A veces ser testigo es lo más doloroso que uno puede experimentar. Estar presenciando la marcha inevitable de aquellos que te rodean por los motivos más terribles y sentir un mar de frustración por no poder hacer nada al respecto. Quedarte en una posición indefinida, ni heroica ni villanesca, mientras la memoria se queda golpeada para siempre por aquello que se ha perdido.
Qué papel puede jugar el arte en esas situaciones es tan interesante como complejo, ya que es frecuente poner énfasis en cómo puede llegar a ser sanador pero no se considera tanto que su faceta comercial pueda estar manchada y estar ligada a algo que perpetúa las heridas comunes. Es algo que está muy presente en la historia de Nan Goldin, que relata de maravilla la extraordinaria 'La belleza y el dolor'.
Testigo del dolor
Laura Poitras se distancia (sólo parcialmente) del documental político plasmado en la imprescindible 'Citizenfour' y en su más irregular 'Risk' que hace de casi secuela. En esta cinta recién llegada a Filmin sigue a la mencionada fotógrafa y activista que ofrece un repaso a su vida mientras está formando parte de las protestas contra la familia Sackler, responsable de la epidemia de la adicción a los opioides en Estados Unidos a través de su dinastía farmaceútica.
Parecen sucesos muy distanciados, pero 'La belleza y el dolor' entrelaza estupendamente la historia personal de Goldin con su lucha contra los Sackler, que tienen su nombre colocado en infinidad de instalaciones artísticas para intentar reparar su nombre. Nuestra protagonista entra en su doloroso pasado, en cómo presenció otra terrible epidemia que sacudió al país como fue el SIDA, perdiendo a mucha gente importante de su vida, y también observó como su familia quedó sacudida por las enfermedades mentales.
A la artista le toca a menudo el papel de testigo. No sólo de presenciar la desaparición de la gente que le rodea, sino de cómo todo resulta medianamente evitable a poco que no se intente silenciar el tema. Cómo estos problemas (la salud mental, el SIDA, las adicciones) se intentan poner bajo la alfombra porque mejor que queden en lo privado es uno de los aspectos que mantienen el nervio político de Poitras como cineasta, y también consigue hacer de este un relato muy personal y emocionante.
'La belleza y el dolor': personal y emocionante
Los hilos para todos estos elementos e ideas no están realmente visibles, son elegantes y sutiles para que no se distraiga de la emoción y urgencia del relato. El montaje es soberbio, la mejor herramienta a su disposición para que la historia corte la respiración y deje sin habla. No sólo es la importancia del tema en cuestión, que lo es y mucho, sino que está relatado con una prodigiosa mezcla de empatía e inteligencia.
Es por ello que estamos ante una de las mejores películas de este año, capaz de sobrecogerte desde todos los frentes posibles. Tras su discreto paso por salas de cine, el streaming debería ser una oportunidad perfecta para difundir una de las mejores obras de una cineasta muy destacable como es Laura Poitras. Y también para descubrir las formidables fotografías de Goldin, además de querer cagarte un poco en los Sackler (para lo que también sirve la notable 'Dopesick').
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