Aún a pesar de tener la casa llena de películas, algunas de las cuales no he visto todavía (sobre todo una serie de títulos orientales que harían las delicias de Javier García P. y Chico Viejo, verdaderos expertos en el tema), de vez en cuando entro en el videoclub a alquilar la primera que vea disponible, y no haya visto, cosa que nunca ocurre, pues siempre empleo más tiempo del necesario. Aunque esta vez, más o menos, fui a tiro fijo, y cogí este film de Gerardo Herrero, y cuya actriz principal, Adriana Ozores, está nominada a un Goya en la próxima edición de los premios.
Basada en hechos reales, pertenecientes a la década de los 80, trata sobre el coraje de una madre al enfrentarse judicialmente a narcotraficantes, después de descubrir que su hijo es un toxicómano.
La película podría haber tomado varias direcciones. Podría haber sido un retrato social de un problema auténtico y real. Podría haber sido un drama generacional, sobre unos padres impotentes que hacen lo que sea para intentar ayudar y comprender a su problemático hijo. Podría haber sido una drama sobre las motivaciones que llevan a una persona joven a meterse en el mundo de la droga. Podría haber sido, incluso, una película de juicios, de esas que tanto gustan al público. Podría haber sido tantas cosas... Pero Gerardo Herrero desaprovecha todas esas direcciones, y ha firmado un bodrio absolutamente infumable, y tan malo, que poco me faltó para tirar el mando del dvd contra el televisor, cosa de la que probablemente me hubiera arrepentido. Herrero, que se ha dedicado más a la producción que a la dirección, nos ha dejado la que probabalmente sea su peor película. Algunas de las anteriores ya no eran gran cosa, pero al lado de ésta son lecciones de Cine. Para empezar, la película no tiene la más mínima credibilidad, algo que choca con el hecho de que lo que se narra en el film, sucedió realmente. Pero eso no vale de nada, y no hace creíble un film, si no se hace con un mínimo de rigor narrativo y de coherencia, algo de lo que carece totalmente 'Heroína'.
Todas sus situaciones están planteadas por bloques, sin ningún hilo argumental coherente, que las una. Y ninguna de esas situaciones está bien desarrollada, con lo que ninguna resulta convincente, si no más bien todo lo contrario. Al espectador le importa bien poco lo que pueda sucederle a esa madre heroica, y a los que la rodean, debido al tosco tratamiento que se le da al film, rozando por momentos la ridiculez más burda. Y pecando de incongruente en muchas de sus escenas. Por no hablar del tratamiento de los personajes, los cuales aparecen y desaparecen a su antojo.
La verdadera heroína del relato no es ni la droga ni el personaje que interpreta Adriana Ozores, si no la propia actriz, por haber tenido el coraje de participar en semejante engendro. Ozores, una actriz cómo la copa de un pino, y, sin duda, de lo mejorcito de nuestro cine, pone toda la carne en el asador (cómo casi siempre), y se convierte en lo mejor de la película. No le ha debido resultar muy difícil el destacar por encima de todo y de todos. Carlos Blanco, que interpreta a su marido, también está bastante bien; una pena que tenga que moverse a través de una historia pésimamente contada. El resto de actores hacen lo que pueden, ya que la torpeza del guión impide que creen personajes perfectamente definidos, cómo el de un colega mío, que interpreta un personaje muy secundario, que parece va a a tener relevancia, para quedarse en nada.
En definitiva, una auténtica pérdida de tiempo y de dinero, que hace replantearse seriamente la calidad de nuestro cine. Películas cómo ésta no pueden sobrepasar nuestras fronteras, porque se pueden reir de nosostros. Y con razón.