Ridley Scott hace una desmesurada película de guerras e intrigas palaciegas que podría ser aún más completa
El último año hemos sido expuestos de la mano de varios directores destacados a la figura del “Gran Hombre”, ese modelo estudiado durante generaciones que hemos aplicado a algunos de los personajes históricos más relevantes. De Christopher Nolan a Michael Mann, pasando también por Bradley Cooper, hemos tenido varios biopics explorando, en mayor o menor medida, la humanidad detrás del “Gran Hombre Histórico”.
Curiosamente, todos estos retratos y estudios de personaje han tenido también, en diferentes grados, un interés en plasmar las cuestiones matrimoniales que sostienen también la figura del “Gran Hombre”. Un hilo común que ha dado resultados varios, incluyendo uno de los blockbusters más convulsos del año: ‘Napoleón’.
Estratega imperial y marido
Estrenado ya con polémica, el biopic sobre el conquistador francés presenta a un Joaquin Phoenix activando su modo “parodia de la masculinidad” de la mano de un Ridley Scott parcialmente desatado. Y decimos parcialmente porque su visión completa, en un prometido montaje del director de 4 horas, queda pendiente de estreno. Mientras tanto, su también desmesurada versión de cines ya se puede ver en streaming a través de Apple TV+.
La película aborda desde la caída de la monarquía francesa, donde Napoleón Bonaparte empieza a destacar como clarividente estratega militar, hasta la inevitable caída del autoproclamado emperador, que pasó sus últimos años exiliado. En su proceso de ascenso se enfrentará a ilustradas personalidades francesas, la aristocracia europea y también a cualquier cosa que distraiga la atención de su esposa Josefina, interpretada por Vanessa Kirby.
Esa relación matrimonial presenta tanto el gran potencial como las oportunidades desaprovechadas por Scott en su proceso de editar su biopic cargado de veneno contra su protagonista. Los actos de Napoleón quedan marcados por sus delirios de grandeza, pero también por su obsesión con su amada Josefina, a la que intenta amarrar a través de acciones bastante patéticas.
‘Napoleón’: la mentira del Gran Hombre
Scott no tiene la más mínima consideración por lo que hacía a Bonaparte un “Gran Hombre Histórico”, y opta por continuar sus inquietudes sobre aquellos que usurpan el poder y terminan demostrando ser poco aptos para ello. Un biopic que podría haber rodado perfectamente el Duque de Wellington, némesis del protagonista que observa a un hombre dotado para ganar batallas desde la distancia, pero inútil como combatiente y demasiado obcecado en replicar la grandeza de otros gobernantes imperiales anteriores a él.
Las intrigas palaciegas desatan la faceta más cómica de una película que mira en ‘Amadeus’ o en ‘Barry Lyndon’ como realizar un drama histórico desde la falta de seriedad, pero también desde la factura técnica apabullante. Las escenas bélicas son puro Scott, rodadas con inmensa inteligencia y visceralidad, funcionando bastante bien en solitario pero con complicado encaje con la trama en palacio. Queda una película tan destacada como imperfecta, que quizá tenga potencial de gran película si sale la versión definitiva.
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