A menudo, por tratarse de encarnaciones del mal en sus más variadas manifestaciones, los villanos en el cine no son suficientemente valorados. Sus apariciones y presencia son tan necesarias para que la historia y el héroe brillen que su papel antagónico es esencial. Han existido muchos a lo largo de la extensa historia del cine, pero también es cierto que se han transformado. Muchos villanos del cine reciente (dos últimas décadas) han superado el arquetipo habitual para convertirse en verdaderos personajes sin escrúpulos, con mayor dimensión dramática y una mayor profundidad psicológica.
Hay un dicho que dice que una gran película siempre tiene un gran villano. Su poderoso influjo los ha convertido en inolvidables, no sólo dando la réplica al héroe sino atormentando sobremanera al espectador. Y, a menudo, se trata de personajes mucho más fascinantes que el bueno de turno. Su intervención puede transformar una anodina historia en un relato sorprendente, e incluso perder su animadversión preconcebida para alcanzar la simpatía. Muchos son los villanos que me han impactado y fascinado y quería repasar algunos inolvidables, y sus distintas cualidades para desplegar su maldad.
Annie Wilkes es una enfermera que vive aislada en un frío y nevado paisaje, con su enorme fascinación por su escritor favorito y su oscuro pasado. Es un personaje que cuando aparece va dotando a la historia de toda su dimensión, hasta apropiarse del máximo interés y convertirse en la verdadera protagonista. Lo que ya la convierte en una villana muy particular. La podemos ver y sufrir en 'Misery', una cinta de 1990 dirigida por Rob Reiner con la adaptación brillante (a cargo del prestigioso William Goldman), la estupenda novela del prolífico Stephen King.
La película nos cuenta como Paul Sheldon (interpretado por James Caan), un afamado novelista a costa de la creación del personaje de Misery, concluye su última obra y cuando abandona su refugio solitario tiene un accidente por culpa de la ventisca y la nieve. Cuando despierta de su inconsciencia se despierta en casa de Annie Wilkes (Kathy Bates), en apariencia una entrañable enfermera que lo cuida con esmero mientras reabren las carreteras tras el temporal. Pero, en seguida, Paul descubre que su cuidadora es su fan número uno, como ella misma se proclama, y su fanatismo empieza a parecer obsesivo, dejando entrever su lado más macabro y sádico.
Lo retiene prisionero en una mezcla de profunda admiración y salvaje brutalidad, capaz de cualquier cosa por retenerle. Annie descubre, para más inri de Sheldon, que la novela que acaba de terminar de escribir supone el fin de Misery, su idolatrado personaje protagonista. Con lo que, empieza a desplegar su artillería pesada de maquiavélicas artimañas para que el escritor, atrapado e inmovilizado por la fractura de sus piernas, destruya su obra y escriba una nueva en su memoria.
Annie le facilita medicación para los dolores, comida y ropa limpia, pero lo retiene aislado, encerrado en su habitación y con brotes psicóticos cada vez más frecuentes que convierten el encierro de Sheldon en una verdadera tortura, lo más parecido a una pesadilla.
Ella, una mujer rústica y huraña, mantiene la tensión de la historia con su bipolar comportamiento, capaz de infringir dolor y al minuto de enternecerse y pedir disculpas, lo que hace todavía más temibles sus apariciones. Memorable es la escena en la que, tras descubrir los ocultos movimientos de Sheldon en su ausencia, decide darle un "toque" a sus tobillos, como castigo y medio para acabar con sus planes de fuga. Una brutalidad cruenta, salvaje y fascinante desplegada por quien, poco después, prepara una sabrosa cena a su admirado enfermo.
La actriz Kathy Bates logró una interpretación sublime, que no pasó desapercibida, logran incluso el Oscar a la mejor actriz por su papel de la despiadada enfermera. El premio en sí sólo supone un meritorio reconocimiento, pero en el fondo supone una forma de darle el valor a un papel de una villana formidable.
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