A riesgo de sonar como ese señor mayor que maldice a la primera de cambio y que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor —aclaro que sólo peino unas cuantas canas y que mis creencias vitales no se alinean con esa frase—, debo empezar este texto sentenciando con firmeza algo que, además de no dudar ni un segundo su veracidad, puedo corroborar con pruebas: Ir a ver una película a una sala de cine ya no es lo que era.
Pero ojo, porque este texto no va a versar sobre la nostalgia por las proyecciones en 35mm, con el peculiar titilar de la imagen y el sonido de la película rodando a toda velocidad que podía percibirse en las instalaciones peor equipadas. Estas líneas estarán dedicadas a uno de los grandes males que están convirtiendo la experiencia cinematográfica en algo casi aborrecible: la combinación de exceso de ego y falta de civismo. Me explico.
Influyendo mal

A pesar de ser algo que llevo viendo esporádicamente desde que he decidido sumergirme en el mundo de la creación de contenido en redes como TikTok, durante los últimos meses he notado un aumento considerable de publicaciones de "influencers" —ya sean especializados en cine o no— que no dudan en sacar su teléfono a pasear en plena proyección para grabar o hacer fotos a la pantalla y compartir sus impresiones sobre el largometraje de turno.
La cantidad de opciones es infinita: puedes grabar un pequeño vlog de camino al cine, entrando en la sala y rematar la faena una vez ha terminado la función a la salida; está la posibilidad de hacerte una fotografía junto al póster antes de acceder al patio de butacas... Incluso puedes esperar a llegar a tu casa para sentarte tranquilamente, después de haber reposado la película, y dar unas impresiones más elaboradas que las que entran en una story que reza "Guapísima, no os la perdáis", y cuya realización ha costado que despistes a media sala con el brillo de tu móvil.
No obstante, dejando a un lado el completo absurdo de que este tipo de aberraciones se hayan convertido en un contenido válido y aceptado por ciertos sectores del público, hay algo aún más preocupante que el hecho de que oleadas de creadores de contenido se crean con el derecho a molestar a sus vecinos de visionado única y exclusivamente porque les han regalado un par de entradas a cambio de un post.
Esto no es otra cosa que la tendencia por parte de algunas distribuidoras y agencias de compartir y repostear este tipo de publicaciones con fotografías o vídeos tomados durante una proyección. Porque, con esta práctica, parece que se esté legitimizando y dando validación a un comportamiento que no debería estar aceptado bajo ningún concepto y que, en última instancia, se invite a la gente de a pie a imitarlo cada vez que compran una entrada.

Si a esto le sumamos el hecho de que, en plena era del streaming, mucha gente asocia la idea de haber pasado por caja con una suerte de carta blanca que les da plena potestad para hacer lo que les de la real gana como si estuviesen en el salón de su casa —algo que va más allá del cine extendiéndose a otros eventos socioculturales—, es plenamente comprensible que muchos opten por ahorrarse la bilis y disfrutar de sus largometrajes desde el sofá.
Porque para que las salas de cine sigan funcionando, además de una buena oferta de estrenos y unas condiciones técnicas adecuadas, hay que respetar la experiencia. Y esto pasa por predicar con el ejemplo y no dar voz a indeseables que, a grito de "soy influencer, me han invitado para hacer esto" —ojo, que esto es 100% real— no dudan en chamuscarte las retinas con su iPhone 16 Pro Max por un puñado de likes.
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11 comentarios
ant
"Ir a ver una película a una sala de cine ya no es lo que era". Cuánta razón en una sola frase, de ir dos veces por semana a ir dos veces al año y sabiendo que va a ser una tortura: se habla, se come, se chatea y encima es carísimo.
misterrough
Aunque yo ya ni peino canas por el poco pelo que me queda, coincido bastante contigo amigo Víctor. Sigo yendo al cine a mis 72 años y no pienso que cualquier tiempo pasado sea mejor, me gusta y disfruto de las nuevas tecnologías. Pero empiezo a pensar que donde más disfruto del cine es en casa y todo por el hecho de no soportar esa invasión de los movileros que chatean, encienden e incluso a veces contestan llamadas de teléfono. Me cabrea mucho y por no acabar discutiendo a grito pelao con esos insoportables pésimos vecinos de butaca prefiero quedarme en casa y no disfrutar del cine en la pantalla tradicional y necesaria. Alguna bronca he tenido y ya no tengo edad para peleas. Son los tiempos y una falta muy grande de respeto por los demás.
alex
Acomodadores de dimensiones 2x2 y brazos tatuados , autorizados para usar la violencia. Problema resuelto
Predicador
Confieso: yo voy a sesiones en las que sé que voy a estar solo. Y me permito la tontería de sacar una foto al título de la peli cuando aparece sobreimpreso. Y las colecciono para mí 😮💨
denzelgod
Yo por suerte, y quizá porque voy ya poco al cine, las veces que voy no me molesta ni dios. No veo gente grabando en medio de la peli ni jugando con los móviles no se. Así que cuando voy al cine suelo disfrutarlo igual que antes, todo depende de la peli claro