De los hermanos Coen siempre ha quedado su peculiar y bien afiliado sentido del humor, en parte derivado de su consumo tanto de películas de Preston Sturges como de dibujos animados clásicos -y en parte crecer en los suburbios de Minnesota-. Otros aspectos de su cine han quedado menos destacados que su uso de la comedia, aunque es de agradecer que sean directores que han gozado de prestigio sin necesidad de tomarse demasiado en serios a sí mismos ni a sus películas.
De vez en cuando sale alguna más aparentemente seria -aunque su colmillo y su guasa habituales terminan asomando de una manera o de otra-, que nos permite hablar de otros grandes aspectos de su estilo, o de alabar otras cosas que saben hacer. 'No es país para viejos' podría ser un buen ejemplo de ello con su tono de thriller negrísimo -que, de nuevo, cuela humor por algunas grietas-, pero mejor todavía se aprecia en una de sus mejores cintas que desde hoy podemos ver en Disney+: 'Muerte entre las flores'.
Nada es lo que parece
Su tercer largometraje mantiene las influencias noir de su debut, 'Sangre fácil', pero las lleva al género de los gángsters. Esta adaptación de la novela de Dashiell Hammett nos lleva al año 1929, a las puertas de la Gran Depresión, siguiendo a los principales cabecillas de una organización criminal que domina la ciudad, con Albert Finney siendo el jefe y Gabriel Byrne su lugarteniente además de protagonista.
Ambos caen por los encantos de la misma mujer, interpretada por Marcia Gay Harden, en un peculiar triángulo amoroso que desatará una guerra abierta entre ambos, con traiciones, conflictos políticos, corruptelas y escisiones internas. Aunque no es enteramente por el amor de dicha mujer, sino por los sentimientos soterrados que ambos hombres sienten mutuamente y no puede expresar por el contexto.
Del amor imposible a la traición más dolorosa. Los Coen crean un relato que, en apariencia, tiene los códigos del género criminal que tanto gusta en ciertos sectores, pero terminan evitando muchos de los lugares comunes y apelan a sentimientos poco explorados en esta clase de cintas. Quizá fans más irredentos de esas masculinidades que creían glorificadas se den de bruces con una que directamente subvierte por tratar de comentar más abiertamente aspectos en cierto modo ya presentes.
'Muerte entre las flores': dolorosa y hermosa
Esa manera de explorar las emociones de estos personajes vuelve tan singular a 'Muerte entre las flores'. Entre el género gángster, por cómo de hermosa puede llegar a ser en su dolor, y en la filmografía de los Coen, por una maravillosa contención y belleza narrativa cuando todavía estaban en proceso de descubrirse a sí mismos como autores. Casi sin quererlo, habían conseguido una de sus películas donde el tono está mejor calibrado.
Aunque realmente fue un duro proceso poder llevarla a cabo, tras pasarse semanas bloqueados en la escritura del guion -un proceso que desatascaron escribiendo de manera paralela otra joya como es 'Barton Fink'-. Pero al final consiguieron una historia fabulosa, con los personajes tratados de manera exquisita, y contada de manera espléndida a través de una puesta en escena destacable y una fotografía de Barry Sonnenfeld para quitarse el sombrero. Aunque, como aprenderemos en la película, quitarse el sombrero es la peor señal para uno mismo.
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