En el año 2019 y en pleno apogeo de 'Juego de Tronos', el episodio 'La larga noche' de la octava temporada fue el primero en enfrentar a los espectadores por cuestiones ajenas a la trama. Para unos, la oscura cinematografía era un hito televisivo y sumaba al tono époco del argumento. Para otros verlo fue un absoluto infierno, aquello era simplemente demasiado oscuro.
Entre sus múltiples galardones, 'Juego de Tronos' tiene también el honor de ser de los primeros casos evidentes donde el gran público puso en tela de juicio decisiones de fotografía e iluminación, un tema generalmente reservado para entendidos de la imagen cinematográfica. La pregunta de si las series y películas son ahora demasiado oscuras es una que lleva años haciéndose, y no es solo la oscuridad evidente de películas como 'The Batman' lo que se cuestiona, también la general falta de color y el look desaturado del blockbuster medio como el reciente caso de 'Wicked'.
El digital es el primer sospechoso en ser culpado en estos casos. La manera en la que se trata la imagen es muy diferente con equipos actuales que trabajando en película. El analógico necesitaba de mucha luz en los sets, y por tanto los cinematógrafos tendían a sobrecompensar. Pero el analógico también tiene sus hitos del cine oscuro incluso para estándares modernos. 'Alien' se estrenó en el 79 y hace de lo que no vemos su aliciente principal. Y el cine noventero era notorio por apostar por un look expresionista de grandes contrastes.
Luz motivada
La búsqueda del look es el tema principal aquí. Y el naturalismo es el look principal que el cine (y por herencia la televisión) busca ahora. En contra de la flexibilidad y las capacidades narrativas que permite inventarse luces donde no las hay, la tendencia actual es la iluminación práctica o motivada. Previamente a esta mentalidad, predominaban técnicas como la noche americana, donde se rodaba de día escenas nocturnas y luego se falseaba mediante etalonaje.
Esto no es necesario con la tecnología actual, donde es posible rodar con condiciones de muy poca luminosidad. Es algo que favorece mucho a la iluminación práctica o motivada, que busca ser lo más realista posible desde el trabajo en el set. Por lo tanto si la única fuente de luz en la escena es una lamparita dentro de un cuarto, se trabaja para rodar con condiciones lo más fieles posibles a la intención narrativa, dando por resultados escenas más oscuras. Es importante reiterar que no es solo una cuestión tecnológica. Por seguir despejando las dudas con el digital, 'Seven', rodada en analógico, hacía uso de esta iluminación práctica, y su oscura fotografía es a menudo mencionada como una gran influencia en cómo se rodaron muchos blockbusters posteriores.
Es un desafío que cineastas modernos están entusiasmados de abordar. En la anticipada 'Nosferatu', se reportó que su cinematógrafo Jarin Blaschke usó cientos de velas para iluminar una escena sin tener que falsear ese característico look cálido. En respuesta a las críticas del look desaturado de 'Wicked', Jon M. Chu dijo que era en búsqueda del realismo, algo importante para el equipo a pesar de que Oz es un mundo totalmente fantástico. En las manos adecuadas, el resultado de este enfoque naturalista habla por sí solo. Greg Fraser lo ha conseguido tanto con 'The Batman' como con 'Dune', ambas consideradas grandes experiencias cinematográficos en términos puramente visuales.
Esto no hace que lo que se ve bien en un cine se vaya a ver bien en casa. El televisor es quizás el intermediario más traicionero que tiene el espectador. Dependiendo de la pantalla a la que cada uno tenga acceso, de las condiciones lumínicas de la habitación o de los ajustes del televisor, la imagen se verá muy diferente. E incluso si nos vamos a las televisiones de alta gama vemos que hay conflicto desde el marketing y la tecnología. Mientras que algunas se enfocan en acercarse lo máximo posible a la imagen cinematográfica (las famosas pantallas con "negros puros"), otras introducen procesos para esclarecer las zonas más oscuras, creando extraños artefactos en la imagen.
No hay que olvidar tampoco el factor del streaming. La forma principal de consumir audiovisual en el presente viene acompañada de una importante compresión de la imagen, que según el nivel de conexión de internet de cada hogar y las condiciones lumínicas previamente mencionadas, puede presentar diferencias irreconciliables con la imagen original.
Este último punto es además uno importante de debate dentro de la industria. Combatir contra los hábitos de consumo parece una batalla perdida, con cada vez más usuarios consumiendo contenido en condiciones o dispositivos poco idóneos como el móvil. Adaptarse a esto no es tarea fácil desde el terreno de la industria, y la traslación directa de la experiencia cinematográfica no siempre funciona, con confusos ajustes dentro de televisiones modernas para conseguir una experiencia más fiel, siendo la gran mayoría de estos ignorados por los usuarios.
Si cada vez es más habitual que películas que son un gran espectáculo en cines pueden ser un dolor de cabeza en casa, no es extraño que el visionado en streaming esté empezando a ser una prioridad para las producciones, dando vida a otro tipo de look incluso más denostado. Cuando este naturalismo se malentiende, puede llevar a una desaturación plana que es también muy característica del cine actual. Conforme la experiencia de los cines trata de llevarse cada vez a más tipos de pantallas y plataformas, crecen los desafíos de contentar a un público que tiene otras prioridades.
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