A pesar de que es comprensible que existan discrepancias en lo que respecta a su narrativa, es complicado negar que 'Avatar: El sentido del agua' ofrece uno de los espectáculos audiovisuales más impresionantes que han pasado por la gran pantalla durante los últimos años; algo comprensible si tenemos en cuenta los años que se han dedicado a su producción y el astronómico desembolso de dinero que le ha supuesto a 20th Century Studios, Lightstorm y TSG.
El despliegue logístico y económico de la que la película más taquillera de 2022, valorada en unos 250 millones de dólares, queda justificado por sus complejos procesos de rodaje y desarrollo y por el uso de tecnología punta para obrar el milagro. No obstante, entre lujos, ostentación e infinidad de posibilidades, en ocasiones las cosas más mundanas pueden convertirse en un salvavidas que marca la diferencia.
Además de lo sorprendente del hecho de que usasen lentes "prosumer" —entre el consumidor y el profesional— Fujinon MK, que se ajustaban a las necesidades del equipo gracias a su nitidez en aperturas máximas y a su condición de zoom —idónea para agilizar el proceso subacuático sin tener que cambiar ópticas para obtener diferentes focales—, si algo llama la atención del equipo empleado por el DOP Russell Carpenter en el filme son unas simples y llanas "pelotas de ping-pong".
Todo a cien
Al trabajar en escenas con un fuerte componente acuático presente, uno de los obstáculos más habituales con los que se puede encontrar un director de fotografía es la refracción. Este fenómeno físico se describe como el cambio de dirección que experimenta una onda al pasar de un medio material a otro cuando incide de forma oblicua a la superficie que separa ambos medios, que deben tener índices de refracción distintos.
Al cumplirse estos requisitos, la velocidad de propagación de la onda varía dando lugar a diferentes efectos ópticos, siendo algunos de los más reconocibles el que parece partir una pajita al sumergirla en un vaso de agua o, en el caso que nos ocupa, las dispersión de la luz y la creación de "reflejos" y "distorsiones" con distintas formas y variaciones tonales.
Para poder iluminar las numerosas escenas capturadas bajo el agua, Carpenter y su equipo proyectaron focos sobre la superficie de la inmensa piscina en la que se rodó la cinta con la intención de simular la luz del Sol. El problema apareció cuando los efectos de la refracción hicieron acto de presencia, haciendo la luz incontrolable; algo esencial para llevar a buen puerto el motion-capture y para moldear los planos sin personajes generados por ordenador.
Lejos de complejos dispositivos electrónicos y de inversiones multimillonarias, la solución al imprevisto pasó cubrir la superficie de la piscina con una generosa capa de una suerte de pelotas de ping-pong —así las describe el propio DOP— ligeramente traslúcidas, que fueron tremendamente útiles por partida doble.
Por una parte, estos objetos permitieron controlar la luz proveniente de los focos minimizando los efectos de la refracción al pasar a través de ellos, además de servir de elemento difusor que suavizó la dureza de la fuente de un modo similar al de las piezas de muselina que tanto adora el bueno de Roger Deakins.
Por otro lado, las pelotas fueron un factor indispensable para la seguridad, haciendo posible que los actores y el equipo de rodaje pudiese salir a la superficie en cualquier momento que considerasen oportuno sin encontrar un obstáculo difícil de sortear; algo óptimo teniendo en cuenta que el reparto rodaba a pulmón libre.
Como veis, incluso en producciones mastodónticas como 'Avatar: El sentido del agua', lo más insignificante puede terminar convertido en una pieza clave a la que no podría sustituir ni todo el dinero del mundo.
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