Hollywood se ha convertido en un cajón desastre donde nos cabe toda película que se hable inglés, y muchos intentan sacar conclusiones sobre el estado del cine mainstream a través de películas que no lo son. Algo que expone más a quien critica que a la película en sí, porque resulta hasta inútil establecer las mismas exigencias para una película independiente que a una de presupuesto holgado.
Esto no es perdonar la vida a las películas pequeñas, es relativizar qué supone un problema mayor. Algunas de estas producciones bastante tienen con existir, sacando adelante a través de ingenio y frescura un proyecto marcado por las limitaciones, dado que la propuesta de base no es precisamente comercial. Pero sí ampliamente interesante para apasionados de un cine diferente, en el que entran cosas como ‘El último Late Night’.
El espectáculo lo carga el diablo
Una de las películas de terror más estimulantes del año ofrece una propuesta valiente y más que estimable desde su independencia militante. David Dastmalchian, uno de esos actorazos de culto, tiene aquí su gran rol protagonista de la mano de los directores y guionistas Cameron Cairnes y Colin Cairnes, con un film revelación que ya se puede ver en streaming a través de Filmin.
Un programa de Late Night de la década de los setenta está en horas bajas, y su presentador tiene que recurrir a muchos trucos sensacionalistas para que espabilen los números de audencia. Para un especial de Halloween en el año 1977, decide dar un golpe de impacto entrevistando a una adolescente que asegura estar poseída por el demonio, pero lo que desatará en el plató de televisión será más terrible de lo esperado.
Desde un enfoque de metraje encontrado, los Cairnes buscan enfatizar el impacto tanto de su misterio satánico como de su potente sátira del mundo del espectáculo y el entretenimiento. Un dardo muy venenoso contra el ansia por la popularidad a cualquier coste, con el sensacionalismo mostrado en su faceta más perniciosa y peligrosa.
‘El último late night’: encanto retro
Todo esto se sostiene especialmente bien a través de la gran caracterización de Dastmalchian, que traslada aquí bien esa gran faceta de actor de carácter que ha llevado a roles secundarios de producciones de Hollywood. Su buen hacer logra perfilar bien el personaje sin necesidad de unas sobreexplicaciones en las que el guion si termina cayendo.
Es cierto que ‘El último late night’ sería una película aún más esencial con una serie de decisiones más pulidas, como cortar los vistazos tras las cámaras en blanco y negro o unos efectos digitales que chocan en exceso con el encanto retro que recrean bien con diseños y atmósfera. Pero, en el fondo, son pecados más disculpables para obtener los notables puntos altos que la película es capaz de ofrecer, llevando el cine de posesiones a un terreno muy interesante.
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