Lo tengo en mi olimpo de los villanos. Un psicópata sin escrúpulos pero educado, brutal pero culto, caníbal pero inteligente. Quizás estas sean algunas de las principales características de uno de los mejores personajes que el cine nos ha dejado. Un malvado que causó pánico, terror pero también fascinación, e incluso admiración.
Hablamos de 1991 y ‘El silencio de los corderos’. Un Anthony Hopkins inconmensurable que se puso en la piel del doctor Lecter, un personaje que creó el novelista Thomas Harris, y que perdurará inolvidable gracias al trabajo del actor británico.
El acierto de este thriller fue retratar a un villano de una forma cruda, dándole más protagonismo y atrapando al espectador con su fascinante personalidad, gracias a una acertada realización y al trabajo soberbio de Hopkins. Un personaje confinado en una celda de máxima seguridad pero que se las ingenia para generar verdaderas pesadillas sin apenas pestañear o moverse. Capaz de introducirse en el alma de Clarice, la agente del FBI interpretada por Jodie Foster, y removerle su conciencia.
Su ritmo pausado, su mirada profunda, sus gestos inquietantes, son sus principales armas y hacen de Hannibal Lecter un psicópata que causa verdadero pánico. También resulta especialmente llamativo los contrastes de su personalidad, como definía al comienzo. Un tipo que es un eminente psiquiatra, a la vez que un genio y amante del arte (y también de la gastronomía “exquisita”), pero capaz de acometer las atrocidades humanas más horribles. Comerse a sus víctimas. Un canibalismo despreciable que él convierte en una desviación humana justificada. Cínico y manipulador, el doctor Lecter no aparenta ser un malvado a primera vista. Su carácter de villano se encuentra escondido en lo más profundo de su interior, aunque cuando necesita urdir su fuga, no duda en sacar a luz toda su brutalidad y despiadado comportamiento.
Su erudición no justifica su sociopatía, y Lecter se convierte en uno de los asesinos mejor retratados en la historia del cine (si obviamos el resto de títulos de la saga que no llegan a la altura de ‘El silencio de los corderos’).
Resulta fascinante cómo consigue desentrañar a otro asesino, motivo por el que Clarice Starling se entrevista con él, y con la facilidad con la que lo hace. Una nueva muestra de su doble vertiente: gran psicólogo pero con un lado asesino especialmente desarrollado (como se aprecia en la gran escena del primer encuentro entre Clarice y Lecter).
Un villano de culto al que dio vida Anthony Hopkins y que, a pesar de tratarse de un personaje repulsivo, la mirada del realizador encierra una clara atracción que se transmite en esos cuidados primeros planos del actor. Esa misma atracción que nace en Clarice, y que se transmite al espectador. Es por eso que el retrato de Lecter resulta tan inquietante. Un gran trabajo que supuso un giro a la hora de mostrar a un asesino en serie en el cine y que se ha convertido en un clásico, con un malvado inolvidable.
Otros de mis villanos favoritos: