Festivo, tarde lluviosa, ayer era un día ideal para alquilar una película y disfrutarla en casa. El único problema al llegar al videoclub fue que muchos más habían pensado lo mismo, y apenas quedaban opciones.
Después de dar unas cuantas vueltas por las estanterías, me decidí por Life Aquatic, con la seguridad de que no me iba a dejar indiferente, ya que había oído hablar muy bien sobre ella, pero también muy mal. No me equivocaba, es más, la sensación de asombro, 24 horas más tarde, todavía no se ha desvanecido.
La formúla que Wes Anderson utiliza para contar las desventuras, o aventuras del excéntrico oceanógrafo Steve Zissou, tiene más de surrealista que de otra cosa, pero también hace reír, sin parecer una comedia, emociona, aunque ridiculiza el drama, y se rodea de unos fondos marinos preciosos, incluyendo los fascinantes seres acuáticos, creados por Henry Selick.
Por lo que, uno se encuentra disfrutando de algo que le resulta extraño, confuso y desconcertante, pero disfrutando al fin y al cabo. Gran parte del mérito, también recae en las magníficas interpretaciones de casi todo el reparto, entre las que destacan las de Bill Murray, Cate Blanchett y Willem Dafoe. Y en pequeños detalles de lujo, como la voz de Seu Jorge, cantando en portugués los grandes éxitos de David Bowie.
Aunque el ritmo decae en ocasiones, aunque Owen Wilson es más inexpresivo que una patata, aunque la sospecha de estar viendo una tomadura de pelo, permanece latente durante toda la película, Life Aquatic engancha poderosamente, con su particular humor, y su alucinante ambiente marino.
Imposible de catalogar, pero quizá sea precisamente eso, lo que la hace tan interesante.