Centralia llegó a ser un orgulloso pueblo minero en el noreste de Pensilvania, pero ahora su población se reduce a cinco personas
En 2006, la película de 'Silent Hill' trajo consigo una de las adaptaciones más particulares de un videojuego y, según algunos, una de las mejores. Su tono melancólico, la agresividad de sus imágenes y de su premisa hacían de esta película una propuesta muy diferente en el género del terror comercial de la época.
Y en lo que también era una producción muy inusual, que apostaba por los efectos prácticos y el diseño funcional de criaturas. Pero quizás la clave del éxito de esta adaptación está en la recreación de una atmósfera única. Una que parecía inadaptable para los fans, pero que acabó superando las espectativas. En gran medida porque la principal inspiración para la película no necesitaba de mucha adaptación, era real.
El director Christophe Gans era un grandísimo fan del videojuego, pero encontró su Silent Hill en Pensilvania. El pueblo minero de Centralia, fundado en 1842, llevaba para cuando se rodó la película más de 40 años ardiendo y más de 20 actuando casi como ciudad fantasma. La visión encantada de aquellas solitarias calles encendió la imaginación de Gans, que aunque acabaría rodando en Canadá, nunca dejaría de tomar aquel pueblo de Pensilvania de referencia.
Tragedia y resiliencia
Fue en 1962 cuando un fuego intencionado y rutinario para quemar basura acabó encontrándose con una veta de carbón de la mina. Para cuando pudieron reaccionar ya era tarde. El incendio subterráneo se había expandido por los extensos túneles y apagarlo suponía un esfuerzo logísitico inviable. El que había sido el principal motor económico de un pueblo de 2.500 habitantes ahora era también la razón de su fin.
En el censo de 1960, dos años antes del incendio, la población había bajado a 1.500. Los cambios económicos y sociales de una comunidad que estaba decidiendo emigrar a otros lugares eran solo el principio antes del desastre. Los numerosos esfuerzos por apagar el fuego fueron infructuosos, hasta que en última instancia se dejó que se apagase solo. Según expertos, el fuego podría tardar más de 500 años en apagarse. A principios de 1980, el censo había bajado a 1.000 habitantes.
En 1983, Washington reunió 42 millones de dólares con los que pagar las casas de todos los habitantes de Centralia, instándoles así a los que quedaban a que buscasen un hogar en otra parte. Aunque el incendio subterráneo no supone un peligro inminente, la producción de gases respirables desde ciertas zonas sí puede resultar nocivas. En algunas áreas, el calor sigue siendo notorio. La vegetación muerta tampoco resulta un paisaje agradable.
Ese año supuso la marcha de casi todas las familias. En este reportaje de News 8 de 2005, se habla de que quedan 11 visitantes, en una visita de Gamespot de 2020, solo quedaban 5. Los residentes restantes, nostálgicos y reticentes de abandonar su hogar, viven invitados en sus propias casas. El gobierno se ha resignado echarles, pero tampoco les alienta a vivir allí. No hay supermercados ni farmacias, para suplir necesidades básicas, el pueblo más cercano al que se suele acudir es Mount Carmel, a diez kilómetros.
Aunque no hay prohibiciones estrictas, a los habitantes de la región se les insta a no visitar. El lugar es ahora mismo escenario de su propia película de terror. Inquietantemente silencioso, con árboles decrépitos y edificios derruidos, la influencia de la película en la percepción de esta ciudad es muy poderosa. Hay pintadas en las que se puede leer "Silent Hill". La carretera que lleva al pueblo presenta una visión omminosa, y para fanáticos de la saga, muy familiar.
Una inspiración que ha marcado la saga para siempre
Filmada en diferentes rincones de las ciudades canadienses de Toronto, Brantford o Hamilton, el equipo de la película nunca llegó a poner un pie allí, pero la producción tenía un respeto tan fervoroso por las calles de Centralia como por los pixeles que componían el videojuego original. La niebla, el humo… algunos de los edificios reales de Centralia fueron objetos de fascinación para el director Christophe Gans y su equipo, y fueron tan cruciales para el desarollo como los artes conceptuales.
Con los años, la historia de Centralia y la de Silent Hill han ido tan de la mano que muchos fans siguen convencidos que las similitudes no son coincidencia, y que la ciudad fue también inspiración para el juego japonés. Uno de sus creadores principales, Masahiro Ito, lleva años desmintiendo esto, afirmando que la ciudad americana no tuvo ningún papel en el desarrollo del videojuego, aunque sí para la película. Alegando como razón principal que si en el videojuego cae nieve, en la película cae ceniza, inspirada por el incendio real que ocurrió en el lugar.
Con la llegada de una nueva película en el horizonte, es posible que el legado cultural de esta ciudad condenada se siga alargando. El legado es lo último que le queda a los residentes de estas calles. Cuando las cinco últimas personas que siguen viviendo en Centralia fallezcan, la historia que empezó en 1841 se acabará con ellas. Las últimas casas serán derrumbadas y Centralia pasará a convertirse definitivamente en un pueblo fantasma.
Imágenes: wgaltv, Our Amazing & Restless Planet
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