No todas las localizaciones emblemáticas del cine están en Estados Unidos. España ha sido hogar a lo largo de la historia de multitud de escenarios reconocibles. De producciones internacionales de renombre en los últimos años como 'Juego de Tronos' (en lugares como Barcelona, Castellón o Sevilla) a otras con más solera como Star Wars. Muchas de estas además han sido motivo de peregrinación, como la producción patria de la trilogía del Baztán en Navarra.
Para los westerns clásicos, Almería y su desierto de Tabernas era el principal candidato. Allí se rodó, para muchos, las mejores películas del género: la trilogía de Sergio Leone y protagonizada por Clint Eastwood que componían 'Por un puñado de dólares', 'La muerte tenía un precio' y 'El bueno, el feo y el malo'. Pero hay una localización legendaria de esa película que le debemos a Burgos, no a la provincia andaluza.
Patrimonio del cine
Se trata del cementerio de Sad Hill, ese vasto páramo lleno de tumbas y de sus características cruces que da vida al clímax de la película. Se encuentra en el municipio de Santo Domingo de Silos y no siempre estuvo ahí. Es una construcción hecha específicamente para la película que desde entonces se puede visitar, a unos 50 min por la carretera N-234 desde Burgos.
O bueno, se puede ahora, porque durante aproximadamente 50 años se mantuvo abandonado y a la interperie. Una vieja anécdota que se acabó desgastando con el tiempo y que estaba lejos de su vieja gloria. Habría que esperar hasta 2016 cuando culminó una labor de restauración llevada a cabo por los voluntarios de la asociación Sad Hill, interesados en preservar esta parte de la historia de la ciudad de Burgos, y defendiéndolo como patrimonio cultural.
Resultó ser un acierto. La iniciativa fue muy bien recibida y no tardó en situarse como un destino deseado para los cinéfilos, gracias en gran medida al documental 'Desenterrando Sad Hill' en el que detallan cómo fueron sus labores de restauración. A datos del 2023, el lugar cuenta con buenas cifras de visita (casi 300 diarias durante el verano), recuperándose del bache que supuso la pandemia.
Imágenes: Santiago López-Pastor (1 y 2)
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