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'40 Pistolas', el western de culto de Sam Fuller

Editada hace poco en dvd por Filmax en una edición verdaderamente excelente en cuanto a calidad de imagen se refiere, se trata de una de las mejores películas de Samuel Fuller, un director del que, si repasamos su filmografía, nos podemos quedar con la boca abierta de la cantidad de muestras de buen cine que tenía alguien que entendió como pocos, los resortes del Séptimo Arte, y jugó con el poder de la imagen de forma inusitada, creando un estilo propio, casi inclasificable y siempre reconocible.

No había tenido oportunidad de ver esta película hasta su reciente edición, y ha sido una de las pocas que me he comprado a ciegas, únicamente motivado por el hecho de que se trata de un western, el género cinematográfico por excelencia, al no tener, en su mayoría, una base literaria sobre la que apoyarse. Y se trata del género con el que crecí viendo películas, por lo que le tengo un especial cariño.

El film narra la vida en un pueblo del Oeste en el que la ley la marca una poderosa mujer, Jessica Drummond, que tiene a su mando a 40 pistoleros entre los que se encuentra su hermano, que siempre está metiéndose en problemas e intimidando a todo el mundo; hasta que aparece un nuevo sheriff, dispuesto a hacer que las cosas cambien.

En tan sólo 77 minutos de duración, Fuller narra impecablemente una intensa historia que contiene amor, venganza, traición, desamor y perdón, los ingredientes perfectos para lo que él consideraba emoción, algo que siempre destilaba su cine, y que aquí está presente de forma mayúscula.

Además, uno de sus temas predilectos, la guerra de sexos, está plasmada en la película de forma tan evidente como ingeniosa, reflejándose en los personajes que interpretan Barbara Stanwyck, una de las mejores actrices de todos los tiempos, y que aquí muestra una espléndida madurez, dando vida a Jessica Drummond, una mujer fuerte y dura en apariencia, pero una mujer al fin y al cabo (chiste privado para aquellos que han visto la película). Está fantástica. Algo que no se puede decir de su oponente, interpretado por Barry Sullivan, un actor más bien mediocre y bastante inexpresivo, y aunque esa inexpresividad le queda bastante bien al papel, lo cierto es que el actor no está a la altura de las circunstancias. Éste sería el único punto débil de una película, por otro lado, magistral.

Y eso es gracias, sobre todo, a la labor de Fuller tras las cámaras, cámaras que usa impresionantemente bien, desde la utilización del formato scope como pocas veces se ha hecho, hasta los espectaculares travellings de algunos de los planos secuencia más impresionantes que se hayan visto, como aquél que recorre toda una mesa con 41 comensales a su alrededor. Verdaderamente increíble, pero no sólo por su valor técnico, si no por el poder visual que desprenden dichas escenas apoyadas por el poder de la historia. Y Fuller se corona ofreciendo la otra cara de la moneda realizando un montaje perfecto con planos cortos y enormemente descriptivos, componiendo escenas de una fuerza casi poética. Como lo es prácticamente toda esta película que te hace darte cuenta de lo grande que es el cine.

A modo de anécdota decir que en la película salen dos canciones, estupendas por cierto, usadas muy inteligentemente, y que además se representan en pantalla, proporcionando momentos de un lirismo sorprendente, que se quedan grabados en la memoria, espero que para siempre.

Decir también que esta película influyó en el cine posterior, sobre todo el western; no es la única vez que le pasa eso a un film de Fuller. De hecho, hay un detalle de guión que el mismísimo Clint Eastwood rescató para su también magistral 'Sin Perdón'. Bien entendereis que no me arrepiento para nada de haber comprado esta película a ciegas, y os la recomiendo a todos.

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