De poco sirve tener grandes ventas en el Black Friday si luego todo languidece el resto del año
El formato físico de películas ha sido de mis principales fuentes de gasto económico desde que he tenido dinero suficiente para comprar algo más que chucherías. Obviamente, soy consciente de que los mejores años de ese mercado hace mucho que quedaron atrás y que el auge del streaming ha llevado a que esté en una situación tan delicada que resulta muy complicada hablar de ellos en otros términos que no sea el de estar herido de muerte.
También sé que es muy difícil que ese tipo de coleccionismo llegue a desaparecer por completo, pero sí que estamos llegando a una situación en la que puede pasar de ser una opción de nicho a algo totalmente minoritario y orientado a aquellos que no tengan problemas en tener que gastar igual 50 euros o más por una única película. Ahí hay otro problema al que no está prestando tanta atención como al hecho de que el número de compradores ha ido menguando cada vez más.
Demasiadas cosas en contra
Desde la industria ha quedado claro desde hace tiempo que el formato físico ha dejado de ser una prioridad, y el hecho de que LG haya decidido dejar de fabricar reproductores en blu-ray y/o UHD es una nueva demostración de ello. Ya solamente hay migajas para repartir y cada vez hay menos interesados en conseguirlas.
Sí que la situación no es la misma según el país, pero en el caso de España cada vez hay más síntomas para la preocupación. Por ejemplo, cada vez es más difícil encontrar comercios que sigan vendiendo películas o series en formato físico de forma presencial, lo cual no deja de ser una prueba más de que ya no resulta rentable.
En España por ejemplo menos mal que existen Arvi y Divisa, porque las majors hace tiempo que perdieron el tiempo en explotar ellas mismas el formato físico. Y dudo mucho que lo hicieran si confiasen en que ahí existía la posibilidad de ganar mucho dinero. Eso sí, una cosa es que pueda seguir siendo más o menos rentable y otra que a ellas les compense hacerlo para el beneficio que pueda dar.
Claro que algunos saldrán a sacar pecho con las grandes compras que pudo haber durante el pasado Black Friday, pero un mercado así no se sostiene con lo que se venga únicamente en el momento del año en el que se haga una mayor rebaja en el precio. Su buena salud está marcado porque hay un buen flujo de ventas durante todo el año, y eso hace tiempo que parece estar reservado en exclusiva a las ediciones exclusivas en cajas metálicas.
Y encima en lo referente a los steelbooks cada vez más gente se está desencantado, ya sea por aquellos que compran la mayor cantidad de copias con el objetivo de revenderlas a un precio mayor en apps como Wallapop, o porque simplemente no se ponen a la venta una cantidad de copias que pueda llegar a todos los interesados. Claro que las distribuidoras tienen que mirar por la rentabilidad, pero así vas quemando poco a poco a tu público objetivo, y una vez lo pierdas, raro será que vuelva.
Dicho esto, podría parecer que tengo una visión apocalíptica del mercado en formato físico, pero no es realmente el caso. Mi colección sigue creciendo a buen ritmo y es muy loable que todavía surjan iniciativas como el hecho de que Elástica Films haya comenzado hace poco a editar algunas de sus películas en formato físico o que Avalon lance colecciones como la de Aki Kaurismaki que sale a la venta este mismo mes de diciembre.
Antes ya hubo otros intentos por fomentarlo, como la estimable iniciativa de Reel One que lleva ya un tiempo un tanto estancado, los títulos que va lanzando Ediciones 79, pensadas principalmente para fomentar las ventas en el comercio El Setenta Nou, o el ritmo creciente de lanzamientos que lleva Gabita Barbieri Films. Con todo, siguen siendo opciones más minoritarias y de nicho.
Con todo, son muchísimos los títulos que no llegaron en blu-ray -o que lo hicieron con ediciones de legalidad dudosa- y que obviamente tampoco van a hacerlo en UHD. Algo extrapolable a todo el mundo pero aún más evidente en el caso de España, donde el comprador medio se acostumbró a las rebajas continuadas del 50% o similar y de ahí no hay quien le baje.
Para nada es mi intención criticar la decisión de esperarse a conseguir algo al mejor precio posible, pues yo hago exactamente lo mismo siempre que puedo. Y tampoco puedo quejarme de aquellos para los que tener acceso a las películas en streaming sea suficiente, por mucho que se dependa de que esté disponible en ese momento o de que su calidad audiovisual vaya a ser necesariamente inferior. Ambas son guerras de las que no se va a sacar nada más que enfados innecesarios.
El gran problema es una cuestión de acceso. Nos hemos ido acostumbrando a hacerlo en cada vez menos comercios, pues hace ya tiempo que, por ejemplo, Carrefour o Media Markt se desentendieron del formato físico. Además, su sección en FNAC va menguando año a año y cada vez es menos raro que haya establecimientos de El Corte Inglés en los que no exista o tenga una presencia que a duras penas llega a ser testimonial.
Ahora las compras online parecen la panacea, pero luego hay enfados colectivos cada vez que Amazon vende demasiadas copias de ciertos títulos y cancela de forma indiscriminada cuando ya es imposible hacerse con ellos en otros comercios. Y lo peor de todo es que seguimos comprando ahí porque sigue siendo lo más cómodo pese a las constantes decepciones, por no hablar de que sus ofertas en España suelen limitarse a copiar las que ponen otras tiendas, ¿Qué va a pasar si esas otras tiendas abandonan por completo la venta en formato físico? No estamos tampoco tan lejos de ello.
Obviamente, este es un problema sin importancia alguno para muchas personas. Ellos ya dejaron atrás el formato físico, y eso si alguna vez lo consumieron realmente, pero incluso esas personas deberían tener claro que el futuro de muchas películas no puede depender de que alguna plataforma la quiere tener en su catálogo.
Y la salida fácil de que esté para descargar por medios dudosos en la red tampoco me sirve. Claro que por ahí tienen un claro ardiendo al que agarrarse para decir que funciona para preservar las películas, pero incluso entonces hay muchísimos títulos de los que solamente existen copias en calidad lamentable. Si no hay interés en restaurarlo, algo que normalmente se hace para lanzarlas en formato físico, así van a quedarse salvo que se pierdan por completo al no compartirlas ya nadie.
La gran alternativa que ha ido surgiendo más allá de títulos muy concretos está en las ediciones especiales hechas por sellos especializados. Muy trabajadas y a las que se ha dedicado un mimo claro, pero también bastante más caras y normalmente orientadas a mercados muy concretos. Si por ejemplo necesitas subtítulos en español o doblaje en castellano, ya te puedes ir olvidando. A cambio, juega el factor de que prácticamente ninguna edición mundial en UHD tiene bloqueo de zona, lo cual facilita el acceso a las mismas.
Sin embargo, persiste el problema de la disponibilidad, pues igual llega el momento en el que muchos amantes del formato físico se cansan de que simplemente hay muchas películas o series que es imposible conseguir de esa forma. ¿Qué sentido tendrá entonces seguir coleccionando con ese lastre tan grande? Mala pinta.
Tengo claro que todo esto no deja de ser un brindis al sol, ya que es una situación prácticamente imposible de revertir, pero si dejamos que el coleccionismo en formato físico se muera de forma definitiva, perderemos todos. Algunos lo notarán al instante -yo entre ellos-, mientras que el resto irá dándose cuenta poco a poco, pues como ya dije en su momento, hay muchos motivos para seguir comprando pese al dominio incuestionable del streaming. Yo al menos pienso seguir haciéndolo mientras exista esa opción.
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