'El último Late Night' reabre la puerta a una teoría de la conspiración que nunca ha llegado a irse
En 'El último Late Night', David Dastmalchian interpreta a un presentador de televisión desesperado por aumentar su audiencia. En un programa especial de Halloween en el que lo apuesta el todo por el todo por el sensacionalismo, llena la parrilla de mediums y efectismo para conseguir el shock del público, llegando a traer incluso a una niña que dice tener el diablo dentro.
Mencionado en el prólogo de presentación del personaje está algo que difícilmente pasa desapercibido: Jack Delroy (Dastmalchian) forma parte de un grupo secreto de la élite americana llamado simplemente "The Grove", un misterioso grupo de hombres poderosos que realizan rituales paganos. Esto no es solo un punto de trama que será relevante en algún momento, es quizás la primera indirecta muy directa que vemos en el audiovisual al muy real Bohemian Grove, un club secreto-no tan secreto que lleva décadas siendo objeto de especulación para los norteamericanos, y que ha sido fuente de teorías que van desde conspiraciones gubernamentales a sacrificios humanos.
Un lugar alejado del escrutinio público
Nacido en el 1872 y localizado en los bosques de Sonoma County, en California, este campamento es el lugar del Bohemian Club, originalmente un grupo de jóvenes periodistas y artistas que se reunían todos los veranos en campamentos privados y bebían para celebrar la vida bohemia. Irónicamente, conforme los años fueron pasando y el círculo fue creciendo, los periodistas acabaron siendo sustituidos por políticos y empresarios muy poderosos. Un selecto grupo de hombres (mujeres y niños familiares están invitados durante el día pero no pueden pernoctar) entre los que históricamente se han encontrado presidentes de Estados Unidos como Reagan, Nixon o Bush.
En este reportaje de 2013 los locales de la zona afirman que es bueno que los ricos tengan también su lugar de descanso en el que desconectar, sin cámaras ni teléfonos. Pero el alto perfil de sus miembros ha sido fruto de un fuerte secretismo y, como resultado, de numerosas especulaciones con lo que realmente sucedía ahí dentro. Uno de los puntos de inflexión ocurrió en el 2000, cuando el periodista y conspiranoico Alex Jones se infiltró y grabó un extraño ritual pagano que se celebró de noche.
El metraje, que desde entonces ha sido la principal prueba que muchos necesitaban para demostrar que algo raro estaba pasando, muestra una extraña ceremonia donde los miembros visten de druidas y hacen una hoguera frente a una enorme estatua de un búho llamado Moloch. Moloch es aparentemente el dios para el que este grupo harían ceremonias de todo tipo, desde quemas de pelo rituales a sacrificios humanos, y con las que estarían preparando un "Nuevo Orden Mundial". En declaraciones recientes sobre estas supuestas ceremonias, el boxeador mexicano Ryan García declaró al influencer de extrema derecha Andrew Tate haber sido llevado ahí en contra de su voluntad, y presenciado actos de abusos a menores.
Saber de quiénes vienen todas estas declaraciones es importante, porque entre los nombres involucrados están aparte de los ya mencionados el podcaster de derechas Joe Rogan dándoles credibilidad. García hizo estas declaraciones en un momento complicado de su carrera en el que estaba acusado de tomar drogas como parte de su entrenamiento, y su propia pareja había avisado a sus fans de que en esos momentos no se encontraba bien mentalmente.
Un caramelo demasiado evidente para amantes de la conspiración
No es la primera ni será la última vez que la derecha norteamerica trata de propagar teorías de la conspiración a gran escala que incluyen a ricos y poderosos, como el Pizzagate, QAnon, los Illuminati o los Anunnaki. En muchos casos a modo de enmascaramiento de otras realidades más mundanas. El 'Pizzagate', por ejemplo, convenientemente salpicaba a la candidata Hillary Clinton en su carrera a la presidencia frente a Trump. Y las acusaciones eran tan escandalosas que pese a que no fueron la única razón de su derrota, tuvieron un importante efecto en ella.
Historias de élites moviendo los hilos creando "Nuevos Órdenes Mundiales" y organizando rituales secretos han habido siempre y han calado en el imaginario de la cultura. En 'Eyes Wide Shut' nos encontramos con una misteriosa sociedad de enmascarados tras la que se esconden miembros de las altas esferas del país. En 'En realidad, nunca estuvista aquí', Joaquin Phoenix se topa con una red de abuso de menores que parece llegar muy alto. En un popular arco de los cómics de Batman, Gotham está liderada por una sociedad secreta de personas influyentes que, curiosamente, visten máscaras de búho. Años antes de que se estrenara 'El último Late Night', 'True Detective' ya jugueteó con introducir esta sociedad en su universo en su segunda temporada.
Es un imaginario colectivo que dibuja patrones, y también una narrativa que, por dramática que sea, está llena también de la poderosa imaginación de muchos. Los problemas del Bohemian Club podrían ser muchos más mundanos. En 2023 fueron denunciados por sus trabajadores, quienes decían que no eran pagados un sueldo justo. El hecho de que solo sean hombres ha sido también fuente de gran controversia, y solo aceptaron contratar a mujeres en puestos de restauración como resultado de una denuncia en 1978.
Hay de cualquier manera un peligro muy real en este tipo de reuniones que sobrepasa cualquier conspiración. Según afirma el sociólogo Peter Philips, quien lleva años de su carrera dedicados a investigar las actividades de este grupo, la idea de tener a algunos de los hombres más poderosos de occidente reunidos y sin ningún tipo de moderador es ya razón de preocupación y aunque quizás no da para órdenes mundiales, sí puede inclinar la balanza en asuntos de interés nacional. Entre los hechos conocidos tras este grupo está haber albergado entre sus paredes una reunión que fue crucial para la aprobación Proyecto Manhattan que creó la bomba atómica.
A pesar de los dramatizados vídeos que uno puede encontrar de Youtube de infiltraciones en el campamento de noche, Philips declaró haber visitado el lugar en los 90 y no ver nada que se saliera de lo normal, más allá de excentricidades fruto de este tipo de ceremonias principalmente performativas, y que no todos los miembros se tomaban muy en serio. A la pregunta de si consideraba preocupante que un lugar así existiera su respuesta fue un rotundo sí, acompañado de una justificación muy pragmática: "Este tipo de grupos de élite de hombres tomando decisiones de cosas que pasan en el mundo están por todas partes. Cuanto más sepamos sobre ello y más los desafiemos mejor será para todos".
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