Después de leer la demoledora crítica de mi compañero Red sobre La Huella del Silencio, y teniendo en cuenta que las competiciones de deletreo de palabras nunca me han llamado la atención especialmente, mis dos únicos motivos para ver la película tenían nombre y apellidos, Juliette Binoche y Richard Gere, justamente en este orden.
Con esto quiero decir que mi predisposición no era del todo buena, pero la película me envolvió con su clima pausado, y su cuidada fotografía desde el principio, hasta engancharme totalmente en su coherente desenlace.
La Huella del Silencio empieza mostrando una familia acomodada, de esas en las que todos sus miembros aparentemente están bien en todos los aspectos, pero sospechosamente acaparada por la omnipresencia del padre, interpretado por Richard Gere, que de forma sutil trata de controlarlo todo.
Sabemos que es teólogo judío, y que intenta comunicarse con Dios a través de la Cábala y su intelecto. Juliette Binoche da vida a su esposa, en principio de aspecto amable y encantadora, pero de la que poco a poco vamos descubriendo inquietantes aspectos de su vida, que oculta al resto de la familia.
Flora Cross, en el papel de hija pequeña, desencadena la historia a través de una habilidad especial para deletrear palabras, que la mueve a participar en numerosos concursos, que hacen que su padre se sienta orgulloso, y no tenga ojos para otra cosa. Y Max Minghella como el hermano mayor, y príncipe destronado, busca apartándose de todos, recuperar en otras religiones la fe perdida tras el abandono emocional de su padre.
Hasta aquí nos encontramos con un film sobre sentimientos y relaciones familiares, con claras interpretaciones, pero el personaje de Flora Cross nos va dejando entrever por su manera de visualizar o intuir con los ojos cerrados, el deletreo de las palabras, de que el tema importante es otro, relacionado, pero distinto.
Entonces es cuando la película requiere un acto de fe, que diría que tal como transcurre no supone ningún esfuerzo, pero teniendo en cuenta la mayoría de comentarios negativos respecto a la misma, puede que si lo necesite, y no me haya dado cuenta.
*********POSIBLE SPOILER************
La niña consigue deletrear las palabras a través de una especie de iluminación divina, por lo que su padre, obsesionado por escuchar la voz de Dios, ve en ella la posibilidad de conseguir lo que siempre ha deseado.
Richard Gere ha inculcado a su familia todas sus teorías, y a través de los comportamientos de sus hijos y su mujer obtiene diferentes resultados de estas doctrinas. A la hora de recibir en la práctica, todo lo que predica, resulta decepcionante. En realidad toda su fe, no es tal, ya que toda la vida ha estado buscando pruebas que evidenciaran sus creencias.
En ese aspecto resulta relevante (y magnífica) la escena en que Juliette Binoche está ingresada en el psiquiátrico y Richard Gere le pide que devuelva las cosas robadas, y ella le recrimina que precisamente él no la entienda, cuando la fe que tenía en sus palabras es lo que la ha llevado a actuar de ese modo.
La niña, tras el episodio del hotel en el que entra en una especie de trance o éxtasis místico, se posiciona en un plano espiritual mucho más elevado que el resto de su familia, y comprende que necesita perder el concurso, en lugar de ganarlo, dando así una lección a su padre, que en ese momento comprende la dirección tan equivocada que estaba tomando.
Ninguna de las metas establecidas les conducía a la felicidad, hasta que la pequeña toma conciencia de ello, e inicia un cambio de actitud que rompa con todo eso.
*******************FIN DEL POSIBLE SPOILER*******************
En definitiva, La Huella del Silencio transmite un mensaje de amor universal, de fe y de conciencia espiritual, con el que (independientemente de las creencias de cada cual) hay que estar dispuesto a conectar, mientras dura la película, para poder disfrutarla.
Si te quedas fuera, no es más que una historia familiar como tantas, que entiendo que incluso a algunos pueda llegar a aburrir. Si entras, seguro que te llevas una grata sorpresa.