El reality de Luján Argüelles era la oportunidad para volver a ser un fenómeno de memes... pero lo han condenado a que lo vean cuatro gatos
La crisis de audiencia en Mediaset ya no coge por sorpresa a nadie, como tampoco su estrategia de responder a ella tirando de los mismos formatos obsoletos que arrojan datos para darse con un canto en los dientes, en el mejor de los casos. El retorno de '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' debería haber sido una de sus grandes bazas para esta temporada, y en su lugar solo hemos escuchado sonido de grillos.
¿Quién quiere... hay alguien ahí?
La forma de enfocar los realities de Telecinco lleva años agonizando en el rating, pero la cadena va a seguir apostando mientras los datos sean medianamente positivos, aunque sea cogiéndolos con pinzas. Siguiendo esa lógica del reciclaje, tampoco fue especialmente sorprendente que Mediaset anunciara nueva temporada de '¿Quién quiere casarse con mi hijo?', 7 años después de su última temporada.
Al margen de lo de jugar la carta de la novedad, cuando realmente se está apostando por volver a recurrir a formatos añejos, de entrada no era tan mala idea, ya que al menos proponían volver a un estilo de programa que no tiraba del microsistema de famosos made in Telecinco y apostaba por un casting de anónimos que podría dar la sorpresa.
Además, se trata de un formato que se caracteriza por el humor con el que muestra las distintas tramas del reality, algo que le hace falta a sus programas actuales, que caen en el error de revolcarse en el drama prefabricado, en vez de abrazar su vena mamarracha.
El mamarracheo fue, precisamente, lo que hizo que algunos de sus programas triunfaran en el pasado, y recuperar 'QQCCMH' parecía un primer paso a volver a sus raíces y tomarse el género de la telerrealidad como el juego que es. Para sorpresa de nadie, no ha sido así.
Y ni siquiera me estoy refiriendo al programa en sí. De hecho, yo no lo había visto nunca antes, pero siempre le había tenido curiosidad por la cantidad de memes que dio en sus mejores temporadas y las buenas opiniones que siempre me habían llegado, poniéndolo como uno de los realities más divertidos y descacharrantes que ha hecho Mediaset.
Una vez me puse a ver la edición 2024 (en diferido, claro, lo de tragarse anuncios cada dos por tres o terminar a las tantas ya si eso lo hablamos otro día), me encontré un programa distraído, con sus dosis de humor que hacían el ritmo mucho más ameno que el las galas interminables de 'Supervivientes' o 'La isla de las tentaciones' y algún que otro acierto de casting para dar pie a momentos tróspidos.
Sin saber cómo fueron las temporadas anteriores, sí que me dejó la sensación de esperar quizá que todo fuera un paso más allá y hacer algo todavía más loco y gamberro, ya que las pullitas y los gags cómicos se quedaban en cosas puntuales, tan inofensivos como los efectos sonoros de muelles que meten cada dos por tres en las citas de 'First Dates'.
Si bien el programa en sí no es un desastre, el verdadero problema está en la pereza con la que Mediaset ha tratado este retorno. El original fue en su momento uno de los programas más vistos de Cuatro, pero entre el bajón generalizado en el consumo de TV y que los números que suele amasar esa cadena no están a la altura de sus grandes competidores, era previsible que haría falta algo más para llamar la atención de los espectadores.
Lo que en su momento funcionaba, estaba claro que no iba a bastar para disparar las audiencias, en un canal que no suele despuntar salvo casos aislados como 'First Dates', cuyo formato y emisión en el access prime time facilita que la audiencia pueda engancharse de manera casual . La temporada se estrenó prácticamente de tapadillo, esperando que los espectadores acudieran como por arte de magia.
Ya no solo es cuestión de darle un poco más de bombo en publicidad, sino que la clave para que alguien se quede a ver un programa que empieza a las 22:50 en Cuatro sería convertirlo en un evento. No es algo que se consiga fácilmente, pero es que Mediaset ni siquiera lo ha intentado y lo ha sentenciado a una muerte lenta en audiencias desde su inicio.
La sexta temporada arrancó con 8,0% de share 620.000 espectadores, una cifra mediocre que solo ha hecho que menguar semana a semana hasta agonizar con un 3,8% y 268.000 en su última gala emitida. Cuando se nota que no confías demasiado en el producto que estás vendiendo, no es de extrañar que luego nadie quiera comprarlo.
En Espinof | Las series de Netflix mejor valoradas por la crítica
Ver todos los comentarios en https://www.espinof.com
VER 3 Comentarios