En el encuentro entre el mundo tenebroso de Stephen King y la genialidad visual y narrativa de Stanley Kubrick, tuvo lugar la terrorífica ‘El resplandor’ (‘The Shining’). Aclamada como una de las mejores adaptaciones (aunque muy libre) de una obra de King, lo cierto es que la cinta de 1980 dejó grabadas en nuestra memoria algunas escenas antológicas. Sobrecogedoras, inquietantes y capaz de hacer temblar al más sereno, en el ‘El resplandor’ asistimos a momentos únicos con un protagonista, un villano de bandera que desató el pánico en cada rincón del hotel Overlook, encarnado por el más desquiciado Jack Nicholson.
Jack Torrance es uno de esos personajes inolvidables del cine, la pura esencia de la locura desatada y que se apodera de la historia, ofreciendo todo un arsenal de matices capaces de superar el límite en cada uno. Un ex profesor alcohólico, con espíritu de escritor frustrado, que decide aceptar el trabajo como vigilante en un hotel alejado durante los meses del invierno en el que permanece cerrado y en donde encontrará un progresivo encuentro con la locura y el miedo.
Lo que más me gusta de Jack Torrance es cómo progesa su enajenación, como llega al hotel, en un estado de cierta desesperación contenida, esperando redimir sus frustraciones en un lugar, aparentemente adecuado, y encuentra campo libre para desatar un conflicto que lo transforma en todo un psicópata.
Sin embargo, ese desquiciamento in crescendo viene provocado por agentes externos. Por una serie de factores como la claustrofobia que provocan las estancias vacías e inquietantes del hotel, con una atmósfera opresiva, casi asfixiante y unas apariciones extrañas, Jack no puede contener su rabia interior y se descontrola hasta el infinito. Su esposa Wendy y el pequeño Danny son sus acompañantes, a la vez que sufridores de las alucinaciones, que no se cuestionan si reales, pero claramente fantásticas que generan una ansiedad extrema y la gota que colma el vaso de la paciencia de Torrance.
Nicholson bordó su papel. Su físico es el adecuado para encarnar al personaje maquiavélico, y sus progresivo descontrol mental, esa afloración del mal, va provocando verdaderos escalofríos. Su mirada, su histrionismo, su voz, son elementos con los que nos deja un papel antológico y consigue encarnar a la perfección la verdadera locura, pero también a un ser malvado y un villano único.
A pesar de que Torrance llega con aparente calma y buena predisposición, y como hemos dicho albergaba las raíces para desatarse, resulta complicado pensar que cualquiera en esa situación no se hubiera vuelto igualmente loco. Es lo que Kubrick intenta transmitir con esas imágenes tan sobrecogedoras y terroríficas. La soledad y la incomunicación terminan volviendo loco al más pintado. Aunque si bien es cierto, que Jack Torrance tiene el perfil más adecuado para llegar hasta donde llega. Incluida esa gélida imagen final que no supone tanto un desenlace como una forma de retener el estado extremo alcanzado.
Aunque siempre me quedaré con esos momentos en los que Torrance despliega su lado más retorcido atemorizando a su esposa, con un sadismo y una maldad únicas. Una buena muestra en una de las escenas más míticas:
Otros de mis villanos favoritos: