El origen de las tres conchas de 'Demolition Man' era uno de los mayores misterios de la historia del cine de ciencia ficción. Ahora tenemos otra pregunta

Recuerdo cuando, por casualidad, vi esta película. En aquella época vivía a cuarenta kilómetros de Barcelona, aunque trabajaba y la mayor parte de mi vida social estaba también allí... Por algún motivo, por la tarde tuve que estar varias horas antes de volver a casa. Y, sorprendentemente, no tenía absolutamente nada que hacer, total que me metí en un cine del Paralelo y me encontré con esta maravilla... Un regalo.

Demolition Man es una de esas películas que, en su momento, podía parecer "solo otra cinta de acción" con Sylvester Stallone y Wesley Snipes enfrentados en un futuro distópico. Pero con el paso del tiempo, ha demostrado ser mucho más que eso. Es un comentario satírico sobre la sociedad, un cruce brillante entre el exceso de los años 80 y las ansiedades de los 90 frente al futuro.

La película plantea una utopía aparente donde todo parece perfecto, pero a costa de la individualidad, el libre albedrío y la pasión humana. Es una crítica mordaz y, a la vez, hilarante sobre la hiperregulación, la gentrificación cultural y la obsesión con lo políticamente correcto. ¿Tres conchas en lugar de papel higiénico? ¿Prohibir la carne, las malas palabras y hasta el sexo físico? Son ideas tan absurdas que, al reírnos, nos vemos obligados a reflexionar: ¿a dónde estamos llevando nuestras propias normas sociales?

Además, los personajes son icónicos. John Spartan, con su brutal honestidad y sentido común, y Simon Phoenix, un villano inolvidable con carisma desbordante, representan dos fuerzas opuestas que chocan en un escenario perfectamente construido. Sandra Bullock, en uno de sus primeros papeles, le da un encanto fresco y divertido a la cinta, mostrando que incluso el futuro más regulado no puede eliminar la curiosidad por lo humano.

Visualmente, el diseño del futuro "perfecto" es un ejemplo fantástico de cómo imaginar lo futurista desde los 90. Y, aunque algunas de sus ideas tecnológicas ahora nos parecen ingenuas, otras —como la vigilancia masiva y la pérdida de privacidad— resultan proféticas.

Demolition Man es una película que combina acción, humor, crítica social y un toque de nostalgia. Ha ganado con los años porque no solo entretiene, sino que sigue dando qué pensar, especialmente en un mundo que, de muchas maneras, ha empezado a parecerse a ese futuro que tan sabiamente parodiaba. Una gran suerte entrar en aquel cine del Paralelo hace treinta años y aquí seguimos...