Hace unos días pude volver a ver 'Ronin', en una de esas reposiciones estivales de la televisión. Resulta desesperante ver una película con cierto interés con tanta pausa publicitaria, pero, en esta ocasión, tuve la suficiente paciencia hasta la escena de la persecución. Sin duda, un espectáculo impresionante, un derroche de emoción a cien por hora, rodada por el veterano John Frankenheimer (impregnado del estilo setentero) y que supone una de las mejores que he podido ver (y supongo que para muchos).
Tras disfrutar de semejante destreza y aún agarrado al sofá, me acordé de otra escena de persecuciones de coches en 'The Seven-Ups' (1973), dirigida por Philip D'Antoni (su única incursión en la dirección) y con Roy Scheider de protagonista. Tiene una memorable escena rodada al más puro estilo clásico, con ausencia de música y diálogos. Tan sólo el rugido de los motores y los chirridos de los neumáticos en el asfalto de Manhattan.
La historia nos enseña a un escuadrón especial de la policía de Nueva York, formado por unos detectives entrenados para luchar de forma expeditiva y efectiva contra la delincuencia y la mafia que asolan la ciudad. Son cuestionados por sus métodos, pero resulta implacables. Su objetivo es castigar a los criminales con penas de cárcel de siete años o más (a lo que se refiere el título).
Scheider interpreta a Buddy Manucci, el duro líder del equipo que se encuentra con que uno de sus informantes (interpretado por Toni Lo Bianco) es el jefe de una banda de secuestradores que se hacen pasar por policías para llevar a cabo sus raptos. Durante la investigación, uno de los Seven-Up es secuestrado y asesinado. El resto de miembros del equipo, ya cuestionados por sus métodos, se ven implicados en resolver el asunto y atrapar al asesino para mantener su integridad.
Una película que bien merece rescatarla y disfrutar en una sesión veraniega. No se trata de una obra magistral, ya que aglutina muchos de los tópicos del género reunidos, pero es una buena demostración del estilo de la época con mucha acción, pocos diálogos, argumento sencillo y una larga persecución de coches que no se olvida.
Es inevitable acordarse de la protagonizada por Steve McQueen en 'Bullit' y también de 'The French Connection', no en vano D'Antoni fue productor de ambas. Y es que ciertamente posee una estructura muy similar, pero ante la impasibilidad gestual de los actores en 'Bullit', en 'The Seven-Ups' Scheider se introduce mucha más intensidad y emoción, en esos planos intercalados que le confieren pura tensión. Como digo, sin ser un peliculón soberbio (aunque merecería una mejor consideración entre las mejores de la memorable década de los setenta), sí que logra entretener. Mucho y bien.
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