En 2008 se cumplen treinta y seis años desde el estreno de 'El Padrino'. En los Estados Unidos fue en primavera (24 de marzo) y en España llegó en otoño (con habitual retraso). Para conmemorar tal efeméride, la Paramount ha lanzado la trilogía en DVD y Blu-Ray, pero tras un largo y meticuloso proceso de restauración, que el propio Coppola ha supervisado. Puede que sea mero marketing, pero lo cierto es que cuando conocí su lanzamiento no pude evitar comprarla. Hoy día suena muy cotidiano lo de la remasterización, pero por aquella época (1972), en la Paramount (como en el resto de estudios) aún no existía un programa de conservación de los originales. Por lo que, tras las innumerables copias, se hacía obligada una limpieza de los negativos originales, aunque sólo fuera por preservar esta obra maestra.
Tras un arduo y extenso trabajo de dos años, varios miles de dólares (y con Spielberg involucrado) y la participación de afamados expertos, se ha preparado esta edición doméstica (aunque oficialmente la fecha será el 23 de septiembre), que hará las delicias de los cinéfilos. Tengo otras ediciones, pero siempre es un placer disfrutar de la copia restaurada en un nuevo y flamante DVD. Durante los días de vacaciones de verano he disfrutado, viendo varias veces la película, degustando con cineflia aguda algunas escenas inolvidables de este título capital de la historia del cine.
Y uno acaba sacando la conclusión de que se trata de un trabajo redondo, una película realizada con inspiración y meticulosidad, logrando impactar, sorprender y fascinar, como hizo en su momento. Y en realidad no deja de hacerlo. Cada vez que uno ve esa inolvidable primera escena, ese lentísimo traveling hacia atrás que nos descubre parcialmente la figura de Don Corleone, uno queda enganchado.
Poco puedo aportar a lo mucho escrito, analizado y reflexionado sobre la película, pero no quería desaprovechar la ocasión para recordarla, con motivo del lanzamiento de la nueva edición doméstica remasterizada al completo. Y viendo, remirando y escuchándola, uno acaba rendido ante los maravillosos aciertos de 'El Padrino'.
Si tuviera que subrayar lo más fascinante, habría que comenzar, sin duda, en la historia original. No sólo es brillante, sino que gracias al esforzado trabajo y compenetración de su autor Mario Puzo junto a Francis F. Coppola, el guión es un capítulo esencial de maestría de escritura cinematográfica: la acertada decisión de dejar muchos cabos sueltos, la introducción de cada personaje en la historia, los brillantes diálogos,...
Asimismo, inolvidable es la fotografía, no sólo fruto del aclamado trabajo del genial Gordon Willis, sino también de la perfecta integración, llena de matices, con la intención original del director. Esa oscuridad del despacho de Don Corleone o el contraste con la luminosidad de los pasajes ambientados en Sicilia, son buenos ejemplos del magistral trabajo fotográfico.
No se puede recordar 'El Padrino' sin tatarear los acordes de la brillante y famosísima banda sonora, quizás una de las más conocidas y más aclamadas, obra del compositor italiano Nino Rota.
Los actores están sublimes, encabezando el reparto la soberbia lección de interpretación de Marlon Brando, que queda para la historia, y siguiendo por el resto de impresionantes secundarios (Robert Duvall, James Caan,...), sin olvidarnos del joven Al Pacino, que dejó su impronta.
Pero no cabe duda de que todo ello fue fruto del esfuerzo y el talento de Coppola, por aquel entonces un director joven y con escaso oficio, pero que demostró holgadamente que se podía confiar en él para un proyecto tan ambicioso. Es la obra maestra del director, que supo darle otra vuelta de tuerca al relato original en un magistral segunda parte (siempre calificada como la mejor segunda parte de una saga cinematográfica y no le falta razón), y posteriormente en la demorada tercera entrega, menos elogiada, pero igualmente densa e impactante. Desde la dirección de actores (la apuesta de Brando fue suya) al excepcional vigor narrativo, fue perfecto para esta metáfora de la familia a través de un personaje mítico, en la que realmente profundiza en la oscuridad de la condición humana.
Y como obra tan completa, no le faltan anécdotas que amplifican su carácter mítico. Curiosidades como que Coppola no percibió salario por su trabajo, aunque (ahora algo habitual) se aseguró un porcentaje de taquilla (suculentos dividendos que lo enriquecieron y convirtieron en un poderoso productor). De entre todas ellas, siempre me ha resultado llamativa la relativa a las naranjas. Para todo aquel que la desconozca, las naranjas tienen una presencia constante y fatídica. En la primera parte (y también en las siguientes), la presencia de estos cítricos es presagio de malfario. Por ejemplo:
• Cuando vemos por primera vez a Sal, en la escena de la boda, está cogiendo una naranja. Luego traicionaría a Michael y sería su fin. • En la visita para tratar con Woltz, éste tiene una fuente de naranjas delante. La cabeza de su caballo aparecería en su cama. • Por supuesto, la más conocida, cuando Don Corleone se detiene ante un puesto de fruta, va a comprar naranjas, justo antes de su intento de ejecución. Cuando cae al suelo, vuelca la cesta de naranjas que acaban rodando. • Curiosamente Fredo, tras el regreso del Don del hospital, se sienta a su lado, donde hay otro cesto de naranjas. • En la reunión de las familias mafiosas de Nueva York, hay cuencos con naranjas delante del Don, de Tattaglia y Barzini. Ya sabemos las consecuencias.
Al margen de estas curiosidades, hay tantos detalles y tantos estudios interesantes realizados, que no deja de ser fascinante un acercamiento a esta magna obra. Imprescindible en versión original y muy recomendada esta nueva edición remasterizada. El regalo perfecto para hacerse uno mismo.
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