Russell Crowe se pone en modo "estar en misa y repicando" con una disfrutona aventura con exorcismos
El reciente fracaso a todos los niveles de 'El exorcista: Creyente' (comercial, aunque sea a medias, y sobre todo crítico) expone como pocos el gran problema del cine de terror actual con las secuelas tardías de sagas de renombre. Dicha película pasa por todas las reverencias que hay realizar al legado de la franquicia, pero de manera incluso torpe y sin encontrar nada que aportar en el proceso.
Probablemente el peor pecado de dicha película, además del desastre, es que se termina haciendo profundamente aburrida. Porque puestos a no poder alcanzar la atmósfera solemne pero desgarradora de William Friedkin, que menos que darse un poco de rienda suelta con secuencias demoniacas y dándole más salsa en el tono. Nos ha tenido que venir una inesperada sorpresa como 'El exorcista del papa' para tener la entretenida película de posesiones que merecíamos.
Duelo a muerte con el demonio
Basada en los escritos y aventuras del padre Gabrielle Amorth, el auténtico exorcista designado por el máximo pontífice de la iglesia católica, la película nos ofrece a un Russell Crowe volviendo a retozar en el cine "barato" más disfrutón. Con el eficaz artesano Julius Avery da forma a una película de exorcismos muy acertada en su aproximación y su tono, y que sabe divertir yendo a toda moto (en ocasiones literalmente). La película ya se puede disfrutar en streaming a través de Movistar+ y se podrá ver hoy en el Canal de Estrenos a las 22:15.
El padre Amorth es una figura controvertida dentro de la santa sede, representante de unas prácticas arcaicas con las que la Iglesia se quiere desligar además de poseedor de una actitud irreverente y un carácter crítico en sus escritos periodísticos. Pronto recibirá la misión más complicada de su carrera, teniendo que desplazarse a una abadía española donde una familia americana reside atormentada, ya que el más joven de la familia muestra síntomas de posesión de un demonio más poderoso.
Lo más agradecido de una película como 'El exorcista del papa' es que no necesita coartadas y va a las bravas. Los sustos repetitivos de películas como el Warrenverso se quitan de la ecuación y se prima el despiporre, la secuencia cargada de locura que va a por todas. Avery consigue llevar el tono a un rincón adecuado donde abraza lo circense y lo aventurero, muy en la vena del Álex de la Iglesia de una '30 Monedas' que está de regreso.
'El exorcista del papa': terror en Lambretta
Pero el que termina de llevar esto a donde debe llegar es Crowe. El personaje ya resulta interesante de por sí, un exorcista muy metódico que es consciente de que la mayor parte de su trabajo consiste en no hacerlo y ofrecer un espectáculo, algo que va en sintonía con el espíritu de la película. El actor neozelandés termina de venderlo con un carácter campechano que hace aún más estrafalario con su interpretación carismática y exagerada.
Verle yendo de sitio a sitio en su Lambretta nos dice todo lo que necesitamos saber de cómo afrontar esta película. La textura consigue hacer más sofisticada lo que en el fondo es una serie B con pretensiones de entretenimiento (y también señalar a la iglesia como figura falible donde el mal también puede residir). Es una película clara en sus intenciones y muy disfrutable en su ejecución, justo la clase de visionado que se agradece.
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