2013). A Ferrer aún le veremos en el primer episodio de uno de los regresos más esperados de la pequeña pantalla: 'Twin Peaks', acompañado de una reparto espectacular.
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