En esta trágica semana de fallecimientos consecutivos (Azcona y Widmark) y sin pretender establecer una sección de obituarios, pero sumido por un ataque de nostalgia, creo que es menester recordar a otro gran cineasta ya fallecido, uno de los grandes. El pasado día 25 se cumplía el centenario del nacimiento de David Lean y es pertinente otorgarle un pequeño recuerdo por su enorme aportación al séptimo arte.
Siempre será recordado como un director de grandes historias épicas, que supo manejar con destreza y gran maestría en títulos inolvidables como 'Lawrence de Arabia', 'El puente sobre el río Kwai', 'La hija de Ryan' o 'Doctor Zhivago'. Pero más allá de esta primera impresión se escondía un cineasta curtido, que aprendió el oficio desde abajo hasta debutar con el drama bélico (codigirida junto a Noel Cowards) 'Sangre, sudor y lágrimas' lo que le valió el reconocimiento para continuar con su carrera.
Y antes de que se desplazara a Hollywood para afrontar grandes narraciones con enormes presupuestos, realizó algunas películas con historias modestas y correctas adaptaciones de clásicos ('Oliver Twist', 'Cadenas rotas'). Nos dejó alguna obra maestra, como esa pequeña joya del cine inglés titulado 'Breve encuentro', drama sentimental sencillo y emotivo, con una historia de amor maduro y desencantado, que ya evidenciaba su descomunal y preciso talento visual, además de su enorme capacidad en la dirección de actores.
Un artesano del cine, calificado de preciosista por su exquisito y detallista sentido de la imagen cinematográfica, pero que gracias al éxito logrado, se permitía el lujo que pocos han podido tener, de tomarse con cierta calma el rodaje de sus producciones, aplicando la máxima perfección a cada detalle, a cada fragmento de sus películas. No es fácil encontrar cineastas que logren aunar un enorme reconocimiento artístico, tanto por la crítica especializada como por estudiosos y sus propios colegas de profesión, como su facilidad para lograr éxitos de taquilla y público por todo el mundo.
Su exquisito gusto visual quedó plasmado en un tratamiento de la luz, el color y los paisajes como pocos han logrado, y eso a pesar de su corta trayectoria como director, que concluyó con 'Pasaje a la India' a comienzos de los ochenta, cuando su avanzada edad le retiró para fallecer en el año 1991.
Aunque sería un argumento muy simplista quedarse con su preciosismo estético, puesto que David Lean también supo integrar con especial dedicación la música en sus historias. Las imborrables imágenes de 'Lawrence de Arabia', 'Doctor Zhivago' o 'El puente sobre el río Kwai' son más indelebles gracias a las melodías que las acompañaron y que marcaron una época. Desde los melancólicos violines en la fría estepa rusa, las grandiosas paritituras sobre el desierto, a la pegadiza melodía silbada ("Coronel Bogey") por los soldados que trabajaban en la construcción de famoso puente en el río Kwai.
Su dominio del "tempo" narrativo quedó patente en algunas de las mejores elipsis temporales de la historia del cine (ese fuego de una cerilla que se convierte en el abrasante sol arábico, por ejemplo). Y es que no podemos olvidar que además de dirigir escribió algunos de sus guiones además de encargarse del montaje final.
Todo ello lo convirtieron en un maestro que inspiró (y así lo han reconocido) a cineastas como Spielberg, Scorsese, Kubrick o George Lucas.
Más información | David Lean en Senses of Cinema El centenario en la prensa | Telegraph | El Mundo